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[C]rítica: Lionel Bringuier y Yuja Wang en Dresde con la Staatskapelle

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Autor: Raúl Chamorro Mena
18 de enero de 2019

Belleza matutina

Por Raúl Chamorro Mena
Alemania. Dresde. 13-I-2018. Semperoper. Concierto sinfónico núm 5. “Zeropoints” para orquesta (Peter Eötvös) en el 75 cumpleaños del compositor. Concierto para piano, op. 54 (Robert Schumann). Yuja Wang, piano. Concierto para orquesta sz 116 (Béla Bartók). Staatskapelle Dresden. Dirección: Lionel Bringuier

   Tiempo muy desapacible, frío y lluvia, presidió la mañana del día 13 de enero en Dresde, aunque se tornó en belleza y radiante luminosidad musicalmente hablando en esta sesión matutina dominical del quinto concierto sinfónico de la temporada de la Semperoper de Dresde. Espléndido el marco, la magnífica sala y estupenda acústica del teatro de la ópera de Dresde. Excelente también, como siempre, la orquesta protagonista del evento, la Staatskapelle Dresden.

   Atractivo programa el previsto, en el que la obra que cerraba el mismo, pertenece a un compositor, Béla Bartók, que ejerce importante influencia sobre el autor de la que abría el concierto, el también húngaro Peter Eötvös, que se afirma heredero de la tradición musical de su país, en la que Bartók, evidentemente, es un nombre fundamental. Entre medias, el fabuloso concierto para piano de Schumann con una solista de excepción, la china Yuja Wang.


   Con la presencia del autor en la sala y con ocasión de su 75 cumpleaños (el día 2 de enero) se interpretó Zeropoints para orquesta, obra compuesta por el director de orquesta y compositor Peter Eötvös en homenaje a Pierre Boulez, quien la estrenó en el Barbican Hall el 27 de Febrero de 2000 al frente de la London Symphony Orchestra. La Staatskapelle Dresden con la bien organizada y elegante batuta del francés Lionel Bringuier expuso impecablemente las tímbricas y sonoridades de una obra, quizas ayuna de un punto de personalidad, pero seriamente construida, sin excentricidades y de agradable escucha. La música contemporánea sigue siendo asignatura complicada para el público (también en Alemania, efectivamente). Los gestos de los espectadores -al menos, los que tenía alrededor-durante la interpretación de la obrafueron perfectamente descriptivos y el amplio silencio una vez terminada, hasta que surgió algún aplauso al que se fueron uniendo tímidamente el resto de espectadores, también. Bringuier invitó al autor a levantarse y recibir el aplauso de la audiencia.


   El Concierto para piano de Robert Schumann, uno de los pilares del repertorio concertístico para dicho instrumento, se interpretó por primera vez, en realidad, en la propia Dresde, sala de conciertos del Hotel de Saxe, el día 4 de Diciembre de 1845 con la esposa del compositor, Clara, como solista, aunque se suela dar como fecha del estreno el día 1 de enero de 1846 en Leipzig. Afrontó la obra Yuja Wang con su habitual presencia carismática y desenfadada, ataviada de impactantes tacones de aguja y embutida en un vestido de una pieza muy corto y ceñido, que resaltaba su espléndida figura. Algo, al igual que su fuerza mediática, que no debe desviarnos de lo lo fundamental, estamos ante una magnífica pianista, digna alumna del gran Gary Graffman. Desde la pronta entrada del solista, Yuja Wang colocó su espléndido sonido, bello, caudaloso, aquilatado y pleno de colorido en el centro de la sala disfrutando, asimismo, del apropiado acompañamiento, cristalino y diáfano, de la Staaskapelle Dresden. Muy bella y plena de sensibilidad la manera en que la pianista china expuso la inspiradísima melodía principal, así como sus diversos desarrollos, siempre con ataques muy limpios, amplia gama dinámica y un fraseo bien labrado. Estupendo, pleno de lirismo el diálogo entre solista y orquesta que constituye el fabuloso segundo movimiento, que fue toda una exhibición de delicadeza por parte de Wang y la orquesta. Si la pianista nacida en Pekín «cantó» los temas con finura y exquisitez, también recibió la adecuada, primorosa, respuesta de Bringuier y la Staastkapelle. Ya en el tercer movimiento, Yuja Wang constrastó el intimismo del anterior movimiento haciendo alarde expansivo de su suprema técnica y deslumbrante facilidad, con una vertiginosa digitación,ajustándose, de todos modos, perfectamente al tempo de la orquesta, si bien se notó que en este caso, la plena compenetración con la misma de los dos primeros movimientos, dejó paso a una mayor demostración «individual» de virtuosismo y destreza por parte de la pianista china.


   La segunda parte del concierto la ocupó el Concierto para orquesta de Béla Bartók, composición estrenada en 1944 por la Boston Symphony Orchestra dirigida por Serge Kousessevitsky. Todo un reto para cualquier agrupación por la depurada y brillantísima orquestación de Bartók combinada con pasajes de folklore húngaro. Exhibición de virtuosismo y refinamiento tímbrico por parte de la Staatskapelle Dresden conducida con gran claridad expositiva por Lionel Bringuier, si se quiere no especialmente inspirado, pero sí ordenado, elegante y refinado, capaz de obtener una gran paleta de colores de la excelsa orquesta, que lució ese sonido propio, de un pulimiento tímbrico y una transparencia, no por conocidas, menos admirables. Realmente deslumbrante fue la prestación de las maderas –gloriosas en el segundo movimiento -Giuoco delle coppie- el fulgor de los metales y el rendimiento de la cuerda, áurea, de un empaste y tersura prodigiosos.

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