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Crítica: Manuel Hernández Silva dirige 'Un réquiem alemán' de Brahms con la Filarmónica de Málaga

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Autor: Alejandro Fernández
11 de abril de 2017

"El reflejo que hubiésemos deseado por ambos coros quedó lejos del resultado, cuanto menos pobre o escaso. Esta sensación se sucedió a lo largo de todo el concierto".

SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE

   Por Alejandro Fernández | @alfepe
Málaga. 6-IV-2017. Temporada de abono de la OFM 16|17. Concierto de abono nº11: Semana Santa. Orquesta Filarmónica de Málaga. Coro de ópera de Málaga. Director de coro: Salvador Vázquez. Coral Carmina Nova. Director de coro: Diego González Ávila. Director: Manuel Hernández Silva. Solistas: Juanita Lascarro, soprano y Thomas Laske, barítono. Programa:  Un réquiem alemán, Op.45, de  J. Brahms

   A Brahms le atraía más la idea de centrar su reflexión, sobre la vida y la muerte, como una expresión de fe, de ahí que centrase la atención en el hecho humano del mismo. La propia muerte de su madre o la ausencia de Schumann se encuentran en la génesis de Un réquiem alemán. En este sentido, antes que reducir su réquiem a los preceptos y cánones litúrgicos -introito, sequentia, offertorium...- despliega sin embargo un profundo conocimiento de la biblia luterana de la que extrae los textos evangélicos y del Antiguo Testamento para erigir la arquitectura de esta página imprescindible del repertorio romántico. Como trasfondo, la idea del sufrimiento como experiencia y el descanso, la liberación tras la larga senda recorrida. De ahí que no sea hasta el último número del réquiem cuando se menciona inequívocamente a los que ya han marchado, "Bienaventurados los muertos".

   En los años finales de los ochenta, Málaga recuperaba un escenario señalado por la piqueta, que tras su restauración y reapertura retomaba el tradicional concierto de Semana Santa que con el tiempo la Filarmónica de Málaga ha hecho propio. Treinta años que el Cervantes no ha querido dejar pasar y lo ha recordado de la mano de Brahms. Sobre el escenario los dos grandes coros de la ciudad: Carmina Nova y Coro de Ópera de Málaga, acompañados de las voces solistas de la colombiana Juanita Lascarro y el barítono alemán Thomas Laske. Todos bajo la batuta del titular de la OFM, el maestro Manuel Hernández Silva quien en esta pasada semana despejaba el horizonte del conjunto al renovar hasta junio de dos mil veinte. Hernández Silva pone fin al ciclo de los últimos titulares que apenas se mantenían en el podio más allá las dos temporadas. La orquesta, con esta apuesta,  gana en continuidad artística  y facilita el ascenso que vive desde el arranque de la Temporada.

   Brahms al concebir su réquiem deposita en la masa coral un papel fundamental no sólo por los textos sagrados que recoge sino también por el sentido que estos quieren transmitir al oyente. No buscan conmover, invitan a la reflexión, a reforzar las convicciones, aún a costa de acercar el conjunto sinfónico, en ocasiones, al papel de mero acento, o la propia economía de medios como en el primer tiempo donde prescinde de la cuerda de violines e inclina su tono oscuro con la ayuda de las cuerdas graves. El reflejo que hubiésemos deseado por ambos coros quedó lejos del resultado, cuanto menos pobre o escaso. Esta sensación se sucedió a lo largo de todo el concierto. No fue hasta la fuga conclusiva del tercer número cuando apreciamos una emisión más firme y compacta.

   Thomas Lake y Juanita Lascarro optaron por dos visiones contrapuesta y complementarias. Frente al tono seco y rotundo entonado por Lake del Salmo treinta y nueve o los textos del penúltimo movimiento, Lascarro por su parte transforma el Evangelio de Juan en un aria conmovedora al más puro estilo bachiano, o si se prefiere de los grandes nombres del oratorio. Brahms, no obstante, no busca la teatralidad sino la experiencia de fe.

   Como ya hemos señalado tanto Coro de Ópera como Cármina ofrecieron un resultado al que no estamos acostumbrados, la expresión brilló por su ausencia resintiendo la lectura del réquiem tan sólo sostenida en la intensidad y fuerza volcada en el pautado por Brahms o el oficio que mostró  Hernández Silva quien perfiló con todo derecho su perspectiva del réquiem.  Cuestión aparte  fue  la capacidad de la masa coral ofreciendo una notable falta de empaste, claridad y una  insistente sensación de opresión durante toda la obra. Anotar la evidencia no constituye ni un ataque, ni mucho menos un juicio sumario, tan sólo intenta sumar haciendo de la crítica un instrumento y no el punto para el desprecio, ahí  reside la libertad de expresión.

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