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María Rodrigo, con la música a otra parte

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Autor: Blanca Alfonso Salas
24 de enero de 2021

MARÍA   RODRIGO   BELLIDO, con la música a otra parte (Madrid 1888 – Puerto Rico 1967)

Por Blanca Alfonso Salas
Por el título podríamos pensar que la música de María no era del agrado del público y era rechazada de los círculos musicales, pero nada más lejos de la realidad. Todas sus composiciones tuvieron un gran éxito pero, debido a las circunstancias académicas, políticas y sociales que le tocó vivir, paseó su música por diferentes países llevando siempre en su equipaje sus partituras. Esto fue bueno por un lado porque la enriqueció cultural y musicalmente y a la vez pudo dar a conocer la música española en otras latitudes, pero debido a tanto cambio, muchas de sus piezas se extraviaron, lo que ha supuesto una gran dificultad a la hora de localizar su obra, pero empecemos por el principio.

   Nacida en Madrid en 1888 comenzó sus estudios de piano con su padre, Pantaleón Rodrigo, matriculándose más tarde  en el Conservatorio de Madrid donde estudia piano con Tragó, armonía con Arín y Fontanilla y composición con Emilio Serrano, destacando desde muy joven por su talento musical y su buen hacer como compositora, siendo merecedora de varios  premios. En 1911, con tan sólo 23 años, recibe el premio de los Juegos Florales de Murcia por su Sonata para piano en mi bemol; en 1912, el del Círculo de Bellas Artes por Obertura para orquesta, y en 1913 el de la Exposición de Bellas Artes por su Cuarteto para instrumentos de arco.


   Becada dos veces por  la Junta de Ampliación de Estudios durante los años 1912-13 la primera y 1914-15 la segunda, cursa estudios en Francia, Bélgica y Alemania. En este último país estudia en Munich orquestación con Beer-Wallbrunn, teniendo a Carl Orff como condiscípulo.  De esta época es su Quinteto en fa mayor para piano e instrumentos de viento, iniciado en Munich en 1913 y terminado en Madrid en 1915, ya que tuvo que regresar a Madrid en julio de 1914 al comenzar la primera guerra mundial y seguir enviando desde España sus trabajos a la Junta. En esta obra se ve  la evolución que estaba experimentando después de su paso por la escuela alemana, con influencia wagneriana.

   En 1915 hace su primera incursión en el teatro musical con la obra Becqueriana, ópera con libreto de los hermanos Álvarez Quintero, basada en la Rima XI de Bécquer. Estrenada en el Teatro de la Zarzuela el 9 de Abril del mismo año, tuvo un gran éxito y consagró a María como compositora. También en esta obra hay claras influencias wagnerianas, calificadas por la prensa de entonces como símbolos de modernismo.

   A ella le siguen Diana cazadora o pena de muerte al amor, zarzuela cómica en tres actos también con letra de los hermanos Álvarez Quintero, estrenada en el Teatro Apolo de Madrid en noviembre del mismo año, Las hazañas de un pícaro, con letra de Pedro Muñoz Seca, estrenada en el Teatro Apolo en abril de 1920 y La romería del Rocío, zarzuela con libreto de S. Valverde, estrenada en el teatro Reina Victoria de Barcelona, en 1921. Le siguen a éstas varias composiciones para piano o para canto y piano como Cuatro coplas o Desperté y la vi (1924), también con los hermanos Álvarez Quintero.

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   María tuvo también una especial colaboración para los textos de algunas de sus obras con María Lejárraga, esposa del dramaturgo Gregorio Martínez Sierra, autora de casi todos los textos atribuidos a éste. Entre ellas se encuentran Salmantina, ópera de ambiente rural (1914), El pavo real, comedia poética en tres actos y catorce cuadros (1922), Ayes, tres canciones para canto y piano (1924) o Canción de amor, ópera de cámara en un acto (1925).  

   En esta época sufre una grave enfermedad que la mantiene alejada de la composición hasta el año 1930, año en el que vuelve con fuerza y nos regala obras como Rimas infantiles, canciones para corro, La copla intrusa para piano o la canción Tú eres la rosa, yo soy el lirio, quizá una de sus piezas más conocidas. En 1932, a la muerte de Saco del Valle, fue nombrada profesora interina de Conjunto Vocal e Instrumental en el Conservatorio Superior de Música de Madrid.

   La vida de María estuvo íntimamente ligada a la de su hermana Mercedes, tres años menor que ella, psicóloga de profesión cuando aún esa disciplina estaba por descubrir en España. Mercedes consiguió su título en Ginebra en 1923, donde había estudiado en el Instituto J.J. Rousseau y en la Universidad de la ciudad. A su vuelta a España trabajó en diferentes instituciones como el Hogar de Delincuentes o la Escuela Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid y en 1936 fue nombrada directora del Instituto Nacional de Psicotecnia.


   Al concluir la guerra civil en 1939, se volvió complicado el desarrollo de cualquier actividad cultural. Años antes, Mercedes había sido invitada a Colombia, para impartir unas conferencias, por Agustín Nieto Caballero, rector de la Universidad de Colombia y fundador del Gimnasio Moderno, institución educativa de talante liberal, en la línea de la I.L.E. o la Escuela Nueva españolas, así como del Gimnasio Centroeuropeo. Mercedes, viendo que la situación en España se complicaba, y más para ellas, de sentir republicano, decide aceptar esta invitación y se traslada a Bogotá con su hermana María en agosto de 1939, pasando antes por Cannes (Francia) para visitar a María Lejárraga y Suiza, en una breve estancia.

   En Colombia María trabajó como docente en el Gimnasio Moderno y en la Escuela Normal Superior, entidad de carácter universitario, también de corte liberal, refugio de intelectuales españoles y extranjeros, que contribuyeron a enriquecer la cultura del país de acogida, al estilo del Colegio de México, en D. F.. Allí comparte amistad con Pablo Vila, Luis de Zulueta, Pedro Urbano González de la Calle, Jose Mª Ots,  José de Recasens, Francisco Vera, Manuel Usano,  Daniel y José Prat (padre e hijo, este último, fundador del Ateneo de Madrid) y Francisco de Abrisqueta, entre otros. Fue también profesora del Conservatorio Superior de Música, perteneciente a la Universidad Nacional de Colombia, donde ejerció durante diez años.

   Durante su estancia en Bogotá estrena, con la Banda Municipal de la ciudad, un pasodoble de una zarzuela suya, La capa española, instrumentada para banda por Daniel Prat. Pone música también a la obra del actor y autor teatral colombiano Víctor Mallarino, El Jardín de las imágenes, obra que se estrenó en el Teatro Colón de Bogotá, cosechando un gran éxito y permaneciendo en cartel durante varios meses. Musicalizó también la obra del mismo autor A un año del recuerdo. Con este autor colaboró siempre estrechamente en arreglos, composiciones para sus obras o declamaciones, adaptaciones musicales para programas de radio, etc.

   Como concertista de piano es especialmente recordada en Colombia por su interpretación de su obra La Copla Intrusa, en los conciertos celebrados en el Teatro Colón de Bogotá. Acompañó a Miguel Fleta en sus actuaciones por toda Europa así como al cantante colombiano Luis Macía, especialmente en la interpretación que este último hizo de las Siete canciones populares de Manuel de Falla en la radio colombiana.

   Como docente mostraba especial sensibilidad hacia los niños, lo que le llevó a componer unas Canciones infantiles con acompañamiento de piano de una gran calidad musical.

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   Pero la vida en Colombia también empezó a resultar difícil por los acontecimientos socio-políticos que empezó a  sufrir el país. El 9 de Abril de 1948, durante el gobierno del conservador Mariano Ospina Pérez, fue asesinado el jefe del partido liberal Jorge Eliécer Gaitán. Este hecho provocó una revuelta a nivel popular, conocida como “el bogotazo” o “la violencia”, que derivó en un conflicto armado del que el país aún acaba de recuperarse. Las hermanas Rodrigo eran tachadas de comunistas por ser exiliadas republicanas, y por tanto fueron perseguidas. Uno de los colaboradores profesionales de Mercedes en Colombia,  José María García Madrid, consiguió emigrar a Puerto Rico y organizó la manera de llevarse a Mercedes y a su hermana María, lo que consiguió en 1950.

   Puerto Rico era, por entonces, un país más atrasado aún que Colombia, en el que no existía carrera de Psicología ni Conservatorio de Música, pero les sirvió de refugio a ambas, al igual que a otros muchos exiliados no sólo españoles, sino también europeos y americanos que huían de la Segunda Guerra Mundial.  La Universidad de San Juan, en el Recinto de Río Piedras, se convirtió en el centro intelectual del país. Su rector, Jaime Benítez, dispensó una gran acogida a los españoles, ya que en aquellos años comenzaba en el país una agresiva invasión cultural americana y la nueva savia española contribuía a no olvidar las raíces. Allí se dieron cita, entre otros, Juan Ramón Jiménez y su mujer Zenobia, Pedro Salinas, Francisco Ayala y Pablo Casals, fundador este último del Conservatorio y de la Orquesta Sinfónica, y de un Festival de Música que aún perdura y que lleva su nombre. Francisco Ayala creó una revista que pervive también hoy, “La Torre”, y contribuyó a la redacción de la Constitución de Puerto Rico. Pedro Salinas está enterrado allí, y Jaime Benítez, el rector, recogió el Premio Nobel de Literatura que le otorgaron a Juan Ramón Jiménez en 1956, ya que éste no pudo recogerlo por motivos de salud. Entre todos crearon el Primer Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad. Aún hoy día existe en la Universidad una sala “Juan Ramón Jiménez”, que contiene numerosos manuscritos y libros esenciales para la reconstrucción de la Historia en lengua castellana.


   Mercedes y María se incorporaron plenamente en aquel círculo y ambas trabajaron en la Universidad, Mercedes como profesora de Educación y más tarde como psicóloga consultora en la Universidad, y María impartiendo cursos y conferencias primero y más tarde como profesora del Conservatorio, interviniendo junto a Pablo Casals en su fundación.   Allí impartió clases  de teoría y solfeo y siguió componiendo hasta el año 1967, en que falleció.  Nunca se casó ni tuvo hijos. Vivió siempre con su hermana Mercedes, soltera como ella, que la sobrevivió hasta el año 1982.

   Si analizamos la vida de María nos damos cuenta de que no fue nada fácil, ya que le tocó vivir de lleno la situación del exilio, en dos ocasiones, ya que en Colombia volvió a encontrarse en la misma situación que le obligó a salir de España. Cuando llegó a Colombia ya tenía 50 años, y 60 cuando aterrizó en Puerto Rico. No eran edades como para empezar de nuevo, sin embargo, siempre supo adaptarse a su nueva situación y aprovechar las oportunidades que se le ofrecían para seguir subsistiendo, sacando además el mejor partido de ellas. Sin duda, la música supuso un refugio y una fuerza para seguir adelante.

   Su estilo es claramente nacionalista, con numerosos matices románticos y con alguna influencia wagneriana en las obras compuestas durante su estancia en Alemania.

   Gran parte de su obra se perdió en medio de tanto cambio, como apuntábamos al principio. En la Biblioteca del Real Conservatorio Superior de Madrid se conservan la ópera Becqueriana, Ayes, tres canciones para canto y piano, la zarzuela Diana cazadora o pena de muerte al amor, La copla intrusa, para piano y Preludio, recitativo y concertante, para orquesta y voces. En Colombia hay algunos documentos sobre ella en el Archivo General de la Universidad, pero no aparece ninguna composición suya; la situación caótica  del país durante tantos años no ha permitido tener archivos ni catálogos pormenorizados. En San Juan de Puerto Rico aparece en el catálogo de la biblioteca del Conservatorio una Suite para piano (sin fecha), además de una copia de la zarzuela Diana cazadora o pena de muerte al amor, asi como Ayes, tres canciones  Desperté la vi, canción y La copla intrusa, para piano.  Después de consultar muchas y muy variadas fuentes, sólo ha sido posible constatar, aparte de estas obras, que efectivamente fue profesora del Conservatorio de Música de la ciudad hasta el año de su fallecimiento.

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   Existe una grabación de Columna Música con algunas de sus canciones y la pieza para piano La copla intrusa por Aurelio Viribay y Marta Knörr del año 2005, y en 2017 José Luis Temes grabó la ópera Becqueriana con la Orquesta del Real Conservatorio de Madrid, Ruth Iniesta y Alejandro del Cerro, además de Rimas infantiles y La copla intrusa. Como sucede con las demás compositoras, aún queda mucha obra suya por dar a conocer.

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