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Crítica:  Marin Alsop, la Philarmonia Orchestra y María Dueñas en Ibermúsica

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Autor: Raúl Chamorro Mena
13 de enero de 2025

Crítica de Raúl Chamorro Mena del concierto ofrecido por la  Philarmonia Orchestra en Ibermúsica, bajo la dirección musical de Marin Alsop y con María Dueñas como solista

Marin Alsop, la Philarmonia Orchestra y María Dueñas en Ibermúsica

Brillante arranque de año en Ibermúsica

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 12-I-2025, Auditorio Nacional. Ciclo Ibermúsica. Strum (Jessie Montgomery). Concierto para violín, Op. 35 (Erich Wolfgang Korngold). María Dueñas, violín.  Romeo y Julieta -suite, selección de Marin Alsop- (Sergéi Prokófiev). Philarmonia Orchestra. Directora: Marin Alsop

   Comenzaba el año 2025 del ciclo Ibermúsica, en el que nos esperan exitantes citas, con un interesante concierto a cargo de una de las orquestas más habituales del ciclo, la Philarmonia Orchestra, agrupación fundada por el mítico productor de la EMI Walter Legge y destinada, en principio y fundamentalmente a las grabaciones de dicho sello discográfico. 

   La centuria ha tenido como titulares grandísimas figuras de la batuta, desde Herbert von Karajan y Otro Klemperer, nombrado en su día director vitalicio, a Riccardo Muti y Esa-Pekka Salonen. En esta ocasión, la orquesta ha comparecido con su principal directora invitada, Marin Alsop y, personalmente, añado que afortunadamente, dado el escaso nivel demostrado, en opinión de quien firma estas líneas, por su nuevo director titular desde 2021, Santtu-Matias Rouvali.

   El concierto comenzó con un estreno en Madrid, Strum de la compositora estadounidense Jessie Montgomery, una composición de inconfundible raigambre norteamericana, y que se integraba perfectamente con el sustrato cinematográfico del concierto para violín de Korngold que venía a continuación. Strum, ofrecida en su versión sólo para orquesta de cuerda, se basa en un constante impulso rítmico, aires danzables y abundantes pasajes en pizzicato, y constituyó un adecuado vehículo para que la Philarmonia Orchestra, conducida por brío y energía por Marin Alsop, luciera la calidad de su cuerda, empastada y flexible. 

Marin Alsop, la Philarmonia Orchestra y María Dueñas en Ibermúsica

   El eximio violinista Jascha Heifetz, al que su legendario Maestro Leopold Auer descartó como alumno propio por considerarlo «alumno de Dios», estrenó en 1947 el Concierto para violín de Erich Wolfgang Korngold. El gran músico, considerado en su día niño prodigio de la composición y que hizo fortuna en su exilio estadounidense como autor de bandas sonoras para el cine, actividad que su padre, implacable crítico musical, consideraba menor. Korngold reúne algunas melodías de diferentes bandas sonoras en un magnífico concierto que parece instalado ya, definitivamente, en el repertorio habitual de los virtuosos del violín.

   Hace apenas un año, Ibermúsica acogió una interpretación memorable de la obra por parte de la grandísima Hilary Hahn. No alcanzó esas cotas la granadina María Dueñas, pero sin duda ofreció una versión muy estimable, que acredita su cada vez más asentado prestigio internacional. 

   Desde el comienzo, pudieron apreciarse esas cualidades que aprecié en la violinista española desde la primera vez que la escuché en directo con apenas 16 años de edad. Esa seguridad técnica, la impecable afinación, ese aplomo combinado con un temperamento aguerrido, del que fue buen ejemplo el arrojo con el que afrontó los abundantes pasajes vertiginosos y virtuosísticos de la obra. Notable la cadencia del primer movimiento. El sonido de la Dueñas es cuidado y penetrante, pero falto de un punto más de calibre, de anchura y redondez. Las notas altas brillan, aunque alguna resultó algo tensa y encogida. El fraseo de la granadina resultó musical, capaz de destacar tanto los pasajes de intenso lirismo y los más enérgicos. Ciertamente, la bella romanza del segundo movimiento se hubiera beneficiado de un mayor vuelo y extática ensoñación. De un mayor poso que contrastara con la intensidad impetuosa. Las vertiginosas cascadas de notas del último capítulo surgieron con fluidez y naturalidad, producto de la seguridad, destreza y dominio del arco de la Dueñas, así como su garra y entrega resuelta.  El acompañamiento de Alsop garantizó pulso, brillantez y colorido orquestal. 

   Las ovaciones del público fueron recompensadas con dos propinas. En primer lugar, Valse triste de Franz von Vecsey y, a continuación, Applemania de Alexsey Igudesman, destacando la interpretación de esta segunda pieza, que fue recibida por calurosos aplausos y bravos. 

   La magnífica versión ofrecida en la segunda parte de la espléndida suite de Romeo y Julieta de Prokofiev fue adecuada muestra de la calidad de la Philarmonia Orchestra y de la asentada y muy competente batuta de Marin Alsop.

Marin Alsop, la Philarmonia Orchestra y María Dueñas en Ibermúsica

   La interpretación reunió sentido del orden, pulso y energía por parte de la batuta, además de los contrastes entre las diversas atmósferas y faceta expresiva de cada escena. Misterio, fuerza dramática (muerte de Tebaldo y de Julieta), solemnidad grandiosa (danza de los caballeros) y efusión lírica. Magnífica prestación de la orquesta con impecable actuación de todos los solistas, empezando por el violín concertino, que capitaneó una destacada cuerda por empaste, brillantez, mordiente, cuerpo y tersura. 

   La orquesta también ofreció dos propinas. El último número, The wild bears-los osos salvajes, de la segunda suite para orquesta The Wand of youth-La varita de la juventud de Edward Elgar, música inglesa que la Philarmonia orchestra bordó. En segundo lugar, la cada vez más trillada Danza húngara nº 5 de Johannes Brahms con invitación a palmitas del público. Sobró. 

Fotos: Rafa Martín / Ibermúsica

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