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Crítica: Matteo Beltrami dirige «Rigoletto» de Giuseppe Verdi en el Teatro Comunale de Bolonia

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Autor: Magda Ruggeri Marchetti
26 de marzo de 2019

Una música de extraordinaria belleza

Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. 19-III-2019. Teatro Comunale. Rigoletto [Giuseppe Verdi/Francesco Maria Piave]. Alberto Gazale [Rigoletto], Stefan Pop [Il Duca di Mantova], Lara Lagni [Gilda], Abramo Rosalen [Sparafucile], Anastasia Boldyreva [Maddalena], Laura Cherici [Giovanna], Nicolò Ceriani [Il Conte di Monterone], Abraham García González [Marullo], Rosolino Claudio Cardile [Matteo Borsa], Simone Marchesini [il Conte di Ceprano], Aloisa Aisemberg [la Contessa di Ceprano], Chiara Notarnicola [un paggio], Gianluca Monti [un usciere di corte]. Orquesta y Coro del Teatro Comunale. Director de escena: Alessio Pizzech. Dirección musical: Matteo Beltrami.

   Rigoletto procede del drama de Víctor Hugo Le roi s’amuse y se representó por vez primera en Venecia en el Teatro La Fenice el 11 de Marzo de 1851. Es la primera obra de la famosa «trilogia popolare» (Rigoletto, La traviata, Il trovatore) y afirma ya la grandeza del genio de Verdi.

   Por razones de censura el rey se transformó en un imaginario Duque de Mantua pero el compositor, subvertiendo las jerarquías, quiso como protagonista al bufón y de aquí el título: Rigoletto. El gran compositor supo infundir en este personaje, herido en lo más profundo de sus afectos, una potencia lírico-dramática que se manifiesta en su actuación instintiva, en su secreto y único amor: su hija. Por medio de páginas musicales de extraordinaria belleza, ha creado así un drama grandioso donde la inmoralidad de la vida cortesana del siglo XVI, representada en esta edición por la orgía que tiene lugar en la fiesta del Duque, contrasta con los sentimientos del bufón y de su hija. El culmen del drama se alcanza sin duda en la maldición de Monterone (Nicolò Ceriani), subrayada por el coro. En efecto, en el I acto, Rigoletto es un ser insensible, malicioso y escarnecedor, mientras que en el II aflora en él la humanidad más dolorida, que le empuja a implorar a quien antes había amenazado. En junio esta producción del Teatro Comunale irá en tournée a Japón, junto con Il barbiere di Siviglia, que acabamos de ver.


   El montaje de Alessio Pizzech, que en 2016 veía el desasosiego de Rigoletto más en su interior, no vuelve aquí al hombre jorobado de todos conocido, sino a un ser con una malformación del brazo ocultada con un elemento decorativo que le sirve para entretener al Duque y a los cortesanos. Siempre muy acertada la recreación del lugar de la tragedia final: una embarcación difícil de controlar, como el hado que allí se cumple. Bueno el trabajo del escenógrafo Davide Amadei, impecable la iluminación de Claudio Schmid adaptada por Daniele Naldi y adecuado el vestuario de Carla Ricotti.

   En esta versión emerge sobre todo la grandiosidad de la música bajo la batuta de Matteo Beltrami, que consigue obtener soberbios resultadosdirigiendo una orquesta, como la del Teatro Comunale, que sabe seguirle con precisión y esmero. El maestro capta los delicados matices de la partitura con decididos cambios de velocidad, tono e intensidad, subrayando sucesivamente las reminiscencias, los sentimientos dulces y amorosos de Gilda, la frivolidad del Duque, la abyección de los cortesanos y las múltiples facetas de Rigoletto, que van desde la adulación, la perversión, la ferocidad y la superstición hasta la ternura de padre. Perfecto el acuerdo entre voces y orquesta, frenético el ritmo de la música en «Cortigiani vil razza dannata». Muy sugestiva la recreación musical de la tormenta, confiada a matices ligeros y rapidísimos, y extraordinariamente evocativa. El coro, preparado por Alberto Malazzi, alcanza como siempre excelentes resultados.

   De buen nivel el reparto vocal. Alberto Gazale es un barítono con voz dúctil y potente y buena musicalidad. Sus óptimas dotes dramáticas consiguen representar a un Rigoletto que no comprende la infelicidad de la hija a quien, por hiperproteccion, obliga a vivir aislada del mundo. Stefan Pop, con voz luminosa, buen timbre y facilidad en el agudo, representa bien al Duca libertino y mentiroso, habituamente jactancioso y socarrón, pero suave y persuasivo en el duo con Gilda. En el difícil papel de la protagonista femenina, Lara Lagni ha dado una prueba correcta aunque con alguna dificultad de impostacíón. El bajo Abramo Rosalen dibuja acertadadamente a Sparafucile y Anastasia Boldyreva es una óptima Maddalena, tanto vocalmente como en la perfecta caracterización de su personaje. Buenos los demás intérpretes. El público del estreno aplaudió efusivamente a todo el equipo.

Foto: Rocco Casaluci

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