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Nadine Sierra: 'Realmente excepcional'. Por Aurelio M. Seco

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Autor: Aurelio M. Seco
7 de abril de 2016

NADINE SIERRA: REALMENTE EXCEPCIONAL

Por Aurelio M. Seco
La primera vez que escuché en youtube el recitativo y cavatina “Eccomi in lieta vesta... Oh! quante volte o quante..”, de la ópera I capuleti e i montecchi, de Bellini interpretada por Nadine Sierra me pareció estar descubriendo a un verdadero prodigio de la interpretación. Hacía tiempo que no veía una manera de cantar tan honesta, veraz y bella. La grabación es de 2013, de un concierto ofrecido en el contexto del Neue Stimmen Singing Competition, que la cantante estadounidense ganó, como se hizo también con el ya extinto Premio Montserrat Caballé y con el premio de jóvenes intérpretes del Metropolitan de Nueva York, el Metropolitan Opera National Council Auditions. Les invito a que dediquen un momento a ver con cuidado el fragmento, que incluimos a continuación. A cada paso, en cada momento, Sierra da una verdadera lección de canto y veracidad dramática, sin excesos ni afectaciones vanas o forzadas. Al contrario, desde la más absoluta humildad y una concepción artística puesta al servicio de la intencionalidad del fragmento y el canto bello. No sabemos de dónde procede el arte con mayúsculas y la prodigiosa técnica de esta joven intérprete que parece tocada por la mano de Dios, pero el caso es que posee ambas cosas y, con este fragmento, ha regalado una interpretación inolvidable.

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   La segunda parte de la pieza -"Oh, quanto volte"-  resulta verdaderamente prodigiosa, con la artista profundamente inmiscuida en el papel, incluso emocionada hasta la lágrima, tal es su franqueza y fuerza interpretativa. La voz no sólo es bella, sino bellísima, de una calidez y ductilidad difícil de encontrar hoy, pero es sin duda la inteligencia de su canto lo que más nos ha llamado la atención. En el mismo soporte la hemos visto cantar el papel de Gilda, en el Met, con una dirección escénica problemática y musical discreta que ella resuelve con gran inteligencia y saber estar.

   Vuelve a estar presente su inteligencia, un aspecto difícil de encontrar hoy, en su interpretación del famosísimo "Oh mio babbino caro", que cantó en el concierto de Año Nuevo de La Fenice de Venecia, una cita en la que iba a compartir escenario con Celso Albelo, que finalmente tuvo que cancelar su presencia. La versión es lenta, puede que incluso demasiado, en parte porque el director la acompaña demasiado tarde. Sin duda consciente de ello, Sierra aguanta las largas respiraciones con una naturalidad y entereza realmente admirables y significativas de una cualidades superdotadas. Es sorprendente la madurez de esta artista, capaz de afrontar la dificultad de una Lucia di lammermoor con una templanza y riqueza de medios de primera categoría.

   Nadine Sierra es una de esas sopranos que tiene la suerte de unir a sus extraordinarias cualidades vocales un evidente atractivo físico, pero  no da muestras de pavonearlo ni de sacar provecho de él sobre la escena, sino de sobrellevarlo con sencillez y naturalidad.  Todo sobre el escenario parece estar al servicio de la recreación profunda del personaje, a través de una capacidad de concentración realmente llamativa. El nombre de Nadine Sierra ya se va moviendo por los más importantes teatros internacionales. No la hemos descubierto nosotros, pero creemos que ni mucho menos está todavía en el lugar que se merece y al que seguro llegará. Ha debutado en Met, La Scala y, más recientemente, en la Staatsoper im Schiller Theater de Berlín, con un papel no hace justicia a sus cualidades. O mucho nos equivocamos o estamos ante una de las artistas que va a marcar con claridad y personalidad propia el contexto lírico internacional en los próximo años.

   En su arte hay detalles realmente excepcionales. Al final del aria de Bellini -"Oh! quanto volte"-, cuando ya ha terminado de cantar y mostrar un fraseo bellísimo y un fiato propio de una fuera de serie, la artista no concluye la interpretación con la última nota, sino a través de una dramática y sobrecogedora última respiración. Qué profunda su sensibilidad.

Fotografías: Merry Cyr

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