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Crítica: Los Niños Cantores de Viena en el Auditorio de Oviedo

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Autor: Nuria Blanco Álvarez
1 de marzo de 2018

Un viaje musical con los Niños Cantores de Viena

   Por Nuria Blanco Álvarez | @miladomusical
Oviedo. 25-II-2018. Auditorio Príncipe Felipe. “Conciertos del Auditorio”. Niños cantores de Viena. Luiz de Godoy, dirección y piano.

   Los populares Niños cantores de Viena son toda una institución en el mundo coral, no en vano su origen data nada menos que del siglo XIII cuando cantaban en la Capilla Imperial de la capital austriaca. Recaló en Oviedo, en su gira por España, uno de los cuatro coros que integran la formación, fueron 23 niños los que ofrecieron su voz a un auditorio lleno hasta la bandera. Se percibe en esta clásica agrupación un cierto aire fresco con pequeños detalles que dotan de dinamismo a un conjunto, que por otro lado, no necesita de parafernalias para embellecer su de por sí fantástico trabajo. Así se acompañaron en varios momentos de algunos instrumentos de pequeña percusión y variaron su disposición en varias piezas, llegando a ocupar en una de ellas todo el espacio escénico dispersándose sobre las tablas, incluso utilizaron un par de elementos de atrezzo para ambientar una pieza en un café y pidieron la colaboración del público con palmas para acompañar uno de los temas. Sorprendieron a la audiencia con su presentación en la sala desde el final del patio de butacas interpretando un canon del Llibre Vermell de Montserrat, que continuaron cantando a lo largo de los pasillos recorriendo acústicamente la sala hasta desembocar en el escenario para colocarse a ambos lados del piano que lo presidía. Su director desde 2016, el brasileño Luiz de Godoy, hizo las veces de maestro de ceremonias presentando muchas de las obras y acompañando al piano gran parte de ellas, dejando algunas a capella para deleite de los presentes.

   Como él mismo se encargó de explicar, el concierto iba a ser en realidad un viaje musical por todo el continente europeo y es que, efectivamente, interpretaron obras de quince compositores diferentes además de tres piezas populares, con un amplio abanico de lenguas, sin duda muy enriquecedor para el público y los propios cantores, aunque bien es cierto que algunas pronunciaciones podían haberse cuidado mucho más.  En “El café de chinitas” de Lorca, por ejemplo, nadie hubiera dicho que lo interpretaban en nuestro idioma, pues por no entender, no se les entendía ni el título, y eso que tan solo lo entonaban cuatro niños y no la agrupación completa, claro que el volumen del piano tapaba con frecuencia sus voces. Nuestro desconocimiento del armenio y serbio nos impiden hacer valoraciones al respecto en las piezas en tales lenguas. Sus voces, magníficamente empastadas, se mostraron muy bien cubiertas, sin demasiados artificios y con preciosos agudos en general, pero hemos de decir que en otras ocasiones les hemos escuchado con una mayor perfección técnica, especialmente en cuanto a afinación se refiere, algo descuidada tanto en los finales de algunas piezas, por ejemplo en la canción rusa “Podblyudnye” de Stravinski, así como en las agilidades de otras como el Motete “Cantate Domino” de Buxtehude y la Antífona “Salve Regina” de Fux y se echaron en falta más juegos dinámicos. No obstante no podemos dejar de alabar el sonido general conseguido y la belleza de sus voces blancas, muchas de las cuales actuaron como solistas. Daba gusto observar la postura corporal de los cantores, relajada pero formal, muy concentrados y siempre atentos a su maestro, y su posición bucal bien redondeada para proyectar lo mejor posible el sonido. Nos obsequiaron con divertidos momentos como en el “Contrapunto bestiale alle mente” de Banchieri donde pudimos escuchar a todo tipo de fauna,  muy bien imitada por los pequeños cantores y estuvieron más relajado en las piezas finales, ya en alemán, donde incluso se percibía un leve movimiento en sus cuerpos al interpretar versiones de las míticas obras de los Strauss, como el “Vals del Emperador” o el propio “Danubio Azul” para poner punto y final al concierto. Y es que no se puede negar que la sangre vienesa corre por sus venas, a pesar de los diversos orígenes de sus integrantes.

Foto: Ayto. de Oviedo

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