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Temporada de la OSCyL: Josep Pons dirige obras de Bizet, Zimmermann y Shchedrin, con Manuel Blanco como solista

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Autor: Agustín Achúcarro
13 de diciembre de 2018

Temporada de la OSCyL: Josep Pons dirige obras de Bizet, Zimmermann y Shchedrin, con Manuel Blanco como solista

Un reportaje de Agustín Achúcarro

   «Se trata de intentar hacer un programa que quede muy bien trabado, aunque las obras sean de estéticas muy diferentes, lo que proporciona un mosaico de colores alucinante», así resume Josep Pons el concierto que dirige a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, los días 13 y 14 de diciembre, en el Auditorio de Valladolid.

   Una generalización que el director pormenoriza al referirse a cada una de las obras. «El Concierto para trompeta responde al Bernd Alois Zimmermann de los años 50 del siglo XX, no es el compositor posterior de Die soldaten, sino el de la época en la que empezaba la Escuela de Darmstadt y estaban naciendo como compositores Boulez, Stockhausen, Henze, Berio o Ligeti, cuya obra sonaba en ese momento bartokiana, y Stravinsky escribía su Septeto». Rodeado de todas estas circunstancias Pons se admira de que «Zimermmann saliera con esta obra, pues es un intento de hacer música mucho más fresca, emparentada con el jazz de esa época, en una especie de jazz free proveniente de los espirituales negros con la melodía de Nobody knows… en la que se basa su concierto. Y a partir de aquí va hacia músicas que posteriormente harán autores como Mike Davis o Duke Elligton, por lo que se puede afirmar que se anticipa a ellos». Así que para Pons es relevante el tener en cuenta que la obra «busca una mistura con el jazz» y que «sin ser algo nuevo, pues antes lo intentaron compositores como Stravinsky o Ravel» posee la propiedad de que «no suena pasada de moda, sino totalmente actual». Pons pondera mucho el trabajo del solista, el trompeta Manuel Blanco: «su labor es magnífica, ya que la obra es de una dificultad tremenda, y de hecho su interpretación se ha convertido en una referencia –está grabada por ambos con la ONE en un cd titulado Fearless– ya que se trata de una composición que exige una resistencia enorme, en la que Manuel se deja la piel».  El hecho de que Zimmermann parta del concierto clásico, explore otros campos mucho más libres y se decante por otros estilos tiene para Pons cierta correspondencia con la Carmen Suite de Rodion Shchedrin. «¿Qué es Carmen Suite?», se pregunta el director, a lo que el mismo responde lo siguiente: «Es una obra sensacional que se explicaría mejor si se llamara Carmen Fantasía, lo que pasa es que ya existía una composición con ese nombre, porque es precisamente eso, una fantasía hecha por un ruso en la que a veces no sabes si lo que domina es esa idea francesa sobre España escrita desde París o el carácter de Rusia. Hay un momento en la marcha, se lo decía yo a los músicos en un ensayo, que al meter tanto dramatismo suena más a Shostakovich que al propio Bizet», expone Pons, quien define a esta obra en los siguientes términos: «Es un poco la Mona Lisa con bigotes, con un punto transgresor, y resulta importante que el público vea donde están esos bigotes, ese es nuestro trabajo, pues es fundamental entender su ironía y su sentido del humor». También recuerda que «la suite n.º 1 de La arlesiana tiene cierta sintonía con Carmen Suite, en cuanto a que Shchedrín introduce en su partitura la farandola de dicha obra». El compositor creó esta obra para la bailarina Maya Plisétskaya.

   El programa comienza con la suite n.º 1 de La arlesiana, de Georges Bizet. «Se trata de música original para la escena, incidental, de la que por cierto interpretaremos solo la suite n.º 1, que fue la que reinstrumentó Bizet, y no la n.º 2, que no está ni instrumentada por él».  Pons califica el lugar en el que se sitúa La arlesiana como «una chinoiserie», lo que corresponde a una situación geográfica «de paraísos imaginarios». «Pasa al igual que ocurre con Carmen, pues hablar de una payesa de Arlés, a la que nunca se le ve la cara, en la mentalidad de la época está casi tan lejos, aunque sea en la misma Francia, como París de Sevilla», apunta el director al tiempo que considera que se trata de «la creación de un compositor con mucho talento, con chispa juvenil, que hace una música con mucha gracia».   

   Siguiendo la línea de buscar relaciones entre obras, Pons reseña el empleo de saxofones tanto en el Concierto para trompeta como en La arlesiana, «lo que da una coloración muy determinada a la orquesta», subraya. Y añade una cuestión más: «La arlesiana, concretamente su Adagietto, a veces se interpreta como una premonición del de la Sinfonía n.º 5 de Mahler y a mí me parece un error, pues se trata más bien una resonancia de un cuarteto de Haydn, ya que no hay que olvidar que originalmente no era para gran orquesta».

Fotografía: oscyl.com

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