La obra se escuchará por primera vez en el Teatro Real, en una función única que traerá nuevamente a su escenario el Ensemble Correspondances, grupo instrumental y vocal especializado en el barroco francés, fundado y dirigido por el clavecinista y organista Sébastien Daucé
El viernes 27 de septiembre, a las 19.30 horas, el Teatro Real acogerá por primera vez sobre sus tablas la tragedia bíblica David et Jonathas, de Marc-Antoine Charpentier (1643-1704), que se ofrecerá en una función única con el Ensemble Correspondances y su director musical, Sébastien Daucé, tras su reciente éxito en el coliseo madrileño con el espectáculo El nacimiento del Rey Sol.
David et Jonathas es una grandiosa tragédie biblique en cinco actos, estrenada en París en 1688, con la estructura de una ópera y la temática de un oratorio. El libreto, del padre jesuita François de Paule Bretonneau está inspirado en el conmovedor pasaje del Antiguo Testamento que narra la amistad entre los adolescentes David –el rey David, hijo menor del pastor Jesé, criado por el rey Saúl–, y Jonathas, hijo mayor de Saúl. Jonathas y David, que se aman desde que se conocieron, se juran amistad eterna provocando los celos y la furia de Saúl, que intenta matar a David, pero finalmente se reconcilian. Sin embargo, el dolor vuelve a interponerse entre los dos amigos cuando Jonathas es vilmente asesinado por los filisteos, provocando el inconsolable sufrimiento de David: «tu amor fue para mí más maravilloso que el amor de las mujeres».
La música de Charpentier, de gran expresividad, refleja la grandiosidad de los conflictos políticos y también el intimismo, complejidad y profundidad psicológica de los personajes, sobre todo del dúo protagonista, cuya relación emocional es el núcleo de la partitura. A través de arias, coros y escenas dramáticas, Charpentier crea un paisaje sonoro con una música ricamente ornamentada, incluyendo distintas danzas, ritornelos y motivos melódicos de gran belleza, que enriquecen la narrativa musical.
El reparto de esta función estará formado por el tenor agudo Petr Nekoranec [David], la soprano Gwendoline Blondeel [Jonathas, hijo de Saúl), el barítono Jean-Christophe Lanièce [Saúl, rey de los israelitas], la mezzosoprano Lucile Richardot [La Pythonisse], el barítono Etienne Bazola [Joabel] y el bajo Lysandre Châlon [Achis/L'ombre de Samuel].
En palabras de Daucé, director de este espéctáculo: «Las primeras notas que interpretó Correspondances fueron las de Charpentier. A lo largo de los años hemos construido la identidad del grupo bajo la protección de este genio de la música. Llegamos con este David & Jonathas a un punto importante para nosotros, abordar por primera vez una de las dos únicas grandes obras líricas que nos dejó.
¿Por qué David et Jonathas antes que Médée? No solo por la cronología, aunque el desarrollo de Charpentier sigue un proceso lineal muy diferente al de sus contemporáneos; siempre estuvo en una búsqueda constante, ninguna obra se parece a la anterior, nunca un descubrimiento se convierte en un sistema, nunca de un hallazgo resulta un tic repetitivo... David la compuso después de una serie de experiencias anteriores (principalmente sus Histoires sacrées, que presentamos en Caen en 2016) que renueva por completo. Así, el tema de Saúl y David, que había tratado en forma de oratorio, reaparece aquí bajo una luz totalmente nueva.
¿Una ópera? ¿Una ópera bíblica? El género de esta obra no encaja en nuestras categorías. Compuesta para el espectáculo de fin de año del Gran Colegio Jesuita Louis-le-Grand en 1688, Charpentier moviliza tanto a profesionales de la Academia Real como a los propios estudiantes en el marco de una producción importante digna de la ópera. Los actos que la componen se alternaban con los actos de una tragedia teatral sobre el mismo tema, representada en latín. Esta obra se aleja de los cánones de la tragedia inventada por Lully en su forma, pero también en su estilo musical: se dan en ella una intensidad y una interioridad singulares, un cuidado especial en la escritura vocal y en la riqueza de su acompañamiento, así como evocaciones descriptivas muy notables.
Lo que da todo su sabor a David et Jonathas hoy en día es su punto de vista. Vemos el mundo, la guerra, las tensiones familiares, la locura, el ejercicio del poder, la paranoia, el valor de la palabra, todo con la mirada de la juventud. Así, las guías de lectura del mundo de los adultos se vuelven obsoletas.
Al final de este primer cuarto del siglo XXI me parece que esta obra del siglo XVII, a pesar de la tragedia que nos presenta, respira una forma de idealismo saludable que nutre la esperanza (David quiere la paz y se esfuerza, contra viento y marea, por reconciliar a las partes) y nos dice algo sobre la fuerza de los juramentos (poco importa si se trata de amistad o amor, lo que cuenta es la palabra dada, más fuerte que todo). Alimenta, en fin, una visión del mundo, seguramente caballeresca e idealista, que solo la adolescencia se atreve a tener. Quizás esta mirada de adolescente, reforzada por la cultura y experiencias de siglos pasados, sea la clave de nuestro futuro».
Fotografía: Pawel Stelmach.
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