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Opinión: Fallados los III Premios GEMA, a la creatividad y la innovación en la música antigua

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Autor: Mario Guada
14 de junio de 2017

LA MÚSICA ANTIGUA ESPAÑOLA VOTA

   Por Mario Guada | @elcriticorn
   Vaya por delante mi enhorabuena por su labor a la Asociación de Grupos Españoles de Música Antigua [GEMA], pues desde hace tiempo se hacía necesaria la presencia de una entidad que vele por los interés del sector de la música antigua en España. Hay que tener en cuenta lo joven del proyecto, y por ende todo lo que hay que mejorar, pero también por eso mismo es necesario felicitar a dicha asociación cuando las cosas se hacen bien. A pesar de todo, creo que estos III Premios GEMA, a la creatividad y la innovación de la música antigua son de esos aspectos en los que falta trabajo por pulir. La entrega de premios, llevada a cabo hace unos pocos días, distó bastante de la realizada el año pasado, comenzando por la sala escogida, el auditorio CentroCentro –sito en el Palacio de Cibeles–, más adecuado en dimensión, instalaciones y estética a la sala de cámara del Auditorio Nacional; siguiendo por el presentador –en este caso, la presencia de Eduardo Torrico desmereció frente a la de Marta Fernández, por varias razones–; y terminando por la propia realización de la gala, quizá más directa y menos emotiva que en la edición anterior. Sea como fuere, el resultado general de la velada puede tildarse de satisfactorio.

   Entrando en harina en cuanto a los premiados, hay diversos galardones que me cuasaron especial impacto, pero no viene al caso mi opinión al respecto en este momento. Sin duda, el gran triunfador de la velada fue Windu, un ensemble de flautas de pico que recibió los tres premios a los que optaba:  Grupo Joven 2016, Innovación 2016 y Premio del Público Mejor Grupo 2016. Se trata de un triunfo arrollador y que supone mucho para este jovencísmo conjunto, que tan solo lleva un año y medio de vida. Su propuesta en la innovación, Under Construction, parece haberse ganado a sus colegas de profesión por su calidad artística, pero especialmente por la vuelta de tuerca dada a la presencia del concierto al uso, especialmente por su simpatía y imaginación sobre la escena. Sin duda, otro de los grandes triunfadores de la noche fue Fahmi Alqhai, galardonado con su conjunto, Accademia del Piacere, como Grupo Barroco Temprano (s. XVII) 2016 –por segundo año consecutivo–, así como al Premio del Público Mejor producción Discográfica 2016, por su registro The Bach Album, además de como director del galardonado en la categoría Festival 2016, el Festival de Música Antigua de Sevilla. El tercer gran triunfador de la velada fue Forma Antiqva, el conjunto asturiano que obtuvo sendos galardones: Grupo Barroco Tardío y Clasicismo (s. XVIII) 2016 y Producción Discográfica 2016, por su album Crudo Amor.

   El resto de premiados transitaron entre los esperado, como Eloqventia, Grupo Medieval 2016 –que lleva tres de tres desde que existen estos premios–; Los Afectos Diversos, Grupo Renacentista 2016 –por segundo año consecutivo–; Raúl Angulo y Antoni Pons [Ars Hispana], Investigación 2016 –también por segundo año consecutivo–, por su fantástico trabajo en la recuperación del recientemente interpretado Oratorio a Santa Bárbara, de José Lidón. Completaron la lista Alicia Lázaro, Dirección 2016 –repite galardón–, y Caroline Astwood, Gestion/Producción 2016.

   El momento más emotivo llegó al inicio de la velada, con la entrega de los Premios de Honor 2016, concedidos a Monserrat Torrent y José Luis González, dos de los pioneros en la interpretación de la música histórica en este país, a los que sin duda tanto se debe hoy día. El propio González acudió a la gala para recoger el galardón y para ofrecer un breve recital que hizo al público regalarle una cálida y emotiva ovación.

   Sin querer entrar a valorar lo acertado o no de los galardonados –obviamente tengo mi opinión al respecto–, sí que tengo necesariamente que reflexionar una vez más sobre la vía y el enfoque de estos galardones. Parece que estos Premios GEMA tienen una notable aceptación entre los asociados, pero creo que se debe reflexionar sobre ese 15% de socios que sencillamente no se implica en absoluto en el proceso de votación ni en los premios en sí. Dado el número de asociados, supone una cifra ciertamente preocupante, dada además la facilidad del proceso de votación y su absoluta transparencia, como así se garantiza desde el Observatorio de Cultura y Creación independientes. Por otro lado, hay que preguntarse, ¿votan realmente todos los grupos con un conocimiento total del trabajo realizado por sus colegas en todas las categorías? ¿No existen inclinaciones de tipo personal u otra índole a la hora de realizar las votaciones? El proceso de unos premios que se entregan desde una asociación para los propios miembros de la asociación, con los votos de los mismos asociados plantea, cuando menos, dudas razonables. Vuelvo a poner sobre la mesa la necesidad de un jurado o figura externa que pueda llevar a cabo el proceso de votación, alguien que necesariamente conozca y siga el trabajo de los grupos y que lo haga de manera totalmente ajena a la propia asociación. Es complicado implementar un sistema totalmente externo, pero creo que sería realmente positivo para la imagen de GEMA y la credibilidad total en sus premios.

   Por otro lado, creo que sería necesario e interesante ampliar la presencia de público a la gala, para que no quede un tanto desangelada en un auditorio, por otro lado de dimensiones muy adecuadas para la ocasión. Por otro lado, los asociados deberían implicarse de manera mucho mayor en la sistencia a la gala, especialmente si están entre los finalistas que optan a cualquiera de los premios. Desluce mucho que varios de los premios no fueran recogidos por los ganadores, y ante su ausencia de poco o nada sirven palabras escritas en papel o vídeos de agradecimiento. Creo que GEMA debe afanarse en garantizar, casi de forma obligatoria, la asistencia de los finalistas a la gala y trabajar por escoger una fecha que facilite la presencia de todos en su  gran fiesta. Me hago cargo de la complejidad del asunto, pero ausencias tan elevadas como las de esta edición no deberían volverse a repetir un año más. Existen mecanismos para forzar la presencia de los socios, si es que estos no ponen interés real por asistir, aunque resultaría lamentable tomar esa vía. Además, la apertura al público debería ser casi una autoexigencia para GEMA. Está bien garantizar las localidades para socios, amigos, prensa y entidades a la gala, pero una vez conocidos los sitios restante, abrir la gala al público general interesado de forma masiva sería inteligente.

   Cabe felicitar, en cualquier caso, a GEMA por la inclusión de dos nuevas categorías enmarcadas en premios del público, con un notable interés mostrado por los votantes, los cuales superaron el númro de 4.700, aunque no sin la permanente ayuda de las redes sociales y el empeño puesto por los conjuntos en publicitar su candidatura. Poco a poco se van tomando medidas para hacer de estos galardones una fiesta de la música antigua española con garantías, pero todavía queda mucho camino por recorrer y un ingente trabajo por hacer para mejorar. De cualquier forma, estoy seguro de que estamos ante una asociación que ha marcado un antes y un después en este país y que conseguirá todo lo que se proponga en un futuro cercano.

Fotografía: GEMA.

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