Opinión: 'Ilusión para unos vs. desilusión para otros'. El Teatro Real presenta su nueva temporada. Por Pedro J. Lapeña Rey

Emoción para unos vs. desilusión para otros

   Por Pedro J. Lapeña Rey
   El lunes por la noche en Londres, la producción de una ópera realizada por un teatro español alcanzaba por primera vez en la historia el International Opera Award 2018. Fue por el montaje de Billy Budd de Benjamin Britten, dirigido la temporada pasada por Deborah Warner en el Teatro Real.

   A la mañana siguiente, la plana mayor del teatro, incluido sus dos directores musicales –Ivor Bolton y Pablo Heras-Casado– se presentaron exultantes ante los medios, para presentar la nueva temporada, “la mejor desde la reapertura” en palabras de Joan Mataboch, Director artístico del coliseo. Ésta afirmación tan rotunda la basó en distintos números:

   - Temporada con 15 títulos –el hilo conductor es ¿por qué la ópera ha tendido a asociarse con lo mitológico?–, 6 conciertos líricos y 5 ballets del nivel del Am Rhein de Dusseldorf, el de la Opera de Paris, el de Sasha Waltz, el de Victor Ullate y la Compañía Nacional de Danza.  

   - 7 nuevas obras que se nunca se habían estrenado en el Teatro Real, algunas de la importancia histórica de La Calisto, de Cavalli, Dido y Eneas, de Purcell o Capriccio, de Richard Strauss; otras actuales como Only the sound remains, de Kaija Saariaho o el estreno absoluto de Je suis narcissiste, de Raquel García Tomas, y otras inclasificables como Com que voz, de Stefano Gervasoni, o La peste, de Roberto Gerhard.

   - 10 nuevas producciones, prácticamente todas en coproducción con varios de los teatros más importantes del orbe, como la National Opera de Amsterdam, la de Opera Nacional de Paris, la Canadian Opera de Toronto, o el Teatro de la Moneda de Bruselas, entre otras.

   Pero a lo que sin duda dio más importancia el Sr. Matabosch fue a la presencia de varios de los directores de escena más prestigiosas del momento. Álex Ollé, de la Fura dels Baus se encargará del Fausto de Gounod tras sus experiencias anteriores con este mito tanto en teatro como en La condenación de Fausto” de Berlioz que les catapultó a la fama en el Festival de Salzburgo de 1999. Robert Wilson hará lo propio con Turandot de Puccini. Peter Sellars seguirá fiel a la finlandesa Kaija Saariaho haciéndose cargo de Only the sound remains, mientras Laurent Pelly hará lo propio con el Falstaff verdiano.

   Aunque de quien mas se habló, fue del canadiense Robert Carsen, que no solo se encargará del Idomeneo mozartiano –se hará en la versión revisada por el propio Mozart para Viena, donde el personaje de Idamante es para un tenor– sino de quien se recupera su veterano Anillo del Nibelungo de la Opera de Colonia dirigido por el Principal Director Invitado, Pablo Heras-Casado. La producción que cuenta ya con unos 15 años, se pudo ver hace unas temporadas en el Teatro del Liceo. A la pregunta de un servidor sobre el porqué de no haber seguido adelante con la coproducción prevista con la Lyric Opera de Chicago encargada a David Poutney, Matabosch se refirió a problemas de fechas y aseveró que el Anillo de Carsen era mucho mejor que el de Poutney, lo que suena algo extraño ya que éste está en sus fases iniciales, y choca con la apuesta del Real por las producciones nuevas.

   Con respecto a alguna de la obras que se anunciaron en el Bicentenario y que todavía no se han hecho, el Sr. Matabosch comentó que Powder her face, de Thomas Ades, no se llevará finalmente a cabo, pero que en futuras temporadas, sí se hará la Juana de Arco en la hoguera, de Arthur Honegger.

   Flotaba en el ambiente el escozor que provocó días atrás el tenor teutón Jonas Kaufman cuando en Barcelona comentó que no cantaba ópera en España porque no había ningún teatro español entre los cinco o seis –Paris, Munich, Milán, Nueva York, Londres o Viena– más importantes del mundo. La respuesta del Teatro Real ha sido este despliegue de directores de escena, que efectivamente, le sitúan en este aspecto en un nivel de privilegio.

   Sin embargo, desde nuestro punto de vista, no parece suficiente. En esos teatros, además de directores de escena de primer nivel, cantan de manera habitual y no solo en recitales o en funciones en concierto, nombres como Juan Diego Florez, Anja Harteros, Anna Netrebko, Roberto Alagna, Elina Garanca, Plácido Domingo, Javier Camarena o el propio Jonas Kaufmann. De la nómina de cantantes que el Real nos presenta esta temporada, solo podríamos encuadrar en ese olimpo al incombustible cantante madrileño y a la gran Nina Stemme, y cerca, aunque a un nivel algo inferior, a Piotr Bezcala o a Irene Theorin. Nos quedamos claramente en un nivel inferior a los teatros mencionados.

   Tampoco parece muy lógico que cantantes españoles de primer nivel como Carlos Alvarez, Aihnoa Arteta o Maria José Moreno lleven tanto tiempo ausentes de las tablas del Real, y también parece algo temerario encargar la dirección musical del Anillo del Nibelungo –la obra de las obras, quizás la decisión mas peliaguda que debe tomar un director artístico ya que trasciende durante varias temporadas, y donde vemos como un día sí y otro también, hay grandes directores que se estrellan– a Pablo Heras-Casado, quien hasta la fecha, solo ha dirigido una obra de Richard Wagner, El holandés errante, con resultados controvertidos.

   La apuesta por nuevas óperas, y la recuperación de una obra tan inclasificable –¿ópera?, ¿oratorio?, ¿cantata?– y a la vez tan extraordinaria como La Peste, de Roberto Gerhard, son de gran interés, y desde aquí las aplaudimos con entusiasmo, pero no nos pueden hacer olvidar que el Real sigue sin recuperar nuestro patrimonio lírico del S.XIX, lo que debería ser uno de sus pilares fundamentales.

   Por tanto, temporada de riesgo, que el Teatro acomete con un alto nivel de entusiasmo, pero que deja bastantes incógnitas en el aire que se irán resolviendo según avance la temporada.

   La temporada completa puede consultarse en el siguiente enlace.