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CRÍTICA: CONCIERTO DE LA ORQUESTA METROPOLITANA DE MADRID EN EL AUDITORIO NACIONAL, BAJO LA DIRECCIÓN DE SILVIA SANZ TORRE. Por Germán García Tomás

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Autor: Germán García Tomás
26 de marzo de 2013
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 EMOCIÓN Y RECOGIMIENTO

16/03/2013. Madrid. Auditorio Nacional de Música (Sala de Cámara). Orquesta Metropolitana de Madrid. Coro Talía. Silvia Sanz Torre, dirección. J. Haydn: Sinfonía nº 44 en Mi menor, (Fúnebre); Alejandro Vivas: Libera me (Piazzolina nº 3- Coral) (estreno absoluto); G. B. Pergolesi: Stabat Mater.

 

       Un programa para el recogimiento espiritual ante la cercanía de la Semana Santa es el que presentó el pasado sábado 16 de marzo la Orquesta Metropolitana y Coro Talía bajo la batuta de Silvia Sanz, directora titular de ambos conjuntos, dentro de su ciclo de abono en el Auditorio Nacional de Música. La primera obra en programa fue un ejemplo del amplio catálogo sinfónico de Haydn: la Sinfonía nº 44, denominada "Fúnebre" por la petición expresa efectuada por el compositor de Rohrau de que se interpretase el movimiento lento durante su propio funeral. La obra encontró una agradable lectura de aliento clásico y estética Sturm und Drang de la que la pieza está impregnada, a pesar de producirse un apreciable problema de afinación en la trompa percibido hasta el segundo movimiento, defecto que se hizo un tanto acusado en algunos pasajes, desdibujando el discurso protagónico de las cuerdas, de un correcto empastado.
      La segunda obra fue un estreno absoluto del compositor almeriense Alejandro Vivas, reconocido autor de bandas sonoras de película, como La conjura de El Escorial, y muy vinculado a la actividad del Grupo Concertante Talía, al tratarse de su director artístico. Al propio Coro Talía, protagonista de la interpretación, le dedicaba Vivas este estreno: Libera me (Piazzolina nº 3), para coro y orquesta, que forma parte de un ciclo inspirado en la música del compositor argentino Astor Piazzola que elevó el tango a la categoría de concierto.

 

      La obra utiliza el último texto de los cinco cantos responsoriales durante el oficio de enterramiento: la petición de salvación ante la muerte en el juicio final. Como el propio músico ha manifestado, "esa petición queda reflejada a través de la exposición de dos mundos: el religioso y el mundano, representados respectivamente por el coro y la orquesta". La particular característica musical de esta obra de contenido sacro, dividida en tres secciones, se encuentra en la combinación del tratamiento polifónico renacentista con un original ostinato rítmico del más puro estilo Piazzola. La armonía adquiere un carácter realmente sugestivo y evanescente en el pasaje orquestal a cargo de las violas que introduce la sección Requiem aeternam. Detrás del admirable resultado final del Coro Talía se adivinó un gran trabajo preparatorio, consiguiendo un alto grado de perfección en la interpretación al transmitir la emoción que subyace en la breve pero intensa obra de Vivas.
      La segunda parte afianzó aún más el esfuerzo emprendido por el Coro Talía y por su directora, en este caso exclusivamente de sus voces femeninas, con una sobresaliente interpretación del Stabat Mater de Pergolesi. Las propias integrantes de la agrupación coral se encargaron de acometer las distintas secciones solistas de esta esencial pieza sacra barroca inspirada en el texto de Jacopone da Todi que relata el sufrimiento de la Virgen a los pies de su hijo crucificado. Las solistas mostraron mayor o menor desenvoltura en el canto ornamentado, destacando en particular la emoción que transmitieron la soprano Inmaculada López, con una expresión especialmente desgarrada en Vidit suum, y la contralto Vanessa Satur en las arias Eia Mater y Fac ut portem. Silvia Sanz optó por tempi no tan excesivamente rápidos, como suele producirse cuando la obra se ejecuta con instrumentos originales, contando en esta ocasión con la sección de cuerdas y el órgano. Resulta muy agradable comprobar el grado de complicidad y confianza que existe entre directora y conjuntos coral y orquestal, dando la impresión al oyente de que la interpretación fluye entre sus miembros con naturalidad y espontaneidad. Ante la ovación insistente, regalaron el bis de la secuencia coral de escritura contrapuntística Fac ut ardeat.
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