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Crítica: «Pietro Il Grande» en el Festival Donizetti de Bérgamo 2019

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Autor: Raúl Chamorro Mena
26 de noviembre de 2019

Otro Donizetti bicentenario

Por Raúl Chamorro Mena
Bérgamo, 23-XI-2019, Teatro Sociale. Pietro Il Grande, Kzar delle Russie (Gaetano Donizetti). Roberto de Candia (Pietro il Grande), Paola Gardina (Madama Fritz), Nina Solodovnikova (Annetta Mazepa), Loriana Castellano (Caterina), Marco Filippo Romano (Ser Cuccupis), Tommaso Barea (Firman), Marcello Nardis (Hondedisky), Stefano Gentili (Notario). Coro Donizetti Opera. Orchestra Gli Originali. Director musical: Rinaldo Alessandrini. Director de escena y escenografía: Ondaturto Teatro - Marco Paciotti e Lorenzo Pasquali.

   Dentro del ciclo Donizetti 200, por el cual cada año el Festival propone un título de la producción del músico bergamasco que ha llegado a bicentenario, se encuadra la programación de Pietro il Grande, Kzar delle Russie, también llamada en su día Il falegname di Livonia. El primer título expresado se impuso, dado que Giovanni Pacini había estrenado ese mismo año 1819 (12 de abril) una ópera con ese mismo título y asunto sobre libreto de Felice Romani en el Teatro alla Scala.

   Si en 1818, Gaetano Donizetti había logrado su primer estreno en Venecia (Enrico de Borgogna representada en la pasada edición del Festival), concretamente en el Teatro San Luca, un año después la ciudad de las lagunas, le ofrecía la oportunidad de presentar, esta vez en el San Samuel abriendo la estación de carnaval el 26 de Diciembre, esta ópera buffa sobre libreto del Conde Bevilacqua Aldobrandini, con elementos de género semiserio (como la confluencia comicidad-patetismo y el contraste de clases sociales con el correspondiente final feliz) basada en esa figura clave, podríamos decir el fundador de la Rusia moderna, que fue el Zar Pedro el Grande. Si bien, Donizetti y su libretista utilizan esta figura sobretodo para rendir homenaje al Emperador Francisco II de Hagsburgo que tomó posesión de Venecia tras el Congreso de Viena y que destacaba por su carácter abierto y cercano con el pueblo, tal y como se explica en el Cuaderno de la Fundación


   El joven Gaetano Donizetti (22 años) asume la inevitable influencia del Rey de la ópera en Europa en esos momentos, Gioachino Rossini, pero con dosis de su propia personalidad y demostrando su gran talento para el género buffo, que cristalizaría en óperas como L’elisir d’amore, La Fille du regiment o Don Pasquale.

   La ópera contiene dos grandes papeles para Buffo en su distribución tradicional de Buffo noble o cantante (Pietro il Grande) y Buffo caricato o parlante (el Magistrado Ser Cuccupis), que estuvieron apropiadamente servidos, lo que contribuyó al buen nivel de la representación, pues si en el género cómico funcionan los cantantes buffos hay mucho terreno ganado. Efectivamente, Roberto de Candia a cargo del papel titular -el Zar que bajo falsa identidad busca al hermano perdido de su esposa Caterina y al final pone las cosas en su sitio, destituye al Magistrado y provee la felicidad de todos- demostró sus tablas, sentido del decir y dominio de los matices, a despecho de una voz de relativa calidad y una emisión un tanto bailona. Divertidísimo resultó su dúo de los buffos «Ser Decuppis siete voi?» con el Magistrado, personaje más grotesco y ridículamente vanidoso que malvado y que encontró un notable intérprete en Marco Filippo Romano, un buffo de raza, dignísimo heredero de los Bruscantini, Capecchi, Dara, Montarsolo, Corbelli… que, además de atesorar un material vocal superior a lo que uno se encuentra habitualmente en estos papeles, una voz compacta, bien colocada y suficientemente extensa, desgranó una comicidad hilarante, pero sin pasarse de la raya, además de una gran exhibición de canto sillabato en su cavatina «Convien che questo Carlo».


   Este Carlo, modesto carpintero que resulta ser hermano de la Zarina, encarnado en el estreno por el reputado tenor Giovanni Battista Verger, fue asumido por el argentino Francisco Brito con un timbre muy grato e igual, además de canto cuidado, aunque poco variado. Los agudos están, pero un tanto faltos de expansión.

   Más flojo el reparto femenino que se desenvolvió entre las voces modestas tímbricamente, aunque frescas y juveniles de Paola Gardina como Madama Fritz (la posadera, la protagonista entre las féminas) cantante aseada, pero no más y que ha cantado papeles de Mezzo acuto aunque es una soprano neta, y la jovencísima rusa Nina Solodovnikova (Annetta Mazepa, enamorada de Carlo e hija del traidor Mazepa, pero que es perdonada por el Zar), también entusiasta y apropiadamente juvenil, pero sin interés tímbrico alguno y presencia sonora muy justa. Algo más de enjundia (no mucha) y con cierta entidad en el grave, resultó el material de Loriana Castellano, intérprete de la Zarina. Se hizo oir Tommaso Barea en el papel del malvado usurero Firman. Cumplidor Marcello Nardis como el arrogane capitán Hondedisky.

   El montaje de la Compañía teatral romana Ondadurto Teatro, bajo la dirección de Marco Paciotti y Lorenzo Pasquali, combina colores vivos, vistosa plasticidad, con objetos en movimiento, aparatos escénicos sobre una base geométrica (círculos, figuras triangulares, cuadrados, rectángulos) y abundantes proyecciones de video. Estas últimas me resultaron excesivas y terminan por cansar un tanto, si bien el movimiento escénico fue lo suficientemente dinámico, así como elegante la puesta en escena, para afirmar que funciónó adecuadamente.

   En el foso de situó la Orchestra Gli Originali de instrumentos de época con con la que poder reproducir con la mayor fidelidad posible, según manifiesta Alessandrini en el cuadero de la Fundación Donizetti, el sonido y el diapasón (más bajo que el actual) del momento del estreno de la ópera. En fin, lo cierto es que del foso surgió un sonido pobretón, descolorido, sin empaste ni equilibrio, con una cuerda raquítica y una percusión desbocada. Sin embargo, la dirección de Rinaldo Alessandrini, además de acreditar factura musical, fue lo suficientemente vivaz y teatral.

   La próxima edición, el Festival Donizetti Opera de Bergamo retorna a su sede principal, el Teatro Donizetti, que habrá terminado ya sus obras de restauración y donde se representarán Marino Faliero y La Fille du Regiment. El resto de la programación se anunciará próximamente, pero el que firma espera se mantenga Le Nozze in villa tal y como estaba previsto en cumplimiento del referido ciclo Donizetti 200. Ci vediamo l’anno prossimo!.

Foto: Festival Donizetti / Gianfranco Rota

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