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Crítica: Recital de Piotr Beczala en el ciclo de lied del Teatro de la Zarzuela

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Autor: Óscar del Saz
10 de enero de 2018

DEL LIED, A LA ÓPERA Y VICEVERSA

   Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 8-I-2018. Teatro de la Zarzuela. Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela y Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Piotr Beczala (tenor) y Helmut Deutsch (piano). Obras de S. Donaudy,E. Wolf-Ferrari, O. Respighi, F. P. Tosti, K. Szymanowski, M. Karlowicz, S. Moniuszko, R. Leoncavallo, J. Massenet y G. Puccini.

   De perfecta y equilibrada alternancia -entre el concierto, el recital y las representaciones de ópera- podría considerarse la agenda del tenor polaco Piotr Beczala (1966). El tenor tiene previsto actuar también en Barcelona, en el Palau de la Música, el próximo 2 de febrero. Antes, los días 23, 26 y 29 de enero, debutará su Don José en la Ópera de Viena. Después vendrán más recitales y conciertos en Budapest, Baden-Baden, Köln, Chicago, Nueva York y, en marzo-abril, en el MET, encarnará al Rodolfo de la Luisa Miller verdiana. Alguna vez hemos comentado que muchos cantantes consideran que es una muy buena estrategia -a la hora de dosificar sus medios vocales y, en algunos casos, mantener mejor pulido su instrumento-, volver siempre al recital para poder luego encarnar las pesadas cargas de la escena y los roles operísticos.

   En la selección de tres canciones de las Arie di stile antico (Vaghissima sembianza, Freschi luoghi, prati aulenti, O del mio amato ben), de Donaudy (1879-1925), Beczala muestra un admirable dominio de la técnica vocal, con una emisión muy aclarada, fortes muy medidos, y proyección apreciable, así como una línea melódica y de canto profundamente sensual y elegante, plagada de variadas dinámicas, de modo que consigue reflejar fielmente esa particular variante del Art Nouveau ítalo-francés que destilan estas canciones. En un tono más prosaico, declamado –cercano al parlato- y animado, se tornó la interpretación de los cuatro Rispetti de Wolf-Ferrari (1876-1948), con una inigualable dicción y afinación en los saltos de intervalo al agudo, acompañado con la debida atención e intención por un resolutivo Deutsch.

   Aunque Respighi (1879-1936) fue uno de los principales miembros de la Generación de la década de 1880, conocidos mayoritariamente como compositores de música instrumental y orquestal, también compuso con frecuencia para las voces, y en total completó nueve óperas en toda su vida. Casi todos los trabajos notables para voz y piano se han incluido en este recital. Destacamos aquellas que por su celebérrima interpretación por grandes tenores de la historia constituyen el histórico de versiones de referencia de las mismas: Stornellatrice (Poetisa), y el trío que podemos denominar como de ‘ambientación meteorológica’ (Nevicata, Pioggia, Nebbie). Si hacemos crítica comparada respecto de versiones como la de Gedda o Pavarotti, y aun cuando el acompañamiento de Deutsch se nos antoja muy acertado en la ambientación, la interpretación que hace Beczala quizá es un poco distante del texto, menos implicada, menos sentimental, más fría que la de aquéllos. Algo similar podemos decir de la recreación hecha de las canciones de Tosti (1846-1916), más acusado en la ya inmortal Ideale, donde se echó en falta una pizca más de alma y candor en la interpretación.

   Aunque durante todo el recital Beczala cantó apoyado por la partitura (entendemos que por los textos), fue en la segunda parte, cantando en su idioma materno, cuando pudo liberarse de la misma dando rienda suelta a toda su capacidad de emocionar, y así poder transmitir toda la belleza de la música y los textos presentes en la colección de canciones seleccionadas de Szymanowski, Karlowicz y Moniuszko. Los seis Lieder op. 2, del primero de ellos, contienen un carácter pesaroso (el amor no correspondido, el destierro, la muerte), con textos pertenecientes a uno de los poetas de la corriente denominada La Joven Polonia, o período modernista del arte, de la literatura y de la música polaca, que cubrió los años desde 1890 a 1918, y que promovió los caracteres de la decadencia, el neo romanticismo, el impresionismo y el Art Nouveau.

   También a este grupo perteneció Karlowicz (1876-1909), aunque las canciones elegidas por Beczala ahondan en este caso en el mundo de los sentimientos, las naturalezas muertas, el encantamiento… Todo ello es interpretado en una dimensión más introspectiva, pero diáfana, que el artista consigue transmitir de forma muy efectiva utilizando sólo su voz, y apoyado por un Deutsch que tuvo algún que otro descuido al desajustarse con el cantante. Para terminar, con Moniuszko (1819-1872), se transita a unas coordenadas equidistantes entre lo centroeuropeo y lo euroasiático (Ucrania), fiel reflejo de las culturas que Polonia supo absorber de ambas idiosincrasias. Aquí el canto se torna más folclórico, con despliegue de medios en la dicción, y rico en agudos que el cantante se permite emitir con pasmosa facilidad.

   Como se ha comentado, el recital trazó su devenir por diferentes geografías y estilos, de forma que experimentamos una evolución técnica y estilística en la voz cuando pasa del Lied a la ópera. Ello se verificó en una misma velada, ya que Piotr Beczala obsequió al público con tres monumentales propinas que demostraron que la voz de nuestro protagonista posee medios, volumen y proyección extras a los demostrados en el Lied. En primer lugar, ofreció Mattinata,canción compuesta por Ruggero Leoncavallo (1857-1919) en 1904, dedicada a Enrico Caruso, interpretada ‘alla Kraus’, es decir con los consabidos sobreagudos finales. A continuación, el artista concedió el Pourquoi me reveiller? del Werther de Massenet, uno de los roles que más éxitos le está reportando, con alargados y tremebundos la sostenidos que inundaron todo el teatro. Para finalizar, y con parte del público puesto en pie, el tenor se despidió de forma impecable con la muy emotiva E lucevan le stelle de la Tosca de Puccini.

   Aunque es cierto que el Ciclo de Lied ya alberga, de forma periódica o anual en algunos casos, visitantes de relumbrón, deseamos que la presencia de Piotr Beczala pueda repetirse en este Ciclo de Lied para que podamos seguir disfrutando de un –si cabe- mayor nivel en el Ciclo y, además, poder descubrir nuevo repertorio, como ha sido el caso por mor de la colaboración del CNDM con el Instituto Polaco de Cultura y propiciar así una segunda parte basada en atractivas raíces puramente polacas.

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