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RAINA KABAIVANSKA, soprano: 'No sé si he cantado bien o mal pero lo he hecho siempre con alegría'

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Autor: Borja Mariño
1 de enero de 2017

RAINA KABAIVANSKA, soprano: ´No sé si he cantado bien o mal pero lo he hecho siempre con alegría´

   Una entrevista de Borja Mariño
Kaba, en turco, significa suave, así que su nombre bien podría traducirse como la dulce hija de Iván. Pero la soprano búlgara Raina Kabaivanska es una mujer de carácter que se define como orgullosa e independiente. Cumple ya las ocho décadas aunque conserva una energía envidiable y contagiosa. Se nota que está acostumbrada a compartir su vida con los jóvenes. El inicio de la entrevista se demora con detalles personales. Ella se interesa por mi faceta como pianista y yo le recuerdo las funciones históricas de Oviedo donde tuve la suerte de verla interpretar algunos de sus personajes fetiche como la Tosca o la Adriana Lecouvreur.

Aún recuerdo las colas interminables en la puerta del camerino y que usted recibió uno por uno para obsequiarle unas bellísimas fotos dedicadas...

¿Y cómo no hacerlo? Mi carrera se ha basado justamente en esto: una unión, un amor entre el público y yo.

¿Qué le ha aportado esta cercanía con el público?

¿Sabes? El aplauso no tiene tanto valor. Es ese contacto que yo le decía y que ahora, por ejemplo, mantengo con los jóvenes. De esa forma sigo cantando.

Ha cantado 400 veces roles como la Tosca o la Butterfly, ¿ha conseguido redactar una fórmula del éxito?

Nunca es igual. Depende, antes que nada, del director de orquesta; cómo te dirige a ti y a la orquesta, si es sensible, si te emociona. Y después depende mucho de los colegas; si tu partner te responde de la manera adecuada entonces se crea algo muy bello, pero si solo está preocupado de cantar y hacer notas y más notas...Naturalmente también la escena aporta matices nuevos cada vez.

¿Y qué piensa de las producciones modernas?

Nunca he querido hacer estas producciones “experimentales”, las mal llamadas direcciones modernas, que no tienen nada de eso. Yo me he empeñado en seguir las indicaciones de Puccini. Piense que él escribía con un teatrillo al lado, con las figuritas de los protagonistas, y él las movía mientras escribía; de esta forma él ideaba la obra de teatro: un teatro cantado. Las notas que él compone están totalmente ligadas a la acción teatral. Aquí no se puede sólo cantar, hay que interpretar. Y si uno lee todas las indicaciones de Puccini que él deja en la partitura: allí está el personaje.

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Aunque ha estado siempre destacada como pucciniana ha afrontado repertorios muy diversos como el belcantista (Roberto Devereux o Fausta de Donizetti) o el verdiano (Il trovatore, Falstaff)...

Ahora me doy cuenta que he cantado muchísimo. Yo prácticamente cada mes cantaba una ópera, más los conciertos porque he hecho también tanta música de cámara... Naturalmente, al inicio debía aceptar aquello que me ofrecían. He hecho un poco de todo; incluso Gluck que muchos no lo saben, la Armide, que fue una experiencia estupenda porque me encanta la música del siglo XVIII; y también La Vestale de Spontini... También, después de treinta años de carrera he querido alargar mis horizontes.

En los últimos años se ha acercado al repertorio ruso, inglés...

Sí, he hecho Britten (The turn of the screw) y también Poulenc: los Dialogues des Carmélites y La Voix humaine. Y no se olvide de Janacek. Estoy realmente enamorada de sus óperas: la Jenufa o El caso Makropoulos, que tuve la suerte de trabajar con Ronconi... Una experiencia maravillosa. Estoy realmente fascinada con su música.

He escuchado que usted ha rechazado papeles con los que no se sentía a gusto, como por ejemplo, la Fedora. ¿Es necesario encontrar siempre este compromiso expresivo con aquello que se interpreta?

He intentado elegir mi repertorio de acuerdo a los personajes. Primero, miraba si era un gran personaje, si estaba lleno de matices. Y la segunda cosa que hacía era mirar la música. Fedora es interesante como personaje, pero mucho menos como música, a veces me parece como una cancioncilla napolitana. Tendrán que perdonarme este gusto mío…

¿Y hay algún personaje que se arrepiente de no haber hecho en la escena?

Quizás la Lady Macbeth. Es un personaje grande, enorme. Quizás uno de los más bellos de su repertorio. Pero le confieso que las coloraturas no me venían bien y he tenido que decir que no. Yo también soy pianista;probaba, y cuando estas notitas pequeñas no están, no se puede: no se canta.

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Ha tenido la oportunidad única de trabajar I Vespri Siciliani con Maria Callas en aquella dirección de escena que ella realizó junto a Giuseppe di Stefano para el Regio de Turín en el 1973. ¿Cómo fue este encuentro?

Yo era una gran admiradora de María Callas y sigo siéndolo. No era solo la artista, para mí era un fenómeno vocal, con una extensión monstruosa y una capacidad técnica única. Ninguna era tan perfecta musicalmente como lo era la Callas. Hay personas que se sorprenden cuando digo esto pero es así, sigue cada punto de la partitura.

¿No tuvo ganas de pedirle algún consejo vocal?

Cuando yo la conocí estaba en un momento dramático porque no podía cantar más. Y mi teoría sobre la Callas es que era una mujer que vivía solo sobre el escenario. Sin él, estaba apagada, triste. Imagínese que tenía incluso dudas sobre su técnica. Hacía observaciones, por ejemplo, me preguntaba:”¿por qué cantas tan oscuro? Abre, abre.” Entonces, a un cierto punto, ya que soy sagitario igual que Maria, le dije lo que pensaba: “Señora, usted que ha cantado toda la vida oscuro, sobre la u, ¿me viene a decir esto?” y ella me respondió una cosa tremenda: “he ahí porqué no canto más. He equivocado todo.” Fue muy triste. Parecía una niña perdida.

Tuvo un encuentro curioso con Karajan:

(Ríe) ¡Sí! Piense que también era joven, venía de un país comunista donde nadie sabía quién era Karajan o de Sabata... En aquellos ensayos de escena, Karajan me decía siempre: “estáte quieta, te mueves demasiado” porque en realidad él estaba pensando en una película que luego, efectivamente, hicimos. Y entonces, cretina de mí, le dije: “si no le gusta lo que hago, ¡adiós!”. No soy de montar escándalos. Yo, agarro mi maleta y me voy. Así que esperé el tranvía, porque era pobre, y me fui a mi pequeño apartamento.

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Ha frecuentado tanto los grandes teatros como los pequeños...

¡Y los pequeñísimos!

¿Qué piensa de los artistas que rechazan estos lugares o los compensan sólo con cifras astronómicas?

Desde luego no era mi mentalidad. Para mí era importante cantar porque significaba una realización personal total. Yo he cantado porque me hacía feliz cantar. No sé si he cantado bien o mal pero lo he hecho siempre con alegría. Ya conoce la regla del cantante: “Yo, yo y después yo. Cuando yo canté esto, yo hice esto, yo he triunfado...” Pero yo soy un caso especial, otra cosa.

La generosidad que usted recibió de su maestra Zita Fumagalli-Riva la ha llevado a colaborar en muchas actividades formativas.

Cada año estoy fabricando cantantes nuevos. Sobre todo sopranos, lo cual es lógico. En Madrid acaban de disfrutar a Maria Agresta y Veronica Simeoni. También la argentina Virginia Tola o la uruguaya María José Siri, que ha abierto la temporada de la Scala con Butterfly. También estoy orgullosa de Vittoria Yeo que se ha convertido en la favorita del maestro Muti.

Hablando de técnica la he escuchado decir que antes de nada se necesita un instinto natural.

Depende del nivel intelectual siempre. Existen los cantantes inteligentes; fíjese en las grandes carreras, los cantantes más longevos. Hay que crear la carrera con pequeños pasos; concentrarse en aquello que se puede hacer.

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Sin embargo las carreras han cambiado mucho para las jóvenes generaciones.

Los jóvenes no tienen ninguna seguridad de cara al futuro. Están obligados a aceptar todo lo que se les presenta. Es un mercado. Y además, ¡cada vez disminuye el número de teatros y el público!

Además de su trabajo en Módena está también muy activa en su país natal, de hecho, recientemente han reconocido sus esfuerzos con el Premio Sofía. ¿Cómo ve la situación en Bulgaria?

Es una tragedia. No era suficiente la herencia del comunismo, unida a una llamémosle “herencia psicológica”, y ahora, con la crisis mundial, si ya estaban en la miseria… Es realmente muy triste la situación.

En España se ha generado un amplio debate sobre si la ópera es un espectáculo para ricos.

¡Qué estupidez!  La ópera nace con el pueblo: Verdi era cantado por el pueblo. Piense en Italia. Cuando yo llegué a este país, los viejos sabían las óperas de memoria. Y no eran ricos; era su cultura. Cultura de masas. Claro que ahora no se puede decir eso; y mucho es culpa nuestra.

¿A qué se refiere?

Estoy segura que muchas puestas en escena actuales ahuyentan a las personas de los teatros. Incluso los jóvenes, ¿qué información están recibiendo? La ópera es una obra de arte. No se pueden pintar bigotes sobre el cuadro de la Gioconda, ¿verdad? En cambio parece que la ópera puede soportar todo.

¿Ha valorado alguna vez pasarse al mundo de la escena como han hecho también algunas colegas como Renata Scotto o no le interesa esa faceta?

...

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