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Ricardo Llorca, compositor: 'La mentalidad americana siempre ha sido mucho más abierta'

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Autor: Aurelio M. Seco
19 de agosto de 2014

Asentado en Estados Unidos desde hace años, un país que ha sabido entender con naturalidad su sensibilidad musical, Ricardo Llorca es uno de los pocos artistas españoles que pueden jactarse de vivir de su trabajo de composición. A la espera del estreno de su obra Thermidor en octubre,  en el Auditorio Nacional de España, disfruta del estreno y reposición de algunas de sus partituras más carismáticas en varias partes del mundo. Nos encontramos ante un creador que encuentra en el pasado una fuente segura de inspiración para el presente; ante un hombre de contagiosa y jovial personalidad y reconfortante franqueza de espíritu. Hablamos con él de su carrera, proyectos, la música contemporánea y de cómo está afectando la crisis a la ciudad de Nueva York, donde reside.

Han programado su ópera “Las horas vacías” en Sao Paulo

Sí, estoy recién llegado de Brasil y esta misma noche me voy a Grecia al Festival de Corfú. En Sao Paulo se ha presentado “Las horas vacías” en el Teatro de San Pedro durante dos noches, organizado por el Gobierno Brasileño y la New York Opera Society, una entidad de la que soy compositor en residencia. Se trata de una sociedad de conciertos que se dedica sobre todo a la música vocal y a promocionar obras de compositores contemporáneos en Sudamérica y los Estados Unidos. Próximamente Adam Levin interpretará una de mis obras para guitarra (“Handeliana”) en Madrid y también en el Festival de Corfú. Adam Levin es un guitarrista norteamericano espectacular que ha encargado muchas obras para este instrumento a compositores contemporáneos españoles y ha grabado varios CD's con ellas.

¿Algún estreno en España?

Sí, el próximo 17 de octubre la Orquesta y Coro Nacionales de España estrena “Thermidor”. Se trata de una obra de encargo que, al hilo del tema elegido por este año por la orquesta, tenía que tener alguna relación con las “Revoluciones”. Yo he preferido dedicar mi obra a las “contrarrevoluciónes”, en concreto el período en el que guillotinan a Robespierre y comienza el período neoclásico.

La “Reacción de Thermidor” es el nombre que recibe el periodo de la Revolución Francesa en el que se pone fin al  "gobierno revolucionario" y del Terror, dando paso al dominio de los conservadores, llamados precisamente “thermidorianos”. No muy es difícil ver la relación y la metáfora que puedo sugerir con este concepto de “Reacción Thermidoriana” si la aplicamos al ámbito de la cultura, y más concretamente, al ámbito de una obra de música contemporánea.

Yo vendré a Madrid para asistir a los ensayos y al estreno, los días 17, 18 y 19 de octubre en el Auditorio Nacional de Madrid. Dirigirá la obra Antonio Méndez. Se trata de una obra de 17 minutos de duración, compuesta para gran orquesta y órgano. Nunca había escrito una pieza para órgano, pero cuando la Orquesta Nacional me hizo el encargo, ya que tienen un órgano que es todo un espectáculo, decidí introducir este instrumento casi como si fuera un instrumento solista. Desde un punto de vista estilístico, sin embargo, no estamos ante una obra revolucionaria en absoluto. El  21 de octubre regresaré a Nueva York para reintegrarme a mi trabajo en Juilliard y en la New York Opera Society.

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Hábleme de su estética

Compongo echando una mirada a las formas y estilos musicales antiguos. Retomo las formas del pasado pero bajo conceptos actuales. En mi ópera “Las horas vacías” me basé en la polifonía española del Renacimiento, y en el Concierto para flauta y guitarra ("Concierto Italiano"), tomé la inspiración de algunas arias de Haendel. En lo que se refiere a “Thermidor”, se trata de música modal, en la que podemos encontrarnos fragmentos que recuerdan al gregoriano. Hay que tener en cuenta que yo estudié composición con John Corigliano y he estado relacionado con John Adams, un compositor que, por cierto, vino a España con la Orquesta Nacional por mediación mía, ya que somos amigos desde hace años. Llevo 26 años viviendo en EEUU y se puede decir que mi estilo compositivo es bastante norteamericano.

¿Cómo llegó a EEUU?

En España había tomado algunos cursos con Luis de Pablo en Granada en los Cursos Manuel de Falla, que era uno de los lugares donde los compositores españoles nos formábamos, pero yo no encajaba con ese tipo de estética y me marché a la Juilliard, donde finalmente fui profesor. Allí estaban compositores como John Corigliano y también solía venir al centro John Adams o David Diamond, que me contagiaron de su música “neotradicional”, un término que no me gusta demasiado pero que encaja bastante con el concepto compositivo que manejo.

¿Por qué decidió irse?

Me marché porque a mí lo que más me gusta es orquestar, y en el Conservatorio de Madrid, en los 80 era todo teoría. Había grandes compositores como Antón García Abril o Roman Alis, con los que se aprendía mucho, pero todo se enseñaba sobre el papel, sin dar lugar a que lo escrito fuera interpretado por orquestas, porque no las había. Sin embargo, en la Juilliard había dos orquestas, un teatro de ópera y grupos de cámara que te permitían experimentar sonoramente con lo que escribías.  Esto me pareció fundamental. También me marché por motivos estéticos. Ahora las cosas han cambiado mucho, gracias a Dios, y la gente joven escucha todo tipo de músicas sin prejuicios de ningún tipo, pero, en los años 80 el mundo de la música contemporánea en España era muy sectario y estaba demasiado compartimentado y, desde luego, la música comercial era el pecado.  La mentalidad americana siempre ha sido mucho más abierta. También estaba la ciudad de Nueva York, que me gusta mucho.

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¿En Nueva York también se nota la crisis?

Sí, aunque hay cuestiones como la del Metropolitan Opera de Nueva York que no es tan grave como se está diciendo. Obviamente, el MET no se va a cerrar. Sí ha cerrado la New York City Opera y ha sido una pena, pero lo que tampoco se puede consentir es que ciertos directivos de los teatros de ópera cobren los sueldos astronómicos que cobran. El director del New York City Opera estaba ganando más de un millón de dólares al año. Y encima, estos señores después no se quieren bajar los sueldos. No puede ser. Tengo que decir que tampoco ayudó mucho el trabajo de Gerard Mortier, ya que cuando estuvo en Nueva York se gastó lo poco que la entidad tenía en una o dos producciones y llevó al teatro a la bancarrota. Esta es la política cultural que ha imperado en algunos teatros de la opera: sueldos millonarios a directivos y gastos millonarios en producciones de operas que solo se van a representar una vez. ¿Nos extraña la bancarrota del New York City Opera?. A mi no. Tampoco parece razonable que haya cantantes cobrando sueldos realmente desorbitados. Yo creo que ha llegado el momento de que se produzca un cierto reajuste y de ser realistas. Fíjese lo que ocurre, sin embargo, en países como Brasil, que ha diseñado una Ley de Mecenazgo que está suponiendo una revolución artística para el país. En Sao Paulo están surgiendo interesantes series de conciertos, orquestas, exposiciones pictóricas y, en general, cultura con mucha intensidad. Allí, a quien quiera colaborar con la música, se le deduce el 100% de lo que aporta. En España no vendría mal una ley parecida. Efectivamente, Nueva York también está con mucha crisis. Nos han quitado muchos fondos a todas las entidades y la cosa está mal.

¿Se ha hecho Las horas vacías en España?

Mi ópera se ha representado siete veces, sin contar con la grabación que hizo Columna Música el año pasado. Las horas vacías se estrenó en versión de concierto en la Semana de Música Sacra de Benidorm y no se volvió a hacer en España. De allí se hizo en la catedral de Berlín a los pocos meses, y luego me llamaron de Naciones Unidas, porque era el año de la lengua española y querían celebrarlo con una ópera en castellano y eligieron la mía. Posteriormente se ha representado en el Alice Tully Hall del Lincoln Center de Nueva York y en la Sala Filarmónica de San Petersburgo, dirigida por Alexis Soriano, y ahora en Sao Paulo, también dirigida por Alexis. En España no se ha vuelto a hacer desde su estreno en 2007, pero no me quejo dada la gran aceptación que ha tenido en el resto del mundo.

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¿Cómo se ve la música contemporánea española desde EEUU?

A mí me han llegado a decir que el último compositor interesante en España es Xavier Montsalvatge. Después de Falla entienden que existe Mompou, Esplá, Montsalvatge, y poco más. También Roberto Gerhrard, aunque solo se le conozca en círculos muy pequeños. Esa es la imagen que tenemos para los estadounidenses. A nivel de música contemporánea, España, en Estados Unidos, no se ve. Y no sólo en cuestión de música, sino también en otras facetas del arte contemporáneo, por ejemplo. Tengo la impresión de que se percibe una especie de vacío absoluto. Hace unos años organicé un seminario en Juilliard sobre música contemporánea del mundo y, cuando propuse una serie de nombres de compositores españoles, los tacharon porque entendían que la música contemporánea en España “no tiene un lenguaje original propio, y los compositores jóvenes españoles se limitan a imitar lo que ocurre en Alemania”. Así me lo notificaron, con lo que no pude traer a ningún compositor español para esos seminarios. Es cierto que en España ciertos compositores contemporáneos están muy influidos por Alemania, pero también hay compositores que, como yo, han preferido inspirarse más en el prototipo norteamericano..

¿Sigue trabajando en la Juilliard?

Ahora me dedico a colaborar con la Juilliard organizando seminarios de música contemporánea, para alumnos de composición y también gente de la calle, profesionales o músicos que quieran profundizar. Durante muchos años fui profesor de teoría a tiempo completo pero hace tiempo que lo he dejado. El año pasado hicimos un seminario de orquestación contemporánea  para alumnos de doctorado y para cualquier persona que sea profesional y se quiera matricular. El 22 de octubre empiezo con seminarios sobre la orquestación en la obra de Richard Strauss. Ya no estoy en la Regular Division, que son los profesores  a tiempo completo. Trabajo allí a tiempo parcial y en cuestiones puntuales.

Es usted uno de los pocos privilegiados que puede vivir de su trabajo como compositor

La verdad es que, de momento, no me va mal. Tengo muchos conciertos y encargos, colaboro con “Sensedance”, una compañía de danza de Nueva York, ademas de dar clases en Juilliard y de ser compositor en residencia de la New York Opera Society.

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