Crítica: Riccardo Frizza dirige «La fanciulla del West» de Puccini en Bolonia

Una ópera western

Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. 24-I-2025. Teatro Comunale Nouveau. La Fanciulla del West [Giacomo Puccini / Guelfo Civinini y Carlo Zangarini]. Carmen Giannattasio [Minnie], Angelo Villari [Dick Johnson], Claudio Sgura [Jack Rance], Paolo Antognetti [Nick], Nicolò Donini [Ashby], Francesco Salvadori [Sonora], Cristiano Olivieri [Trin], Dario Giorgelè [Sid], Paolo Ingrasciotta [Bello], Orlando Polidoro [Harry], Cristóbal Campos Marín [Joe], Paolo Maria Orecchia [Happy], Yuri Guerra [Larkens], Zhibin Zhang [Billy Jackrabbit], Eleonora Filipponi [Wowkle], Francesco Leone [Jake Wallace], Kwangisk Park [José Castro], Enrico Picinni Leopardi [Un postiglione]. Orquesta y Coro del Teatro Comunale. Director de escena: Paul Curran. Director musical: Riccardo Frizza.

   La fanciulla del West se estrenó en en el teatro Metropolitan de Nueva York bajo la dirección de Arturo Toscanini. En la misma ciudad Puccini había asistido a la representación The girl of the golden west de David Belasco y quedó fascinado por la obra, el salvaje oeste, los buscadores de oro y el personje de Minnie, una mujer que se hace valer en un mundo masculino y a la vez es inexperta e ingenua en amor. Por primera vez es una ópera de final feliz porque Minnie se va con su enamorado hacia otra vida y otros lugares, pero los mineros, los buscadores de oro y el sheriff quedan huérfanos de esta joven que para todos ha sido una madre, una hermana y una maestra. 

   Los hombres que frecuentan el saloon de Minnie están lejos de sus familias, sufren la soledad, y en este rudo mundo masculino Minnie consigue hacerse respetar, es independiente y fuerte, pero frágil al mismo iempo y tiene necesidad de un compañero de vida. La fragilidad hace de ella una mujer pucciniana típica, en la que emerge el aspecto protofeminista. La partida de cartas de Minnie con el sheriff, en la que se juega la salvación de su enamorado Dick Johnson, es el momento más emotivo de la ópera, dominado por una una tensión que attraviesa también la platea.

   Curran ambienta esta ópera en los años veinte del pasado siglo más que en la mitad del diecinueve como correspondería a la historia representada. La escenografía de Gary McCann, que se ocupa también del vestuario, es eficaz. El primer acto transcurre en el interior de desnuda madera gris del amplio saloon de la “Polka”, con mesas y barra. Con la adición de estructuras más abstractas, en el segundo nos encontramos en la cabaña de madera donde vive Minnie. El tercero representa un bosque californiano simbólico de tablas verticales rodeadas de una luz etérea. El vestuario es más cálido que este ambiente, coherente con los personajes y el mundo evocado, con dominio de tonos de cuero, luz de petróleo y el rojo canónico de la dueña y reina del local.

   La propia partitura logra dar vida al mundo del salvaje oeste a través de una música opulenta y una marea de personajes dotados de sutiles matices psicológicos. Mientras la trama lineal es prototípica de la posterior cinematografía del oeste, no así la música, pieza maestra típicamente pucciniana. Tan fascinante partitura estuvo dirigida por Riccardo Frizza que nos ofreció un sonido bellísimo, refinado, que expuso todos los detalles de la orquestación además de crear los contrastes adecuados. Su concertación, atenta y cuidadosa, supo calibrar los tiempos de la acción, ni demasiado rápido en las grandes escenas de masa ni demasiado detenido en las situaciones de mayor intimidad. En fin, una óptima direccion musical al frente de la orquesta del Teatro Comunale que respondió a gran nivel, al igual que el coro preparado por Gea Garatti Ansini.

   De buen nivel el cast: Minnie, representada por Carmen Giannattasio, es una soprano de gran espesor y volumen sonoro, óptima extensión con el agudo fácil y arrollador, agradable en el fraseo y perfecta también como actriz, consiguiendo emocionar en los dúos con Johnson y con Rance. Es ella la que logra redimir a Dick Johnson, el bandido contrito y en vías de conversión encarnado por el tenor Angelo Villari, con voz de timbre amable y óptima emisión que le permiten superar fácilmente la célebre «Ch’ella mi creda libero e lontano», única verdadera aria de esta ópera, y los numerosos episodios con los comprimarios en el saloon. Dick es un forajido atraído por la pureza de Minnie que consigue mostrarse a la vez enigmático y sincero. Jack Rance es el barítono Claudio Sgura, con voz plena y bien timbrada, que a pesar de su papel de sheriff duro transmitió bien el sentimiento del enamorado no correspondido. 

   A la altura de la movida trama están los comprimarios, que en esta ópera tienen una importancia especial por lo que los consideramos de obligada mención: el tenor Paolo Antognetti es Nick, el camarero de la “Polka”, el bajo Nicolò Donini es Ashby, agente de la compañia Wells&Fargo, y los numerosos mineros como el barítono Francesco Salvadori (Sonora), el tenor Cristiano Olivieri (Trin), el barítono Dario Giorgelè (Sid), el barítono Paolo Ingrasciotta (Bello), el tenor Orlando Polidoro (Harry), el tenor Cristóbal Campos Marín (Joe), el barítono Paolo Maria Orecchia (Happy), el bajo Yuri Guerra (Larkens). Además de los mineros, en el saloon de Minnie encontramos al bajo Zhibin Zhang (el piel roja Billy Jackrabbit), la mezzo soprano Eleonora Filipponi (Wowkle mujer de Billy), el barítono Francesco Leone (el cantautor ambulante Jake Wallace), el bajo Kwangisk Park (el mestizo José Castro de la banda de Dick-Ramerrez), y el tenor Enrico Picinni Leopardi (un postillón). El fundamental papel de los citados comprimarios quedó reconocido al cierre del telón, no presentándose en grupo sino individualmente a recibir los merecidos y repetidos aplausos. 

Fotos: Andrea Ranzi