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Roberto González-Monjas y Andreas Ottensamer, esta semana con la Sinfónica de Castilla y León

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Autor: Agustín Achúcarro
24 de noviembre de 2021

El director español Roberto González-Monjas y el clarinetista Andreas Ottensamer recalan en la temporada de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León

Roberto González-Monjas

Roberto González-Monjas y Andreas Ottensamer recalan en la temporada de la Sinfónica de Castilla y León

Un reportaje de Agustín Achúcarro  
«Este es uno de esos programas que se disfrutan. Hay veces que uno va a un restaurante a comer algo nuevo, a probar, y otras se va a comer un lechazo, un cocido o unos huevos fritos con patatas. Los Cuadros de una exposición de Músorgski y la Obertura de Ruslán y Liudmila de Glinka son precisamente eso, pues suponen un disfrute, un programa en el que tal vez no haya tanto que pensar o que filtrar, sino simplemente disfrutarlo». Así con un símil culinario Roberto González-Monjas se refiere  al concierto que dirige a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, del 25 al 27 de noviembre, en el Auditorio de Valladolid. 

   El director incide en el interés que suscita la combinación entre la Sonata para clarinete, op. 120, n.º 1 de Brahms, en la orquestación de Luciano Berio, y los Cuadros de una exposición de Músorgski.  «Las dos son orquestaciones de una partitura que no es originalmente para orquesta, lo que muestra los diferentes lados, caras, que una misma pieza puede tener, desde la intimidad de la obra para clarinete y piano, que se convierte en un concierto, a una página pianística, muy especial, pionera, que se traslada al mundo orquestal».

   «A mí lo que me gusta -prosigue el director- de Cuadros de una exposición es su arquitectura, pues no se trata solamente de un paseo por una colección de pinturas, sino que están los Promenades, que de alguna manera le hacen participe al público del viaje emocional que tiene el autor». Algo que facilita, según González-Monjas, el que «se perciba cómo le cambia a Músorgski el carácter al ver un cuadro, cómo se prepara para el próximo, percibiéndose cómo enlaza los temas para que al final sea una línea entera». Y esta combinación tiene una fulgurante preparación con  la obertura de la ópera. «La obra de Glinka es como abrir un gran champán antes de una comida entera, 6 minutos de virtuosismo, brillante, como si fuera una montaña rusa musical, diseñada para llamar la atención».

   Vuelve el director a centrarse en la partitura de Brahms. «La orquestación de Berio es muy personal, así que más que de una orquestación se puede hablar de una interpretación, con muchos cambios sobre el original, por lo que Andreas, el clarinete solista, y yo hemos decidido que ciertos pasajes los queremos interpretar como lo veía Brahms. Es muy interesante ver como un compositor del siglo XX, tan famoso, tan dotado como Berio, se imaginaba la realización moderna de una sonata». El director destaca el tratamiento que da Berio a los vientos y apunta que «sobre todo a los fagotes» y lo interesante que resulta «el modo en el que busca los colores y, de alguna manera, utiliza una orquesta mucho más moderna para mostrar una música tan clásica como la de Brahms». González-Monjas no  deja pasar el hecho de que el solista sea una figura como el clarinetista  Andreas Ottensamer. «Andreas y yo nos conocemos desde 2007, y es uno de esos virtuosos que gana la plaza de solista de la Filarmónica de Berlín sin tener todavía 30 años. Es un músico muy aristocrático, que viene de una familia con una gran tradición, extraordinaria, y con el que es un placer hacer música». González-Monjas y Ottensamer interpretaron esta obra juntos en el inicio de la Temporada del Musikkollegium Winterthur. «Tanto Andreas como yo tuvimos algunas dudas  cuando  hicimos la obra Brahms-Berio por primera vez, y nos sorprendió por su belleza y su poesía, y por cómo se producía algo parecido a la reinterpretación de una obra antigua con un vestuario moderno, pues le da un toque diferente».

   Como buen vallisoletano González-Monjas se siente satisfecho de la presencia de Ottensamer en su ciudad natal. «Andreas es la primera vez que viene a Valladolid y me alegra que venga a conocer mi ciudad y a la orquesta de mi Comunidad, me encanta poder traer a mi casa a gente tan grande, de hecho tengo previsto llevarle a tomar lechazo».  

   Roberto González-Monjas sigue con su espléndida carrera, sólidamente cimentada, y no le faltan proyectos, tanto en su faceta de violinista, como en la de director, aun a pesar de que la pandemia le esté influyendo. «No sé si voy a poder desarrollar todos los proyectos que tengo, dado que la pandemia está fatal en Europa». Tiene previstos varios recitales con el pianista Herbert Schuch, un programa en Salzburgo con el Mozarteum, aunque cree que «se va a convertir en una grabación por los efectos del coronavirus». Volverá con la Sinfónica de Castilla y León, debutará con la Filarmónica de Luxemburgo con Ronaldo Villazón, y estará en el Festival de Bervier. En verano realizará una gira con Juan Diego Flórez y su orquesta peruana. 

Foto: Orquesta Sinfónica de Castilla y León

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