Crítica del Concierto homenaje a Rogelio Groba en el Teatro Colón de La Coruña, protagonizado por la Orquesta de Cámara Gallega
Groba homenajeado
Por Pablo Sánchez Quinteiro
La Coruña, 8-II-2025. Teatro Colón. Orquestra de Cámara Galega | Concierto homenaje al maestro Rogelio Groba.
La figura de Rogelio Groba (1930-2022) ocupa un lugar destacado en el panorama de la «música clásica» española, especialmente en Galicia, donde su labor como compositor ha dejado una huella indeleble. Nacido en Ponteareas, Groba ha sido un puente vital entre la tradición y la modernidad, integrando melodías gallegas con un estilo compositivo ecléctico, siempre abierto a incorporar innovaciones contemporáneas, pero manteniendo como prioridad la conexión emocional y la accesibilidad para el público. Con una amplísima producción de más de 600 obras, su contribución ha sido fundamental para la modernización de la música clásica gallega y su promoción a nivel nacional e internacional y, en cierto modo, al fortalecimiento de la identidad cultural gallega.
El homenaje anual, llevado a cabo por la Orquesta de Cámara Gallega bajo la batuta de su hijo, el violinista Rogelio Groba Otero, subraya la importancia de su legado. Es fundamental reseñar la labor de Groba Otero en la recuperación, edición y publicación de las obras de su padre; un compromiso imprescindible para que este legado siga siendo una referencia por mucho tiempo. Con todo lo dicho no es de extrañar que, a pesar del inclemente clima, la afluencia al Teatro Colón fue máxima; prueba del gran cariño y respeto que el público conserva hacia la Rogelio Groba.
El concierto cubrió un amplio periodo de la producción de Groba, concretamente de veintiséis años, presentando cuatro obras de diversa duración, entre las cuales destacó una interesantísima recuperación que constituyó un estreno mundial, Un adeus (Un adiós). Esta pieza, como tantas otras que aún se atesoran en los archivos del compositor, esperando ser descubiertas y llevadas al escenario, demostró el valor de explorar a fondo el legado del compositor. El evento no solo fue dirigido e interpretado desde el primer atril por Rogelio Groba hijo, sino que también contó con sus atinadas intervenciones. Con su estilo bien conocido y apreciado por el público coruñés, cercano y comunicativo, Rogelio Groba no solo informó sobre el contexto histórico y el significado profundo de cada obra, sino que también expresó su profunda emoción por compartir esa música en una noche especial. En algunas ocasiones, incluso aprovechó los aplausos intermedios del público, para apuntar valiosa información. Aunque para algunos esto pudo suponer una interrupción de la narrativa de las obras, la atmósfera de la noche invitaba a estos momentos de diálogo entre los músicos y el público.
La noche se abrió con la Sarabanda sobre un tema de Haendel (2004), una composición que, como tantas de las últimas décadas, encuentra inspiración directa en los clásicos del barroco. La recreación de Groba plantea una estructura simétrica, con un poderoso clímax central que fue ejecutado por la Orquesta de Cámara Gallega de forma preciosista. Con Rogelio Groba al atril, la orquesta desplegó un sonido poderoso y bien empastado, ofreciendo un magnífico arranque para la noche musical. En la siguiente obra interpretada, la Suite barroca Intres bolenses (Momentos bolenses) (1978), Groba muestra como su interés en dialogar con el pasado musical viene de antaño. A lo largo de los seis movimientos de la obra impone su propio sello estilístico a una serie de estampas costumbristas que capturan la esencia del pintoresco pueblo orensano de Viana do Bolo. El evocador “Limiar” es un ejemplo de la capacidad de Groba para recrear atmósferas de una forma atemporal, evocativa, realzada en este caso por las sentidas intervenciones de las maderas que aportan a la obra un colorido sonoro único. El contraste con el animado, por momentos atávico, interludio fue acentuado al máximo. Tras la introducción se suceden una serie de danzas barrocas trasladadas en el tiempo y en el espacio al rural orensano de forma inteligente e inspirada; culminando todas ellas en una efusiva giga que hizo las delicias del público.
El momento álgido de la noche llegó con Un adeus, obra de 2012, recuperada y estrenada por vez primera. Música escrita nuevamente sólo para cuerdas, emotiva y trascendente, en la que se mezclan la ternura y la rabia, sin duda ante una dolorosa despedida. Una vez más construida sobre un modelo simétrico, con una repetición literal de los dos temas que se contraponen construyendo un escenario bipolar, rebosante de humanidad. Obra perfecta para que la OCG mostrase como se mueve a la perfección.
El homenaje se cerró con Grovios, ciclo etnográfico para flauta, clarinete, fagot y cuerdas, compuesto en el año 2004, y que consta de siete piezas. Esta obra es una maravillosa recreación del mundo medieval, en concreto del pueblo grovio, ancestral habitante de las tierras de Tui. Groba aprovecha una temática tan sugerente para exhibir, más allá de la sensibilidad y refinamiento mostrado a lo largo de toda la noche, un sentido del humor envidiable, dando vida a una música llena de imaginación que nos retrotrae directamente a los Carmina Burana de Carl Orff. Rebosante de guiños al oyente, ofrece momentos sensibles como "Na soidade” o “No Namoro", pero también intensísimos como la grandiosa "Esmorga" o la "Pandeirada" final. Es una obra que realmente merece ser tocada y recuperada a menudo, pues en sus siete breves movimientos se atesora una rica variedad de emociones y estilos musicales, encapsulando la esencia del legado cultural que Groba tanto valoraba.
La noche concluyó con la repetición de "Esmorga", esta vez acompañada por las palmas del público, poniendo el punto final de forma lúdica a un homenaje que no sólo contó con la música de Groba y la interpretación de la OCG sino también de la conexión con el público. Los ingredientes perfectos para hacer que este evento se convierta en una referencial cita anual para todos los amantes de la música clásica y la cultura gallega.
Fotos: Pablo Sánchez Quinteiro
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