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Crítica: Sergei Babayan en el Concurso Internacional de Piano Ciudad de Málaga

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Autor: José Antonio Cantón
11 de junio de 2025

Crítica de José Antonio Cantón del recital ofrecido por el pianista Sergei Babayan en el concierto inaugural del Concurso Internacional de Piano Ciudad de Málaga

Sergei Babayan en el Concurso Internacional de Piano Ciudad de Málaga

El arte de la transcripción por un fascinante pianista

José Antonio Cantón
Málaga, 07-VI-2025. Teatro Cervantes. II Concurso Internacional de Piano Ciudad de Málaga. Concierto inaugural de Sergei Babayan. 

   Acompañado por una estela de excelencia, el pianista norteamericano de origen armenio Sergei Babayan se presentaba en el escenario del Teatro Cervantes de Málaga como protagonista de un acontecimiento musical de excelso rango artístico con motivo de la inauguración de la segunda edición del Concurso Internacional de Piano Ciudad de Málaga que se celebra a lo largo de la segunda semana del presente mes de junio. La expectación que había suscitado su actuación hizo que el público, mayoritariamente joven, asistiera de forma masiva a esta singular cita con uno de los intérpretes de mayor atractivo en el actual panorama internacional, que ha llegado a ser calificado como “pianista de pianistas” por su forma de aportar nuevos enfoques a sus interpretaciones de manera novedosa y reveladora dada la gran carga intelectiva que conlleva su emocionante musicalidad.

   Tal cualidad quedó de inmediato de manifiesto en el planteamiento que asumió en las siete transcripciones que Franz Liszt que escribió sobre lieder de Franz Schubert, conjunto con el que se iniciaba el recital. Este particular repertorio era lo más indicado para que se pudiera disfrutar de una de sus inquietudes primordiales en su forma de hacer música como es tener una tendencia absoluta a que el sonido del piano se asemeje lo más posible al canto con la clara pretensión de aproximarse a la coloratura, la manera de frasear, la colocación y la dinámica de la voz humana, lo que le lleva a que la melodía se convierta en el principal valor expresivo donde se sustenta su dicción y comunicación musicales. Con las canciones de Franz Schubert hizo todo un ejercicio de exploración armónica presentando sutiles modulaciones en sus repetidas modificaciones de tonalidad, que llevaban a que Babayan jugara con suma elegancia con el denso material melódico, siempre contrastado con una exquisita forma de acompañamiento. 

   Este mismo criterio aplicó al famoso Libeslied, S 566 de Robert Schumann también transcrito por Liszt y al Hymne de la nuit y la romanza O pourquoi donc también del músico húngaro, asumiendo en ellos el más expansivo sentido romántico. Después de la emocionante versión del Intermezzo núm. 1 del mejicano Manuel María Ponce, el recital entró en otra de sus fases más interesantes cuando apareció la figura de Rachmaninov. La interpretación que hizo de Melody, novena pieza de sus Doce canciones, Op. 21 transcrita por Arcadi Volodos se puede valorar como suprema por la riqueza de efectos y matices en un instrumento que empezaba a flaquear en su entonación, yendo desde entonces hasta el final de la actuación perdiendo igualdad tímbrica, hándicap al que se sobreponía Babayan con inigualable maestría, haciendo bueno ese curioso dicho del argot pianístico de que no hay instrumento débil si el pianista es tan excepcional como en este caso. Se llegaba así al final de primera parte del recital con una soberbia recreación de la versión que escribió Rachmaninov del famoso Libesleid de Fritz Kreisler, dejando un especial regusto vienés en el auditorio.

   Lo más destacado de la segunda parte fue su aproximación a dos obras de su compatriota Komitas, considerado el padre de la música clásica armenia de nuestro tiempo y uno de los más importantes etnomusicólogos del siglo XX. La preciosa canción armenia Chinar Es a la que Babayan extrajo sus mejores esencias, significó uno de los momentos clave de su actuación por la autenticidad estilística trasladada al teclado y por la espiritualidad que imprimió a su discurso, así como el sonante misticismo alcanzado en Semplice, primera de las siete canciones para piano que compuso el venerado en su patria compositor armenio. 

   Otros momentos destacados fueron ocupados por el arreglo que hizo el gran pianista de jazz Keith Jarrett del famoso tema Over the rainbow de Harold Arlen perteneciente a la banda sonora del admirado film de Victor Fleming El mago de Oz, y la sexta canción Ein Traum del Op. 48 de Edvard Grieg, en una transcripción del propio Babayan a la que ha sustanciado con un expandido pianismo de impactante efecto polifónico.

   Ya para terminar la actuación hay que resaltar la ingeniosa versión que adaptó el mítico pianista búlgaro Alexis Weissenberg al tema En avril á Paris del considerado príncipe de la canción francesa Charles Trenet, que dio paso definitivamente a una muy sentida ensoñación del tema Oh lady, be good de George Gershwin, que le permitió a Sergei Babayan mostrar una extraordinaria impronta de consumado jazzista, dejando una sensación en el público de auténtico mago del piano. Después de un prolongado aplauso, salía del escenario como un niño travieso ufano por confirmar una vez más su genial forma de hacer y entender la música más propia de tiempos pretéritos, que seguramente ha dejado huella en la memoria de los buenos aficionados al repertorio del instrumento romántico por antonomasia.

Foto: Samuel Pereira

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