Sol Gabetta visitó ayer La Quinta de Mahler para presentar su último trabajo discográfico, The Chopin Album, un cedé grabado junto al pianista francés Bertrand Chamayou, que incluye algunas transcripciones para violonchelo de piezas pianísticas de Chopin y la Sonata para chelo y piano op. 65 del gran compositor polaco. La violonchelista argentina ofrece hoy a las 22:30 horas, en el Auditorio Nacional, dentro del ciclo de IBERMÚSICA, su versión del Concierto para chelo y orquesta nº 2 de Shostakovich, con la Filarmónica de Londres y bajo la dirección del ruso Vladimir Jurowsky. En el programa también encontramos el Preludio de Tristán e Isolda, de Wagner, y la Sinfonía patética de Tchaikovsky.
¿Cómo se ha desarrollado el proceso de grabación de este The Chopin Album?
En comparación con otros discos como Prayer, en el que había grabado música basada en temas judíos, de autores como Bloch, Casals o Shostakovich durante año y medio, se puede decir que éste ha salido muy rápido. Ha sido un disco express, porque lo grabamos en noviembre y, en febrero, ya está saliendo al mercado. Tuve que ponerme a trabajar seriamente para poder realizarlo en tan poco tiempo con el nivel deseado. Tanto Bertrand Chamayou como yo estamos muy contentos con el resultado.
¿Se preocupa usted misma de cuestiones de producción?
No, yo tengo la suerte de poder elegir a la persona que se encarga de que la calidad del disco sea la mejor posible. Es algo importante para mí, porque la cantidad de trabajo que hay después de realizar la grabación es muy grande, y yo necesito tener la tranquilidad de que quien lo realiza conoce mis exigencias sobre cómo debe sonar el disco.
¿Usted es de las que prefiere solucionar las imperfecciones en el estudio o de las que cree que es mejor preservar la frescura de la interpretación aun con fallos o fragmentos no del todo perfectos?
Prefiero que existan imperfecciones, en el sentido de que, aunque en un determinado pasaje quizás no estemos del todo juntos el pianista y yo, si la línea musical tiene un sentido claro y bello, prefiero no mantenerla sin retoques.
¿Por qué un artista decide seguir grabando discos si en realidad ya no resultan tan rentables económicamente?
Creo que en realidad es una manera de estar presente en el mercado. Si hoy estás en Madrid y mañana en Berlín, obviamente puedes llegar a mucha gente, pero todavía puedes mover más tu trabajo desde un cedé o iTunes, por ejemplo, plataformas que te permiten escuchar música en cualquier momento. Sentarte en tu propia casa con Janine Jansen, como hice yo el otro día, para ver en directo el concierto de apertura de la nueva Philharmonie de París es algo impresionante. No tener un cedé, simplemente complica un poco más el hecho de llegar a la gente que te quiere oír, en fin, de divulgar tu música. Todavía es una excelente manera de presentar lo que estás haciendo. Como una carta de visita.
Pero mejor en concierto, ¿no?
Sí, lo más importante es lo que ocurre en escena, porque en un cedé hay muchas cosas que recoge el micrófono, pero otras no las puede captar, por eso es importante que los conciertos en vivo no sufran una pérdida completa respecto al interés de los aficionados.
Mucha gente piensa que el formato del cedé se está empezando a perder, pero yo creo que, como todo en general, se debe a una moda que viene y va. Ahora ha vuelto la moda de tener discos en vinilo, como antiguamente. Es posible que no vuelva de la misma forma, pero el hecho de poseer una grabación que puedas oír siempre que quieras, es una necesidad del ser humano que, independientemente de la plataforma que se tenga, pienso que va a seguir existiendo. Hay que tener en cuenta que el sentido del tacto es uno de los más humanos, y nos gusta sentir los discos, de forma parecida a los libros.
Con la vorágine de compromisos que tiene, ¿cómo encuentra tiempo para reflexionar sobre la música y la vida en general? Porque se necesita tranquilidad, ¿no?
Depende de los meses. Ahora mismo estoy en un momento muy agradable de mi vida, porque por primera vez desde hace tiempo había reservado un mes y medio de pausa hasta el 31 de enero en el que no había tocado conciertos. Durante todo este tiempo he estado estudiando un nuevo repertorio. Es importante separar las cosas, porque no resulta fácil estudiar nuevas obras y, al mismo tiempo, seguir tocando otras. Si un músico no encuentra tiempo para estudiar con calma, la calidad baja enseguida. Para mí, el estudio no es tanto una cuestión de cantidad sino de calidad. Hay que saber estudiar. Si yo veo que, entre concierto y concierto, no tengo un día libre o dos, prefiero no aceptar el concierto, porque si no me siento demasiado precipitada con mi trabajo.
¿Le interesa la música interpretada con criterios antiguos?
Por supuesto. He tenido la suerte de encontrarme con Giovanni Antonini, el fundador de Il Giardino Armonico, quien me ha abierto la puerta a diversos aspectos técnicos que me han influido mucho.
¿Por ejemplo?
La cuestión del vibrato. ¿Qué es el vibrato y para qué sirve? En el tratado de Leopold Mozart, por ejemplo, no está escrito que no se pueda tocar sin él. Puede ser un color o un ornamento, pero no la calidad de tu sonido, porque sería algo así como ponerse encima una crema constantemente.
Karajan se ponía la crema siempre y la piel de su música era siempre tersa y suave.
Yo veo el caso Karajan desde otro punto de vista, más relacionado con la fuerza y densidad orquestal, dentro de una idea musical más masiva pero no tanto por el vibrato. También ha sido importante el descubrimiento de las cuerdas de tripa e incluso el arco barroco. Yo ya no interpreto de la misma forma el Concierto de Schumann o Saint-Saëns, porque a veces tanto vibrato me molesta. El vibrato me parece una cuestión de sentimiento y de gusto.
¿Con qué violonchelos suele tocar?
En este momento toco con dos guadagninis (por el famoso lutier Giovanni Battista Guadagnini) del siglo XVIII. Me muevo más con el más moderno de los dos.
¿Son suyos?
No, no los tengo en propiedad, sino a través de un contrato con la persona que me los facilita. Forman parte de mi vida.
Compra otro pasaje en el avión para su chelo, ¿no?
Sí, el violonchelo viaja como otra persona.
¿Conoce esas leyes que amenazan con prohibir esa práctica?
Sí, y son preocupantes. Hace un tiempo, la Swiss, la compañía de aviones suiza, decidió que no aceptaban chelos en business class. Muchos instrumentistas realizamos una solicitud y han dado marcha atrás. Espero que estas restricciones no vayan adelante porque perjudicarían mucho la vida de los chelistas.
Hoy interpreta el Concierto para chelo nº 2 de Shostakovich en el ciclo de IBERMÚSICA
Sí, hacía unos once años que no tocaba este concierto antes de emprender nuestra gira. Tenemos mucha suerte de venir a Madrid con este programa, ya que tuvimos ocho conciertos parecidos en gira, donde se realizó un trabajo excepcional, de la mano de Jurowsky, un gran intelectual como músico y una gran persona. Me da pena que este concierto de hoy no haya sido en diciembre, porque siempre puedes tocar mejor una obra si la tienes fresca al interpretarla todos los días. Por suerte, en la mañana del sábado tenemos previsto realizar un ensayo de varias horas para ponerlo todo en orden y la perspectiva artística es muy buena.
¿Suele oír grabaciones de otros artistas?
Creo que soy una de las pocas chelistas que en general oye las grabaciones mucho antes de tocar la obra, porque si lo hago con la fecha cercana a mi compromiso, me siento bloqueada, ya que esta inercia me llevaría a una interpretación que no es exactamente la mía. Los discos son un arma de doble filo. Es importante escuchar otras versiones, pero intentar resultar original sólo por serlo me parece una tontería. Respecto al concierto de Shostakovich, que en su día fue escrito para Rostropovich, tengo una grabación fantástica de Natalia Gutman. También hay grabaciones de jóvenes chelistas que son espectaculares. No sólo lo han hecho bien los grandes nombres. Sin embargo, tengo que decirle que, cuando tenía 18 años, leí una entrevista que le hacían el violonchelista André Navarra y me dije: “Si este señor viviera hoy me encantaría trabajar con él”. Navarra parecía muy duro pero había algo en su visión extremadamente personal, que me hubiera gustado conocer.
¿Qué tal va su fundación?
Todavía no se ha creado, porque he estado ocupada con mil cosas. Este año festejo los diez desde la creación de mi festival. Además, antes de hacer la fundación, quiero tener claro sobre dónde quiero llegar con ella. Necesito reflexionar sobre este aspecto para que todo esté más claro.
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