Crítica de Agustín Achúcarro del concierto de la Sinfónica de Castilla y León, bajo la dirección de Thierry Fischer, con Daniel Müller-Schott como solista
Un chelista con alma
Por Agustín Achúcarro
Valladolid, 25-I-2025. Auditorio de Valladolid. Sala Jesús López Cobos. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Thierry Fischer. Solista: Daniel Müller-Schott. Obras: Pavana «Color del tiempo» de Frank Martin, Concierto para violonchelo en la menor, op. 129 de Schumann y Sinfonía nº 5 en do menor, op. 67 de Beethoven.
El director titular de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León sigue con su intención de dirigir todas las sinfonías de Beethoven, y en esta ocasión le tocó abordar la quinta. Pocas obras tan famosas y que hayan experimentado tal cantidad de interpretaciones. En particular, a partir de la instauración a nivel global, en el siglo pasado, del Historicismo contextualizado. Thierry Fischer se alejó de esa manera de proponer esta obra y se decantó por seguir la línea de directores como Karajan, lo que no quita para que se mantuviera respetuoso con la plantilla orquestal y aplicara un empeño por la transparencia en el fraseo, que conjugó con un ritmo y una efusión marcadísimos. Desde un inicio raudo, quizá en exceso, en el tema inicial, Fischer mantuvo desde el primer movimiento la idea de tensión y una fuerza extraordinaria, que combinó con pasajes contrastantes de suavidad. Llegados al segundo movimiento el director mantuvo ese nervio inicial, aunque no renunció a momentos de calma y delicadeza. En el tercer tiempo se enfatizó su carácter dramático. El final fue la síntesis de esa idea de energía y timbres bien marcados, con la entrada del piccolo y los trombones. Esa manera de concebir esta sinfonía se reflejó incluso en los continuos gestos del director para que no decayera esa tensión y fuera a más. La Orquesta Sinfónica de Castilla y León respondió a la propuesta con empastadas intervenciones de flautas y clarinetes, así como del resto de los vientos, una marcada labor de los contrabajos y la cuerda en general.
Antes, en la primera parte, interpretaron la Pavana «Color del tiempo» de Frank Martin, que supuso su estreno en España, y que no se caracterizó por su originalidad, aunque sí por la coloración. Una partitura, que según reflejan en las notas de la OSCyL, está inspirada por el cuento La piel del asno de Charles Perrault, escrita en 1920 por un compositor de cuya obra es un ferviente defensor el propio Fischer.
Para concluir la primera parte estaba prevista la obra de encargo de la Sinfónica junto a la Filarmónica de los Ángeles, Carnegie Hall, la Orquesta Philarmonia y la Sinfónica del Estado de Sao Paulo, pero se canceló por enfermedad de la violonchelista Alisa Weilerstein, según indicó en nota de prensa la OSCyL. La sustituyó Daniel Müller-Schott que interpretó el Concierto para violonchelo en la menor, de Schumann. El chelista hizo gala de un fraseo seguro y unas texturas subyugantes, que llegaron a su cénit en el último tiempo, en el que puso a prueba las posibilidades del instrumento, compendio de las capacidades de un solista que domina los recursos técnicos y expresivos del chelo, partiendo de una elevada concepción musical y una afinación precisa. La orquesta se comportó como un acompañante fiel al chelista, propiciando la labor de éste. Fuera de programa y ante los continuos aplausos Müller-Schott recurrió a Johann Sebastian Bach.
Foto: OSCyL
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