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CRÍTICA: 'TOSCA' EN EL TEATRO CALDERÓN DE VALLADOLID. Por Rubén Martínez

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Autor: Rubén Martínez
28 de enero de 2013
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  ENTRE LUCES Y TOSCAS 
 
Teatro Calderón de Valladolid, viernes, 25/1/2013. Director musical, Will Humburg. Escenografía e iluminación: Daniel Bianco. Vestuario: Jesús Ruiz Director de escena: Giancarlo del Monaco. Reparto: Analiza Raspagliosi, Jorge de León, Marco di Felice. Coro de Amigos del Teatro Calderón, Escolania Pueri Cantores de la Enseñanza, Orquesta Clásica Europea.

      Si hace apenas una semana comentábamos el poco exitoso estreno de Tosca en el Euskalduna de Bilbao, en esta ocasión hemos visitado el Teatro Calderón de Valladolid, donde se han ofrecido 3 funciones más que dignas del título de Puccini, con un reparto vocal que en varios aspectos ha superado al de ABAO y con una coproducción estrenada en Tenerife en octubre de 2011, que ha funcionado en nuestra opinión mucho mejor que la de Nuria Espert.
      No es para nada novedoso que la acción de Tosca se adelante a la época de la Segunda Guerra Mundial y que los abrigos de cuero y las esvásticas pueblen la escena. En esta ocasión Giancarlo del Monaco ha situado los hechos en un momento histórico muy concreto, la ocupación alemana de 1943 después de que Mussolini fuese apartado del poder tras el golpe de estado de julio de ese año. Lo que nos ha gustado de la escenografía y de la dirección de escena es que ha sido rica en nuevas aproximaciones a varios aspectos de la historia que la han hecho incluso más creíble y emotiva, especialmente todo el tercer acto.
      Del Monaco consigue que la acción y la música fluyan de una manera particularmente coherente y los solistas elegidos han ayudado, sin duda, a la credibilidad del planteamiento escénico. El desenfreno "in chiesa" de los dos amantes justifica más que nunca el "Dio, quante peccata" entonado por Tosca,  el Te Deum del final del primer acto huye de las masas y nos presenta a un Scarpia que se queda sólo en la iglesia dando rienda suelta a sus malévolos pensamientos con el coro situado en el paraíso del teatro, el segundo acto nos presenta un Palazzo Farnese más creíble y desolador que nunca, en forma de despacho improvisado, con una escena final muy convincente y el tercer acto es quizás el más conmovedor que hayamos tenido oportunidad de presenciar con un Cavaradossi moribundo y una Tosca totalmente conscientes del destino que les aguarda reflejando en su desenlace momentos de violencia absolutamente descarnada.

      El reparto vocal tuvo sus luces y sombras. Quizás la intérprete más floja de la velada haya sido la soprano romana Annalissa Raspagliosi, poseedora de unas cualidades escénicas más que destacables y de una envidiable figura, ofreció un timbre claramente italiano, aterciopelado en el centro, pero que se tornaba duro y estridente en el tercio agudo, con sonidos fijos y otros dotados de un vibrato peligrosamente ancho, que denotaba un deficiente apoyo o un cansancio extremo, como en el final del "vissi d'arte". Hubo momentos tensos en el segundo acto en los pasajes más exigentes de la partitura y se rozó la tragedia en ciertas notas al borde del quiebro. No obstante, su dominio escénico, la intención de su fraseo y lo atractivo del color vocal consiguieron disminuir la importancia relativa de sus limitaciones técnicas ofreciendo globalmente una convincente recreación. No obstante mucho nos tememos que Raspagliosi se ha quedado en no más que una lejana promesa tras su debut en Traviata en 1998 y a su edad muestra ya signos de deterioro vocal irreversible.
      El tenor tinerfeño Jorge de León  prometía un soplo de aire fresco tras el deficiente Cavaradossi de Massimo Giordano en Bilbao. Su "Recondita armonia" resultó sin embargo muy por debajo de lo esperado, con un centro más irregular que de costumbre y un agudo que no salía con la generosa dosis de "squillo" a la que nos tiene acostumbrados. La cosa mejoró levemente en su dúo con Tosca y de León empezó a emitir sonidos marca de la casa en "occhio all'amor soave" y "l'alma acquieta" aunque era evidente que no terminaba de encontrarse cómodo en escena. Su "la vita mi costasse" no salió limpio a pesar de la generosidad con el que fue emitido pero ya en el segundo acto la mejoría fue más que notable con unos restallantes "vi sfido" y un "vittoria" brillantísimo. Fue claramente en el tercer acto donde alcanzó las mayores cotas de emoción, con un conmovedor "io lascio al mondo" y un "e lucevan le stelle" que el público agradeció con vehemencia aparte del mérito de interpretar todo el tercer acto en el suelo. Jorge de León tiene un material espectacular en el agudo, con una prestancia escénica fuera de toda duda y ha mejorado muchísimo la afinación, el fraseo y la musicalidad pero sigue ofreciendo un aspecto preocupante en el centro de su registro que no suena todo lo desahogado que uno desearía y que puede anticipar un problema de "wobble" en un futuro no muy lejano. También debería cuidar el final de las frases emitidas en ese registro que tienden a quedar algo desapoyadas.
      El barítono Marco di Felice asumió el rol de Scarpia con su voz lírica, sin pretender oscurecerla artificialmente y jugando con las dinámicas y con el fraseo para imprimir autoridad y poder a su personaje. Es Di Felice un cantante que por medios y desempeño merecería ser más solicitado por los grandes teatros, sobre todo teniendo en cuenta el panorama actual de escasez de cantantes de su cuerda.  Es difícil de explicar el por qué de su ausencia en coliseos líricos más importantes, máxime cuando con anterioridad llegó a cantar en el Metropolitan de Nueva York, por ejemplo. Fue muy convincente escénicamente y se agradece escuchar una voz desahogada en pasajes netamente baritonales como el "già mi dicon venal" cuando estamos demasiado acostumbrados a escuchar mal llamados bajo-barítonos (en realidad son barítonos cortos) que se las ven y se las desean para no romper en dicho pasaje o bien optan por octavar al grave las notas más comprometidas como hizo Struckmann en Bilbao.
    Sonoro, como siempre, aunque primitivo en el fraseo el Angelotti de Alberto Feria (una pena que no sea capaz de sacar más jugo a ese material). A gran nivel el Sacristán de Marco Moncloa y el Spoletta de Emilio Sánchez, correcto el Sciarrone de Jeroboám Tejera así como el carcelero de Pablo Corbí. Especialmente afortunada fue la intervención de Leonor Bonilla como pastorcillo, con una voz perfectamente timbrada y un protagonismo escénico mayor de lo habitual en este rol. La Orquesta Clásica Europea bajo la batuta de Will Humburg ofreció un desempeño discreto en el resultado aunque parecía que el director tenía un esquema mental bastante elaborado de lo que pretendía conseguir, careciendo fundamentalmente de medios para hacer realidad sus ideas. Correcto el Coro de Amigos del Teatro Calderón y la Escolanía Pueri Cantores de la Enseñanza.
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