CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas

Crítica: Klaus Mäkelä al frente de la Orquesta Ciudad de Granada

27 de junio de 2021
Klaus Mäkelä con la Orquesta Ciudad de Granada

 Sublime pasión, máxima excelencia

Por José Antonio Cantón
Granada, 25-VI-2021. Palacio de Carlo V de la Alhambra. . LXX Festival Internacional de Música y Danza de Granada . Orquesta Ciudad de Granada (OCG). Director: Klaus Mäkelä. Obras de Béla Bartók, Ludwig van Beethoven y Jörg Widmann.

   Si la primera actuación de Klaus Mäkelä con la Mahler Chamber Orchestra fue para mí un autentica revelación en sentido y forma, la segunda, al frente de la OCG, me ha significado la verdadera excelencia de este director desde la desbordante pasión que siente por la música. Sólo desde un acto de amor absoluto se puede entender el resultado artístico de su segundo concierto en el Festival. 

   Haciendo un tácito homenaje a la excelsa figura de Beethoven, conformó un programa en el que la música contemporánea del compositor alemán Jörg Widmann con su obra Con brio, iba a servir como una llamada de atención al sentir beethoveniano que inspiraba su contenido, que tuvo su refrendo final en una subyugante interpretación de la Séptima sinfonía en la, op. 92 del genio de Bonn. Situada entre ambas, Mäkelä quiso contrastar con una de las composiciones más singulares de Béla Bartók, su Divertimento para orquesta de cuerda, Sz. 113 que, por su parte, supuso un ejercicio de altísimo grado de construcción musical.

   Ya desde los bloques armónicos iniciales, acentuados en intensos acordes, que fijan el devenir orgánico de la obra, el director finlandés, jugó a desarrollar una expresividad acorde con  la intensidad emocional que propone Widmann en su intensa página, creando un avasallador discurso que se sucede en constantes sorpresas. La OCG, siguiendo sus indicaciones alcanzaba con su interpretación uno de sus logros históricos en el repertorio contemporáneo, yo diría,  de difícil superación en sus más de treinta años de existencia. La energía que recibía de Mäkelä era convertida en una deconstructiva musicalidad absolutamente asombrosa, que hacía que los sonidos evocaran un Beethoven posmoderno -la obra está inspirada en los briosos pasajes de las Sinfonías 7ª y - yo diría, de evanescente identificación. El director marcó con poderosa y segura técnica, la impactante sustancia de esta pieza imaginativamente  desestructurada con acierto estético.

   La música de Béla Bartók elevó el nivel artístico de la sección de cuerda de la orquesta granadina a un grado de bondad estética que llevaba a imaginar la expresión camerística de un cuarteto extendido. El director cuidó con sólida espontaneidad la aleatoria rítmica del primer movimiento hasta justificarla, como contraste, con la serenidad de su coda. Matizó con un ejercicio magistral de pulso la naturaleza cromática del tiempo lento, Molto adagio, haciendo todo un alarde de exquisito lirismo para transmitir, con una vitalidad soberana, la alegría contenida en el allegro final, expuesto con un entusiasmado orden sólo entendible desde su amor, pasión y reconocimiento infinitos por la música. Como me ocurrió en su primer concierto, volvía a hacerse presente en mí una sensitiva revelación. 

   Con su versión de la Séptima de Beethoven, obra muy enraizada en el repertorio de la OCG, se produjo una transformación del instrumento orquestal verdaderamente notable gracias a esa ordenada y estimulante capacidad de Klaus Mäkelä transmitiendo la música, como poder esencial para recrear el gran arte que contiene esa obra; todo un elogio a la danza. El aura que envuelve a este director se hace casi visible en su ejercicio musical, que justifica cada gesto y cada acción en sus más mínimos detalles convirtiéndose en todo un portento de sublime pasión en el que el entusiasmo parece superar al pensamiento y la experiencia al propósito estético, en un ejercicio de orgánica espontaneidad que sólo se entiende y se siente desde la vida misma convertida en música por excelencia.

Foto: Fermín Rodríguez

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