Una visión flamenca de La Comedia de Dante

Por David Sanatana | @DSantanaHL
Madrid. 13-XII-2021. Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Centro Nacional de Difusión Musical [Series 20/21]. A mitad del camino de la vida de Mauricio Sotelo. Arcángel, cantaor; Juan Carlos Garvayo, piano; Pablo Martín Caminero, contrabajo; Agustín Diassera, percusión.

   Las conmemoraciones siempre han de ser bien recibidas. Nos permiten un momento de reflexión (por breve y liviano que sea) sobre aquellos personajes y eventos de nuestra historia que nos han permitido ser lo que somos ahora. Dante es, sin duda, una de esas figuras sin las cuales el mundo podría haber sido muy diferente a lo que es ahora y es por ello que recordar a tan insigne poeta y la importancia y calidad de su obra es importante. Máxime cuando sus versos mantienen una viveza tal que permiten fusionarse con la música actual de Mauricio Sotelo. Así pues, en su último concierto del año, el ciclo Series 20/21 nos ofrece una doble conmemoración, la del padre del italiano a los setecientos años de su muerte, y la del compositor residente del CNDM cuya obra es objeto de especial difusión durante esta temporada.

   Pero es a Mauricio Sotelo a quien nos interesa enaltecer hoy por haber sido capaz de «recrear» –tanto como compositor como recitador– los versos del Sommo Poeta y darles un significado propio mostrándolos desde su propio punto de vista.

   En la charla previa al concierto entre el traductor y experto en Dante, José María Micó, y el propio compositor pudimos adentrarnos ligeramente en la visión de Sotelo sobre una de las obras magnas de la literatura universal. Nos habló, por ejemplo, de cómo le impactó la escena del Infierno helado y, efectivamente, al escuchar la pieza, pudimos revivir el momento en el que Sotelo se vio impactado por la imagen. Los sonidos electrónicos que imitaban un viento gélido unidos a la percusión envolvieron las palabras de Dante recitadas por el propio compositor dando una nueva dimensión a la declamación.

   En cuanto a la música, desde un acercamiento puramente objetivo, nos encontramos con una obra que cubre a la perfección con dos de los requisitos más importantes a la hora de componer música: variedad y cohesión.

   Estos dos componentes aparentemente antagónicos, articulan una obra en la que convergen las palabras del humanismo de Dante, el madrigalismo  barroco, la sutil improvisación del jazz clásico –en la que destacó como no podía ser de otra manera el virtuosismo de Pablo Martín Caminero– y el manejo de los timbres instrumentales y las técnicas compositivas contemporáneas para lo que contaron con el piano de Juan Carlos Garvayo y la precisión absoluta de Agustín Diassera. ¿Qué más variedad se puede exigir?

   La cohesión la hallamos en el formato de las distintas partes que integran la obra. En todas ellas  hay una parte que, al menos, parece improvisada o que emerge de la propia complicidad de los artistas. También hay algún elemento solista de carácter más virtuoso y, por supuesto, flamenco. El género gitano abraza la obra en su totalidad y permite al compositor Mauricio Sotelo demostrar que este arte va mucho más allá de las fronteras de Andalucía y de lo folklórico –sin tenerlo a menos– y que bien sirve, a través de voces tan cuidadas y detallistas como fue la de Arcángel, para conmemorar a una figura histórica como Dante Aligheri.

Fotografías: Rafa Martín/CNDM.