El público recibió con clamor la propuesta con vítores especiales a Markus Butter, al director Roland Kluttig y al propio G.F. Haas. Hubo también fuertes aplausos para todo el equipo escénico, lo que no es habitual en estos días.
Profeta en su tierra
Por Pedro J. Lapeña Rey
Graz, 12-II-2022, Oper Graz. Morgen und Abend, Georg Friedrich Haas/Jon Fosse. Cornelius Obonya [Olai], Cathrin Lange [La comadrona/Signe], Markus Butter [Johannes], Christina Baader [Erna], Matthias Koziorowski [Peter]. Orquesta y coro de la Ópera de Graz. Dirección Musical: Roland Kluttig. Dirección de escena: Immo Karaman.
Morgen und Abend [Mañana y tarde] es la séptima composición para la escena del músico austríaco Georg Friedrich Haas. Estrenada en noviembre de 2015 en el Covent Garden londinense, en coproducción con la Deutsche Oper de Berlín –donde subió a sus tablas unos meses después–, contó con un elenco de lujo. Karl Maria Brandauer dio vida al pescador Olai, Michael Boder se subió al podio, y Graham Vick fue el responsable de la escena. Aquellos mimbres nos hacían prever una obra con gran recorrido, pero lo cierto es después de aquellas funciones, solo se hizo en el Teatro de Heidelberg en 2017. Así que con estas representaciones –hay otras 8 programadas hasta el 24 de abril– la Oper Graz se apunta el tanto del estreno de la obra en su Austria natal.
Aunque menos conocido en el exterior que su compatriota y casi contemporáneo Beat Furrer –compositor cuyas obras hemos podido ver en varias ocasiones en el ciclo del CNDM–, Georges Friedrich Haas es probablemente uno de los músicos más reseñables de su generación. Nacido en Graz en 1953 sus obras han ido ganando poco a poco el respaldo del público y de la crítica especializada, aunque el número de representaciones tampoco se ha elevado en demasía. Todo puede cambiar en 2022, ya que a este estreno austriaco de Morgen und Abend, se le van a sumar varias funciones de sus óperas Koma, Bluthaus y Thomas en la Ópera de Munich en el mes de mayo, a cargo de directores musicales y de escena tan importantes como Theodor Currentzis, Titus Engel o Romeo Castellucci.
En Morgen und Abend, que podríamos traducir mejor en el sentido de «principio y fin», Haas pone música a la novela del mismo nombre del escritor noruego Jon Olav Fosse. La novela, escrita en el año 2000, nos muestra la vida de Johannes, un pescador noruego. Bueno, más que la vida, Fosse nos lleva a dos momentos concretos de la misma. El nacimiento –Morgen– y la muerte –Abend–. El primero lo vivimos a través de un amplio monólogo de su padre, el también pescador Olai. En el segundo, el propio Johannes se da cuenta de que ha debido morir porque escucha a su hija Signe, que ya no le ve, y habla con su amigo Peter y su esposa Erna, muertos hace tiempo. En el estreno en el Covent Garden, la obra tenía partes en inglés y alemán. Aquí en Graz se ha optado por una versión completa en alemán a cargo de Hinrich Schmidt-Henkel. La elección es normal teniendo en cuenta que en su casi totalidad el público domina la lengua de Goethe. Pero no es menos cierto que es un serio hándicap si quieres atraer al público internacional. Es algo chocante que ni siquiera se opte por poner los sobretítulos en los dos idiomas como se hace en muchos teatros de menor categoría y prestigio que éste.
Durante varios momentos, la música me recordaba el momento en que la compositora finlandesa Kaija Saaariaho, cuando asistió al estreno del Saint-François d’Assise de Olivier Messiaen en el Festival de Salzburgo de 1992, pensó que aunque ella no podría escribir ópera, al menos tal y como se entiende dentro del repertorio tradicional, sí podía hacerlo en ese estilo. El resultado de aquello fue su famosa obra L’Amour de Loin, una obra que combina una música excepcional con una carga teatral discreta, pero al menos existente. Por el contrario, en Morgen und Abend nos encontramos una música discutible –a unos les gustará más que a otros– pero muy bien construida y por momentos impactante, pero con una acción dramática bastante pobre. La obra de Jon Olav Fosse es una novela, y en el libreto no se ha conseguido elevarlo. No hay prácticamente interacciones entre los protagonistas, diálogos entre ellos, que ayuden a “cargar las tintas”. La música por sí sola lleva la carga de la obra.
La puesta en escena dirigida por Immo Karaman, de quien recuerdo dos producciones muy atractivas en la Deutsche Oper am Rhein de Düsseldorf –Otra vuelta de tuerca de Britten y El enano de Zemlinsky– lucha con esta falta de movilidad. La escenografía de Rifail Ajdarpasic nos sitúa en el centro de una especie de barca gigante que no para de navegar. Del techo suben y bajan los elementos de la obra: esa puerta que Olai no se atreve a abrir, y la cabaña donde vive Signe y sus alrededores que es donde todo pasa.
El barítono Markus Butter crea un Johannes impecable en su vertiente escénica. Vocalmente, a pesar de que su voz, con un timbre algo gris y con un registro algo falto de expansión, no es particularmente atractiva, te gana por su rotundidad y por su expresividad en ese viaje en el que descubre que en realidad está muerto. Su voz y sus espaldas soportan la mayor parte de la obra. Ya mencionamos antes de manera muy positiva tanto el Olai de Cornelius Obonya, uno de los nombres clave del teatro actual en el área germánica, como el de la soprano Cathrin Lange, quien no solo es la encargada de los contrastes con Olai sino también con Johannes. La voz de soprano lírico-ligera está bien emitida. Es clara, aunque algo mate, pero bien manejada. Salió solvente de unas notas finales en el sobreagudo bastante comprometidas. Cumplieron también la mezzo Christina Baader como Erna y el tenor Matthias Koziorowski como Peter.
El público recibió con clamor la propuesta con vítores especiales a Markus Butter, al director Roland Kluttig y al propio G.F. Haas. Hubo también fuertes aplausos para todo el equipo escénico, lo que no es habitual en estos días.
Fotografías: Werner Kmetitsch/Oper Graz.