CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas

Crítica: Rafael Aguirre y Álvaro Albiach con la Orquesta y Coro Nacionales de España

21 de febrero de 2022

El guitarrista español Rafael Aguirre debuta con la OCNE bajo la dirección de Álvaro Albiach, con una gran versión del Concierto de Aranjuez

Rafael Aguirre

Pasión española

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 18-II-2022, Auditorio Nacional. Ciclo Orquesta y coro Nacionales de España. Evocación, El puerto y Triana de la Suite Iberia (Isaac Albéniz -orquestación de Enrique Fernández Arbós). Concierto de Aranjuez (Joaquín Rodrigo). Rafael Aguirre, guitarra. Don Juan, Op. 20 (Richard Strauss). El sombrero de tres picos, suite núm. 2 (Manuel de Falla). Orquesta Nacional de España. Dirección: Álvaro Albiach. 

   Este decimotercer programa de la temporada 2021-22 de la Orquesta Nacional de España lo conformaba música española por contenido y por inspiración. Tres obras de algunos de nuestros compositores más talentosos y universales junto a otra basada en un mito de origen hispano tan eterno e internacional como el de Don Juan.

   Enrique Fernández Arbós (Madrid 1863-San Sebastián 1939), gran violinista, director de orquesta y compositor, que llegó a ser concertino de la Filarmónica de Berlín y director titular de la Orquesta Sinfónica de Madrid durante más de 30 años, orquestó, a petición del autor, 5 de las 12 piezas - divididas en 4 cuadernos- que componen la Suite Iberia de su amigo Isaac Albéniz, obra cumbre de la música española y de la literatura pianística universal, en la que el genial músico de Camprodón fusiona de manera primorosa la influencia del impresionismo francés con el folklore español en toda su más amplia y rica manifestación. Además, Arbós interpretó por todo el Mundo sus orquestaciones. En el concierto que aquí se reseña, se interpretaron 3 de las 5 páginas de Iberia orquestadas por Arbós, Evocación, El puerto y Triana. Álvaro Albiach, titular los últimos años de la Orquesta de Extremadura, desgranó las tres de forma plenamente idiomática, aunque, bien es verdad, faltó algo de orden y claridad expositiva, pero estuvo presente el tono de misterio de la primera pieza -Evocación- e imprimió el pulso, vehemencia, calor y brillantez en las otras dos con una orquesta que respondió estupendamente, pues brindó la apropiada paleta de colores. 

   El Concierto de Aranjuez, dedicado al guitarrista burgalés Regino Sainz de la Maza que lo estrenó en 1940, no sólo es, probablemente, la obra musical española más popular e interpretada, también es una composición pionera y fundamental para guitarra concertante. Joaquín Rodrigo logra que un instrumento de espectro sonoro tan limitado se vea arropado por una orquestación suficientemente consistente, pero que nunca confronta con el instrumento y permite que el mismo se escuche y no sea tapado por la orquesta. Asimismo, siendo la guitarra un instrumento fundamentalmente ligado al folklore andaluz, nada más lejos este concierto de Aranjuez, cuya música de raíz neoclásica y con sonoridades de música tradicional castellana evoca «la fragancia de las magnolias, el canto de los pájaros y el chorro de las fuentes» de los jardines de Aranjuez en palabras del propio músico murviedrés. Como suele ser habitual, la guitarra fue amplificada, aunque, afortunadamente, de forma mesurada. Espléndida fue la interpretación del guitarrista malagueño Rafael Aguirre, que mostró sólida técnica, sonido bello, cálido y bien calibrado, amplia gama dinámica y fraseo tan musical como contrastado. Las notas de la guitarra de Aguirre surgieron en el primer movimiento con gran limpieza y seguridad, a modo de perlas brillantes engarzadas en un fraseo bien torneado y finamente ornamentado, que dialogó con esmero y delicadeza con las maderas en el archifamoso adagio. Si a la batuta de Álvaro Albiach le faltó elegancia y finura a la hora de evocar el tono «galante» de la composición, no se puede dudar de su cuidadoso acompañamiento, además de lograr un segundo movimiento que se valió de una espléndida interpretación de la melancólica e inspiradísima melodía introductoria por parte del corno inglés de José María Ferrero. El tercer movimiento con su aire danzable consagró el virtuosismo de Aguirre acompañado con brío e ímpetu rítmico por batuta y orquesta. Éxito apoteósico del guitarrista malagueño, que fue ovacionado de manera entusiasta por el público. Aguirre ofreció dos sustanciosas propinas, ambas fruto de la inspiración de Francisco Tárrega, uno de los grandes compositores para guitarra. En primer lugar, una deslumbrante interpretación, toda una exhibición de virtuosismo, de la Gran Jota de concierto y, en segundo lugar, la bellísima Recuerdos de la Alhambra

   Richard Strauss se inspira en el mito español del seductor y libertino, que ha sido fuente inagotable para compositores y libretistas de ópera, para su poema sinfónico Don Juan, si bien, el compositor bávaro se basa en el poema de igual título de Nikolas Lenau. Albiach y la Orquesta Nacional pusieron de relieve el colorido y brillantez de la orquestación, aunque se echó de menos una mayor claridad y diferenciación de planos orquestales, así como un mayor grado de sutileza en las transiciones. Magníficos los solos a cargo del concertino Miguel Colom y del oboe solista Robert Silla, que delineó primorosamente la memorable melodía central de la pieza, plena de patetismo, en la que Strauss -como corresponde a la música programática a la que pertenece el género del poema sinfónico- nos transmite que el libertino también tiene sensibilidad. 

   Manuel de Falla entresacó dos suites sinfónicas de su ballet El sombrero de tres picos, que se había estrenado con gran éxito en Londres el 22 de julio de 1919. Se interpretó en esta ocasión la segunda de ellas compuesta por tres rutilantes e incandescentes danzas al ritmo de seguidilla, farruca y jota, respectivamente. Se le podrá reprochar a la batuta de Albiach algún desajuste, pero nunca el pulso racial, los acentos apasionados, el temperamento y el ardor de su interpretación -plena de mordiente la cuerda, vibrante y empastada, en la farruca- que culminó en una brillantísima jota en la que volvieron a brillar las maderas y puso punto final en punta a un magnífico concierto en el que el público disfrutó a fondo la música en su mayor parte española y respondió al voltaje que transmitió el escenario con calurosas ovaciones. 

   Estimo que resultó más adecuada la batuta de Álvaro Albiach para un programa como éste, que la inicialmente prevista del titular David Afkham, que canceló por problemas de salud.

Fotos: Facebook OCNE   

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