CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas

Crítica: Juanjo Mena, Asier Polo y Clara-Jumi Kang con la Sinfónica de Galicia

21 de febrero de 2022

Juanjo Mena visita la temporada de la Orquesta Sinfónica de Galicia para ofrecer su versión de obras de Schumann y Brahms

Juanjo Mena

Tres es multitud (o no)


Por Julián Carrillo Sanz | @quetzal007
La Coruña, 18-II-2022, Palacio de la Ópera, Orquesta Sinfónica de Galicia. Programa: Johannes Brahms, Doble concierto en la menor, op. 102; Robert Schumann, Sinfonía nº 4 en re menor, op. 120. Clara-Jumi Kang, violín. Asier Polo, violonchelo. Juanjo Mena, director.

   Gran concierto el que celebró la Orquesta Sinfónica de Galicia el jueves dentro de su abono de los viernes. Dirán algunos que al programa, para ser tradicional, de corte bien clásico, le habría faltado una obertura antes del concierto de Brahms; pero con dos obras como las programadas bien se puede afirmar que tres es multitud. No lo fue en el caso de los intérpretes de la obra de Brahms: Clara-Jumi Kang, Asier Polo y Juanjo Mena resultaron un equipo idóneo, como era de esperar por sus trayectorias y como resultó tras escucharlos en A Coruña y, supongo, en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, donde tocaron el viernes.

   Ya desde el sonido de la Sinfónica dirigida por Juanjo Mena al inicio de la introducción y las primeras notas del chelo de Asier Polo se produjo esa chispa que salta del escenario a la platea y engancha al público de principio a fin en la obra interpretada. La primera intervención de Clara-Jumi Kang acrecentó esa chispa y aseguró la atención por la vía de la emoción iniciada por sus compañeros de escenario. Los diálogos entre ambos solistas y entre estos y la orquesta vinieron cargados de tensión expresiva y mucho más que un simple buen hacer. 

   La intervención de las maderas en el Andante central creó el ambiente y solistas, director y orquesta llenaron de sutileza el siempre difícil ámbito sonoro del Palacio de la Ópera, antes de esa especie de pacífica disolución final del movimiento. La gracia en los solos tuvo en el Vivace non troppo final, contraste y compañía en el vuelo expresivo y el buen tratamiento por parte de Mena de la gran solidez orquestal brahmsiana. 

   Y Schumann. El gran Robert Schumann capaz de cumplir y aun superar las esperanzas de su esposa Clara como compositor sinfónico. La unidad conceptual que representa esta Cuarta quedó bien patente en la soberbia versión de Mena con la Sinfónica de Galicia y su forma de unir los cuatro movimientos, tocándolos, tal como requiere el autor, sin más transición que la requerida para la respiración de los instrumentos en cada final de movimiento. La gran densidad armónica de la obra de Brahms tuvo en paralelo una claridad ejemplar de líneas melódicas y planos sonoros. Hubo pues bosque y árboles; y ambos pudieron ser escuchados y gozados por el público del Palacio de la Ópera.  

Foto: Jorge Alvariño /CODALARIO
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