CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas

Crítica: Alexandra Conunova y Marc Soustrot con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla

27 de abril de 2022

La Sinfónica de Sevilla recibe a la violnista Alexandra Conunova bajo la dirección de su titular, Marc Soustrot

Alexandra Conunova y Marc Soustrot con la Sinfónica de Sevilla

Francia en víspera electoral

Por Álvaro Cabezas | @AlvaroCabezasG
Sevilla, Teatro de la Maestranza. 22-4-2022. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla; Alexandra Conunova, violín; Marc Soustrot, director. Programa: Alén de Eduardo Soutullo; Concierto para violín y orquesta nº 3 en si menor, op. 61 de Camille Saint-Saëns; y Sinfonía en re menor de César Franck.

   Los conciertos que conformaron el 8º programa del ciclo Gran Sinfónico de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla se ofrecieron en los días postreros de la campaña presidencial francesa y versaron, casi íntegramente, sobre música del país vecino, ya que, obviando la obra contemporánea de Eduardo Soutullo –de ninguna aportación–, que abría las funciones, fue quizá el único concierto para violín de Saint-Saëns que goza de cierta popularidad y la archiconocida Sinfonía en re menor de Franck los ingredientes que se sirvieron en el plato musical que deseaba consumir el melómano sevillano tras el pequeño parón de la Semana Santa. 

   Que la temporada de la Sinfónica iba a estar caracterizada por un fuerte acento francés fue más que evidente desde el inicio de la misma, pero quizá en programas como estos fue cuando se puso de manifiesto que, quizá, la acumulación de obras francesas puede resultar excesiva. Por ello, lo mejor sería combinar estas obras con las de otros países para evitar el empacho de delicadezas y cortesías propias de esta música que sonó el viernes un poco como proclama nacional en víspera electoral. Es cierto que se trata de la especialidad de Marc Soustrot, pero, escuchando en vivo el Concierto para violín nº 3 de Saint-Saëns uno se pregunta si el autor quiso expresar algo (desde luego nada trascendente), o simplemente estaba poniendo en bandeja las más encantadoras virtudes técnicas de un intérprete que, como ocurrió en el caso de Conunova, extrajo petróleo de una partitura de cierta bobaliconería y mucho cursileo que va de menos a más y cuyo final no deja de resultar un alivio para los sentidos. El trabajo, por tanto, de solista, maestro y orquesta fue tomarse la partitura en serio y proyectarla con corrección y fantasía a unos oyentes que –ya despojados de la mascarilla–, volvieron a toser y desparramar objetos ruidosos cada tanto e, incluso (al menos en el caso del concierto del viernes), a aplaudir entre movimientos. Alexandra Conunova, a la que ya vimos interpretar en el pasado el concierto para violín de Brahms, está llamada, por cercanía con la orquesta y por su destreza increíble, a volver al teatro hispalense para interpretar algunas de las grandes páginas dedicadas a su instrumento. El director, que en un ejercicio proverbial de paciencia grabó la integral sinfónica de Sain-Saëns con la Malmö Symphony hace años, hizo un completo muestrario de gestos que provocaron matices posibilitadores de una lectura todo menos plana, algo que, referido a esta obra, resultó sorprendente por su capacidad de trabajo y compromiso.

Alexandra Conunova

   En la segunda parte se encontraba sobre los atriles de los músicos la Sinfonía en re menor de Franck, obra que, por sí sola, ya merecía la asistencia a este concierto. La pieza se tiende como un puente entre la música francesa y la alemana: los encantadores y reconocibles temas se entrelazan con densidad, profundidad y determinación. El director realizó aquí su gran aportación de la noche: cada movimiento fue paladeado e interpretado con sosiego e intensidad. Los metales sonaron poderosos y regios, las maderas precisas y evocadoras y las cuerdas lideradas por Farré Brandkamp tersas y sedosas cuando hubieron de serlo, incisivas y valientes todas las veces que fue necesario, incluso provocando algún atropello no bien resuelto por el maestro. En el primer movimiento –Lento - Allegro non troppo–, se planteó el tema inicial y fue menos refinado que impetuoso. Sin embargo, el Allegretto se dibujó, gracias a los pizzicati de los violines, con ribetes casi divinos. El tercero –Allegro non troppo–, fue de auténtico ensueño. Allí volvieron a recuperarse los temas anteriores y quedó fijado en el cielo de la sala del Maestranza la grandeza musical de Francia, las sobresalientes virtudes de la orquesta sevillana y, una vez más, el privilegio que supone escucharla dirigida por este director.

   En otro orden de cosas, quizá sería aconsejable dar alguna explicación sobre el cambio del último programa de abono de la temporada, inicialmente publicitado como un gran colofón: la interpretación de, nada menos, la ópera en versión concierto Diálogos de carmelitas de Poulenc, que estaría dirigida por Michel Plasson. Ahora se anuncia en la página web de la orquesta un programa final de temporada compuesto por Le tombeau de Couperin de Ravel, el ciclo de canciones Shéhérazade, para solista y orquesta del mismo autor y la Sinfonía en Si bemol de Ernest Chausson. Toda la música que dirige Plasson parece tocada por la augusta gracia y sabiduría que han dado los años a este pertinente maestro, pero el recambio es muy llamativo y las expectativas creadas habían sido altas, como mínimo para requerir alguna justificación que sirva de aliento a la recta final de una temporada ponderadamente muy superior a las de la anterior dirección artística. ¿Quizá no se han encontrado voces adecuadas para esos papeles o las disponibles no podían ser asumidas por la orquesta para un concierto de abono? ¿Resultaba la puesta en marcha de esta obra una carga demasiado pesada para un maestro casi nonagenario? En ese caso, ¿no podía haber sido asumida la dirección por el propio Soustrot como responsable artístico? Y, en última instancia, ¿se fue excesivamente ambicioso a la hora de programar este punto y final de temporada? En cualquier caso, el público que asiste a los conciertos poco tiene que ver ya con el tipo de respetable que lo hacía hace una década. Ahora es mucho más volátil y está ahíto de emociones fuertes, máxime en estos meses en que se ha producido una vuelta real a la normalidad de antaño, por eso es clave conformar programas atractivos que puedan competir con el maremágnum de actos y eventos que explota la ciudad de Sevilla en estas semanas de primavera.

Fotos: Sinfónica de Sevilla

Alexandra Conunova Sinfónica de Sevilla Marc Soustrot