La directora de escena española Bárbara Lluch, entrevistada por Aurelio M. Seco para la portada de CODALARIO de mayo de 2022
BÁRBARA LLUCH: «En la sala de ensayos me siento libre, fuerte, segura»
Una entrevista de Aurelio M. Seco / @AurelioSeco | Fotos: Fernando Frade / Codalario
Hay un nuevo gran nombre en el mundo de la dirección de escena. Bárbara Lluch no es nueva en el mundillo, pero su último trabajo con El rey que rabió de Chapí, que se ha podido ver en el Teatro de la Zarzuela y en el Campoamor de Oviedo, ha mostrado, con claridad meridiana, a una directora de escena de talento descomunal, a una artista misteriosa, generosa y arriesgada, que se da al público desde la vulnerabilidad y sin prejuicios, con verdadero amor al arte directorial y, lo que es muy importante, con un sentido del humor inteligente y puro. Lluch parece dirigir por necesidad vital o para salir al paso de los sinsabores, revitalizando sobre la escena, entre sonrisas y lágrimas, algunas de las más importantes obras musicales jamás escritas.
Su trabajo en El rey que rabió es impresionante. De lo mejor que he visto.
Muchísimas gracias, para mí es importante que la crítica y el público disfrute de mi trabajo. Quiero dirigir porque amo dirigir y deseo con toda mi alma seguir haciéndolo. Es el sitio donde me siento libre.
¿Para escapar?
En la vida privada tengo ansiedades, miedos, pero en la sala de ensayos me siento libre, fuerte, segura.
Cuando hay algo excepcional sobre el escenario, hay que decirlo. El crítico que se lo calla para aparentar una especie de vacua idea de ponderación o por ignorancia, es un mal crítico.
Por eso no sabes cuanto te agradezco la crítica que hiciste a El rey que rabió en Oviedo. Gracias. Hoy ser agradecido es algo que está infravalorado. Creo que tendemos como raza a pensar en las cosas que no tenemos más que en las que tenemos. Ahora con los horrores de la guerra de Ucrania, pienso en la suerte que tengo de vivir en este país, una democracia, en época de paz y del llamado primer mundo. Tragedias así hacen que ponga las cosas en perspectiva. Esta puede ser una profesión injusta.
Así que se ha dado cuenta de la falta de compañerismo en su profesión.
Creo que cuanto más inseguro eres más reconocimiento necesitas. Al empezar a dirigir hablaba de mis proyectos con demasiada gente. Y llegaba la famosa pregunta: «¿Pero cuál es el concepto?». Yo detesto la palabra «concepto». En Alemania, donde tienen cuatro dramaturgos por teatro y otra tradición teatral diferente a la nuestra, quizás tenga sentido, pero traer el mundo del «concepto» a España, pues a veces sí y a veces no.
Yo no digo que las obras no se puedan tocar. Cualquier cosa que sirva para acercar la ópera al público... pero cuando se levantan muros entre una pieza perfecta ya de nacimiento y el público sin aportar nada… Ahí es cuando yo me pierdo. Y luego la otra pregunta famosa:¿«Qué vas a hacer con El rey que rabió»? ¿Cómo que qué voy a hacer? Voy a intentar contar la historia, intentar que la gente se sienta identificada con ella, que se crean lo que están viendo. Voy a intentar emocionar, conmover, que el público se enfade, llore, que la gente se ría, sienta, goce. Que sienta y que se vaya del teatro con ganas de volver. Si yo voy a cambiar La traviata y situarla en Marte será porque añada algo y la acerque al publico. Al menos eso es lo que intentaré. Al fin y al cabo nosotros trabajamos para el público. Al principio esas preguntas me causaban inseguridad." Algo estoy haciendo mal" pensaba.
Cuando hice La casa de Bernarda Alba de forma tradicional, yo creo que conté la historia, y además me pareció que las cantantes estaban maravillosas. Contar la historia haciéndola en un horno, por ejemplo, no hubiera ayudado a nadie. Yo me quedé muy satisfecha con mi trabajo, pero sé que hay gente que piensa que lo que dice es demasiado tradicional. Nunca llueve a gusto de todos, supongo.
«Detesto la palabra "concepto"»
«Hay gente que se incomoda con mi sinceridad, pero así es como soy. Si tengo la suerte de tener una pequeña voz en algún sitio hay que usarla para ser honesto y sincero»
¿Le importa tanto lo que digan?
Cada vez me importa menos. Pero sí, me importa y me importará siempre. O no, no lo sé. Para ser actriz necesitas un tipo de piel especial. Yo fui actriz muchos años. Para ser director, también.
Un artista tiene que darse a los demás con franqueza, y que suceda lo que tenga que suceder, ¿no?
Yo creo que es la única manera que yo sé de trabajar, comunicarme, vivir. Aunque soy consciente de que es una postura que me hace vulnerable. Me han pasado… Cuando uno mismo señala sus debilidades, cuando eres consciente de tus limitaciones, inseguridades, ansiedades y además tienes miedo a la crítica, como es mi caso… Soy consciente de cuáles son mis talones de Aquiles.
Por lo que veo se conoce bien
En el momento en el que aceptas y entiendes como eres, no se vuelven debilidades. Los rasgos de carácter no se vuelven debilidades sino fuerzas. Yo reconozco que soy sensible y me pueden hacer daño, pero al final lo voy a saber manejar. Sólo nos pueden hacer daño las cosas de las que no somos conscientes. Si yo tuviese una hipersensibilidad inconsciente, me harían mucho daño. Hay gente que se incomoda con mi sinceridad, pero así es como soy. Si tengo la suerte de tener una pequeña voz en algún sitio hay que usarla para ser honesto y sincero.
Ser honesto penaliza
Sí. Se castiga la honestidad cuando vas de cara. Se perdona más una puñalada en la espalda que una verdad dicha a la cara.
Sale rentable la maldad
Sí, los malos ganan más que los buenos. No hay más que ver cómo está el planeta. En mis fantasías los malos sufren mas que los buenos. Decir la verdad y ser sensible te lleva a lugares más complicados y complejos pero se tiene que recompensar con paz, ¿no? Trasladado a este trabajo no creo que el problema sea la mandad si no la falta de respeto. A cantantes, actores, técnicos, ayudantes…. Eso no debería permitirse. De hecho, me parece imposible trabajar en un ambiente donde hay gritos, insultos y cosas por el estilo. Estamos en una profesión muy competitiva, donde los procesos son largos y a veces difíciles de por sí. La responsabilidad del director de escena es crear un ambiente seguro para todos. Donde todos podamos probar y equivocarnos sin miedo. Pero las cosas están cambiando. De hecho, yo creo que ya se está viendo. Yo he trabajado mucho en Londres, donde acaban de despedir a uno porque ya le habían dado un toque de atención. Había insultado de mala manera a su ayudante de dirección.
Y no existe la lealtad
Desgraciadamente, he tenido un par de experiencias así. ¿Y cómo se trabaja sin lealtad, sin poder fiarte de la persona que tiene que estar apoyándote? ¿Cómo se trabaja teniendo a tu lado a alguien que quiere que te pase lo peor? Por eso es importante rodearte de un equipo en el que creas, al que respetes y en el que tengas confianza ciega, porque una sala de ensayo es una mezcla de terapia psicológica, de experimentación y de búsqueda. Es una exposición brutal. Para todos.
Un trabajo muy difícil
Yo estudié canto y sé lo difícil que es cantar. Para cantar al nivel de los artistas con los que tengo la suerte de trabajar, hay que tener una gran fortaleza, disciplina, años de estudio y una seriedad con respecto al trabajo espectacular. Respeto y admiro a los cantantes infinitamente. No soy de las personas que llegan a un ensayo y digo, quiero esto y esto se hace. A mí me pueden convencer, porque la soprano que ha hecho Salomé cuarenta veces y conoce el personaje de una manera profunda puede aportar cosas interesantes. No escucharla sería una equivocación por mi parte. En los ensayos hay que crear un lugar seguro en el que nos podamos equivocar todos, reír…
«Sí, los malos ganan más que los buenos»
«La soprano que ha hecho Salomé cuarenta veces y conoce el personaje de una manera profunda puede aportar cosas interesantes. No escucharla sería una equivocación»
También se corre el riesgo de no tener paciencia con grandes talentos. Todo el mundo puede meter la mata o ser incorrecto en algún momento. ¿Hasta qué punto hay que soportar el mal carácter o las rarezas de un genio?
Yo creo que es una línea fina. A quien le toque decidir está en una situación muy complicada, desde luego. Yo he trabajado al lado de uno de mis directores favoritos, que tiene fama de montar pollos y gritar. Él nunca insulta a la gente. Sin embargo, en mi opinión sería un error echarlo de un ensayo porque es parte de su manera de crear, de su proceso. Es una persona que viene súper preparada, y uno ya sabe que en un momento dado va a perder los nervios. Pero yo no hubiera cambiado ninguna de las veces que me ha hecho pasarlo mal, porque todo lo que me ha enseñado no me lo quita nadie.
Con él nunca sufre el producto. Sufren los ayudantes de dirección -risas. Creo que mientras no haya nadie que se sienta herido y el producto no esté tocado, sería equivocado tomar medidas. Giorgio Strehler al parecer tenía un carácter horroroso, pero era un genio. No desearía ser la persona que tiene que tomar esa decisión. Porque claro, mi línea de rasante es diferente a la de otra persona. Algunos de Los más grandes me han hecho llorar, pero he aprendido mucho de ellos. No me merecía que me tratasen así pero en realidad no era contra mí. Yo lloraba porque no me sentía preparada, pero respondía trabajando más. Es un tema peliagudo.
¿Qué piensa de la bofetada de Will Smith?
A mí me parece una oportunidad perdida. Me dio pena que no se levantase con su mujer y se fuese, porque ese hubiera sido un mensaje que habríamos escuchado. Yo estoy muy harta de este humor que ya no es humor, de que se use a la gente como chiste, que se le falte al respeto. Estoy con Smith, pero qué pena que no usase otra vía.
¿La violencia nunca es la respuesta?
La violencia se justifica en muchos casos. Volviendo a la guerra de Ucrania, yo creo que si a mí me violasen a mi hija, por ejemplo, yo mato al hijo de puta que lo ha hecho. Estoy en contra de la pena de muerte, pero como madre, si pillo a ese soldado… Somos seres humanos y tenemos instintos, pero que lo haga un gobierno es distinto. Con premeditación y alevosia no hay excusa.
Gustavo Bueno habla, en lugar de pena de muerte, de «eutanasia procesal». Dice que ante hechos horrendos probados, si el criminal es capaz de seguir viviendo tras lo hecho, una sociedad verdaderamente democrática debería ayudarle a morir. Eso sería lo humano, y no lo de meterlo en una cárcel para siempre.
¿Cómo se llama el autor?
Gustavo Bueno. ¿Le defrauda el ser humano?
A mí siempre me abruma el ser humano porque es capaz de lo mejor y lo peor. La primera vez que vi la Victoria de Samotracia, la Capilla Sixtina, la primera vez que escuché la Misa Solemnis de Beethoven, cosas que hacen que te eches a llorar de la emoción, te preguntas ¿cómo un ser humano es capaz de crear tanta belleza y, al mismo tiempo, genéticamente, como puede ser que ese ser genial comparta tantas cosas con alguien que comete atrocidades? ¿Qué nos pasa en la cabeza? La educación, la sensibilidad, la suerte… Hay muchas cosas que llevan al ser humano por un camino o por otro. Yo misma he dicho hace un momento que sería capaz de matar a un hombre… ¿Cómo es posible que sea capaz de llorar si escucho a Wagner y querer matar a ese hombre?
¿La duda es más artística que la certeza?
Sí. Estoy convencida. Poco me fío de quien dice haber encontrado las respuestas. La naturaleza del ser humano es dudar y querer crecer, cambiar y evolucionar. «La función de hoy ha sido perfecta». Yo no me fio de quien habla así, porque no creo que esté escuchando. El orden de las cosas es el cambio. Todo cambia. Nada se estanca. Miguel Ángel dice que el arte no se termina, sólo se abandona. Yo dejé la función de El rey que rabió, pero no está terminada. Cuando se reponga cambiarán cosas, los actores encontrarán otra manera de interpretar y yo una forma más fácil de hacer otras. No me fio de la gente que está satisfecha de su trabajo porque me suena a arrogancia.
«Algunos de Los más grandes me han hecho llorar, pero he aprendido mucho de ellos»
«Estoy con Will Smith, pero qué pena que no usase otra vía»
¿El maravilloso trabajo de El rey que rabió también es de equipo?
Absolutamente. Yo siempre intento trabajar en equipo. Cuando hay texto hacemos trabajo de mesa y surgen mil ideas. En ópera a veces no lo hago por falta de tiempo. Acabo de reponer dos Traviatas en Londres en tres semanas. Tuve 18 días y así no hay muchisimo tiempo para conversar. Pero siempre busco un diálogo entre todos. El rey que rabió nunca sería como es sin los que crearon los personajes en Madrid, por ejemplo, porque No me imagino un Rey que rabió sin, todos ellos, también los que se unieron en Oviedo. Es «nuestro Rey».
¿De quién es la idea de la divertida capa enrollada del rey?
De Clara Peluffo Valentini, maravillosa figurinista que tuve la surte de conocer durante Sueño de una noche de verano. Para mí es un genio, es tan divertida…Tiene una imaginación tan maravillosa. Estamos preparando La sonambula juntas para el Teatro Real. Tiene una capacidad camaleónica increíble y es una maravilla de ser humano. Yo con Clara voy al fin del mundo...
¿Dónde reside en la actualidad?
Viví 12 años en Londres, donde trabajé durante un tiempo fija en el Covent Garden, y ahora estoy viviendo en Madrid en casa de mi maravillosa abuela. Si tuviera que buscar un sitio para vivir, sería España, desde luego. Me gusta Madrid, pero también estoy enamorada de Menorca. Barcelona me gusta mucho.
¿Con qué se ha emocionado últimamente Bárbara Lluch?
Con una Valquiria en Stuttgart. El director musical era Cornelius Meister. Me pasé toda La valquiria llorando. La música de Wagner me toca unas fibras que no sé explicar bien. La primera vez que escuché Parsifal en el Teatro Real obligué a mi madre a volver porque no daba crédito. Me emociona negativamente las imágenes que recibimos desde Ucrania. Y sobre todo lo que más me trastorna es no poder hacer nada. Que no estemos haciendo más, aunque no sé cómo podemos hacerlo. Cuando empezó la guerra pensé en ir y hacer algo, pero no sabía qué. Estamos sentados de brazos cruzados.
¿Qué otros compositores le producen algo parecido?
Me pasa con Mahler, con Wagner. Werther, de Massenet, me mata. El segundo acto, la incapacidad de una persona para comunicarse… El claro de luna, el Pourquoi me réveiller. A mí el Nocturno del Rey que rabió me recuerda al de Werther. Una joya puesta ahí en medio de la obra de Chapí.
Con Madama Burtterfly y Rigoletto también me emociono, además siempre en los mismos sitios: en Butterfly en Vedrai, piccolo amor. Es como si las notas que se tocan abrieran una puerta. Incluso cuando se hace piano a veces lloro en la sala de ensayos. Lo sé, es patético. Es como si se me abriese un canal auditivo. Cuando faltan las palabras la música expresa. Cuando nos quedamos cortos, llega la música.
Qué sufrimiento.
No, lloro con placer. Es un dolor exquisito, con gusto. En Wagner dentro de la dificultad de la tetralogía, Wotan es un padre, Brunilda es una hija pidiendo que la quieran. Mi padre se fue cuando yo era muy pequeña. Hay esa historia de abandono. Ser capaz de emocionarse es maravilloso. No sufro cuando me emociono. Es un llanto casi de desahogo.
«Me abruma el ser humano porque es capaz de lo mejor y lo peor»
«No me fio de la gente que está satisfecha de su trabajo porque me suena a arrogancia»
¿Qué directores musicales escucha?
Soy superfán de Carlos Kleiber. Obviamente no tuve la suerte de ver cómo ensayaba con los cantantes pero siento el trabajo que hay en sus grabaciones. Tuve la suerte de ver una grabación en la que dirige Tristan e Isolda, era la grabación de la cámara del maestro y durante seis horas vi la cara de este señor que se transformaba, un tema detrás de otro. Me quedé fascinada.
¿Ha estado en Bayreuth?
No, todavía no.
Hay una relación entre la dirección de escena y el cine. ¿Qué películas le han marcado?
Alguien voló sobre el nido del cuco. El tema de la salud mental desde muy pequeña me ha parecido fascinante. Yo tuve una depresión con 20 años, y todo lo que es salud mental, y básicamente el poder de la cabeza sobre nosotros, me interesa. Estaba estudiando arte dramático y aparentemente estaba sana, pero no podía salir de la cama, nada me interesaba, me molestaba la luz, el ruido. Si la cabeza no te funciona bien ya puedes hacer lo que sea. Lars von Trier retrata estos temas de una manera muy gráfica. Me gustan las historias sobre gente que no encaja. El Tratado de cine Dogma me parece muy interesante. Dogville me encanta. Películas heavys que tratan de desmarañar nuestro interior.
¿Entendió el porqué de su depresión?
Nunca entendí que pasó. Fui a un médico. Yo no podía parar de llorar, y me dijo, tienes una depresión. Me dio una pastilla y a los cuatro días salí de la oscuridad. Gracias porque me salvó la vida, y desde entonces me cuido mucho la salud mental. Terapia y esas cosas.
¿Y la felicidad?
Existen momentos de felicidad. Así es como lo vivo yo. Y luego la vida me trae preocupaciones o desgracias. El fallecimiento de mi abuelo es lo peor que me ha pasado. La vida te da reveses y hostias pero la felicidad existe. Yo la he vivido muchas veces, cuando me siento en paz.
¿Se puede compaginar un trabajo como el suyo con la vida privada?
Por mi experiencia, creo que con la persona adecuada, sí. Yo estaba soltera y pensaba que iba a estar soltera toda mi vida. Me gustan los niños pero en mi vida no encajaban. He conocido a una persona que es iluminador y escenógrafo y nos hemos compaginado maravillosamente bien. Cuando él no trabaja me viene a ver, cuando yo no trabajo voy yo. Ha venido a pasar conmigo la Semana Santa. Vivimos una vida entre adolescente y soñadores desarraigados que nos llena de felicidad, la verdad.
¿Proyectos?
En junio haré Los cuentos de Hoffman en Las Palmas de Gran Canaria. No lloro con la obra pero me gusta mucho -risas. Después, La sonámbula en el Teatro Real en septiembre. Que estoy un poco acojonada, porque es bel canto y en el Real… Loca de ilusión por supuesto pero con respeto a ambas obras.
Fotos: Fernando Frade / Codalario
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