CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas

Crítica: Josu De Solaun y Nina Kotova en Málaga

30 de junio de 2022

La Sociedad Filarmónica de Málaga ofrece un concierto de cámara con el pianista Josu De Solaun y la violonchelista Nina Kotova

Josu De Solaun y Nina Kotova

Gran éxito de cierre de temporada

Por José Antonio Cantón
Málaga, 27-VI-2022. Sociedad Filarmónica de Málaga. Sala María Cristina. 27-VI-2022. Nina Kotova (violonchelo) y Josu De Solaun (piano). Obras de Beethoven, Franck, Frescobaldi y Rachmaninov. 

   La última jornada de temporada de la más que centenaria Sociedad Filarmónica de Málaga, la institución más antigua de España en su clase fundada en 1869, ha sido ocupada por la actuación del dúo de cámara integrado por la violonchelista norteamericana de origen ruso Nina Kotova y el pianista valenciano Josu De Solaun, evento que había producido expectativa entre los aficionados por la belleza de las obras del programa elegido y la calidad de los intérpretes. En el primer apartado destacaba la adaptación para violonchelo que realizó Jules Delsart de la Sonata en la, FWV 8 del compositor belga César Franck, considerada una obra esencial para la evolución del género camerístico desde su versión original para violín y piano, llegando a entronizarse como una de las más importantes composiciones de la música de cámara francesa del siglo XIX. En el segundo, las referencias artísticas de ambos músicos, que llevaban a presagiar una velada de intensas emociones, como a la postre sucedió.

   Fue la Toccata al estilo de Frescobaldi, que versionó en 1925 el gran Gaspar Cassadó, extrayéndola de una partitura para teclado que encontró en el Conservatorio de Barcelona con una referencia escrita al insigne compositor barroco nacido en Ferrara, la que abrió la velada. Lo primero que atrajo mi atención fue el estilo imitativo que adoptó el pianista para sugerir la sonoridad del órgano en su función de acompañante, lo que dejó de manifiesto su enorme e imaginativa capacidad de poética musical, ya que la expresividad que surgía del violonchelo, firmado en 1680 por el lutier cremonense Francesco Rugeri, seguía unos parámetros canoros más allá de la hermosa e incisiva sonoridad de este instrumento.

   Entrando en una estilística más sobria, presentaron la Sonata núm. 4 en do, Op, 102-1 de Ludwig van Beethoven como uno de los primeros ejemplos de cómo el compositor quiso elevar con esta composición el rango de protagonismo del violonchelo en el repertorio camerístico, destacando la presencia de su aterciopelado carácter tímbrico. Nina Kotova se adentró en su Andante de apertura con delicada espiritualidad, destacada por un afinado discurrir por los registros graves del violonchelo, que adquiría mayor sensualidad cuando atenuaba el empuje del arco sobre las cuerdas. El intenso carácter del Allegro vivace que le seguía sirvió como muestra de la orientación cuasi-sinfónica de este movimiento, que fue llevado con ampulosa prestancia por parte de ambos intérpretes antes de sumergirse en el aire rapsódico del Adagio, que expresaron con contrastada elegancia antes de afrontar el vivo allegro final en el que el dúo alcanzó esa univocidad expresiva tan deseable y sustancial de las composiciones que poseen enjundia creativa como la que refleja Beethoven en esta sonata.

   Como si se tratara de un exquisito receso sonante antes de la pequeña pausa prevista, interpretaron una preciosa versión de Vocalise, op.34-14 de Sergéi Rachmaninov, que la violonchelista realizó con perfecto sentido de vocalización, una técnica impecable de arco y un tono dulce, realzando la espiritual sensualidad de esta pequeña joya del romanticismo tardío musical. De Solaun puso en acción una auténtica lección de altísimo nivel repertorista dando razón de ser y realce a una imaginable voz de contralto transformada en el timbre del violonchelo.

   A partir de ese momento, una expresividad de canto idealizado fue adoptada por ambos intérpretes para la interpretación de la obra más trascendente del programa; la Sonata de Franck, que estrenó el legendario violinista liejense Eugène Isaÿe el año 1886 en Bruselas. Después de la presentación del patrón armónico por parte del piano, Nina Kotova expuso las credenciales de su capacidad de acunar con liviana delicadeza la melodía cíclica que preside el moderado allegro inicial. Josu De Solaun hizo todo un ejercicio contenido de laissez faire reforzando el protagonismo de la violonchelista. De repente, se reafirmó su excelso virtuosismo pianístico en el Allegro con el que parecía impulsar la palpitante pasión de la violonchelista moscovita, que se alternaba con la intensidad emocional que transmitía el pianista logrando así ambos uno de los momentos culminantes de su actuación, ya que también lo fue el Recitativo que contiene el tercer movimiento, con el que alcanzaron en toda su extensión un grado de tensa musicalidad parlante realmente asombroso hasta converger ambos instrumentistas en su serena coda final, que llegaron a dialogar con enorme sentimiento. Con un tempo poco movido se plantearon ese carácter jovial y complaciente que desprende el Allegro final destacando los distintos cambios modales que en él se suceden como factor ‘acumulante’ y a la vez desencadenante del alto grado sensitivo que dieron a su interpretación, que fue gradualmente enriqueciéndose hasta llegar a la reexposición, desbordándose seguidamente en la brillantez de la coda que procuraba un sentimiento de plenitud emocional en el oyente, hecho que sólo se da cuando se llega a un nivel de convicción absoluta sobre el sentido y razón de ser de una obra maestra como la que nos ocupa, que necesita una muy alta calidad e intensidad de concentración en su exposición por parte de ambos músicos, que supieron coincidir en un natural entente musical y emocional a lo largo de toda su actuación. 

   Ante un público entregado al arte musical recibido, se repitió como bis la tocata que abrió el programa lo que provocó a su vez una más que alborozada respuesta del auditorio materializada en un intenso aplauso, corroborándose así el gran éxito de esta cita final de temporada de la muy prestigiosa institución de conciertos malagueña por la que han pasado los más insignes intérpretes del último siglo y medio.

Foto: Sociedad Filarmónica de Málaga

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