La Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE ofrecen una gala de zarzuela en el Palacio Real de Madrid bajo la dirección de Thomas Herzog
Divulgar y recuperar es amar la Zarzuela
Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 16-IX-2022. Palacio Real de Madrid. Cantar de amores. Escenas de zarzuela. Obras de F. A. Barbieri (1823-1894), Manuel Fernández Caballero (1835-1906), Pablo Sorozábal (1897-1988), Pablo Luna (1879-1942), Federico Chueca (1846-1908), Francisco Alonso (1887-1948), Ruperto Chapí (1851-1909), F. Moreno Torroba (1891-1982), Tomás Bretón (1850-1923), José Padilla (1889-1960), Tomás Bretón (1850-1923). María José Montiel (mezzosoprano), Damián del Castillo (barítono). Compañía de flamenco de Concha Casatejada: Concha Casatejada (bailaora), Maximiliano Rebman (bailaor), Cristina Villaplana (bailarina), María Sanz (bailarina). Solistas del Coro de RTVE: Raquel Albarrán (soprano), Sonia González (soprano), Carmen Ávila (soprano), Esmeralda Espinosa (mezzosoprano), Carolina Martínez (contralto), Vicente Martínez (barítono), Carmelo Cordón (barítono). Coro y Orquesta Sinfónica de RTVE. Marco Antonio García de Paz (director del Coro RTVE). Thomas Herzog, director.
En el marco incomparable de la Plaza de la Armería del Palacio Real, en una bonita y templada noche del Madrid preotoñal, y con el título Cantar de amores. Escenas de zarzuela, se ofreció -en colaboración con la entidad Patrimonio Nacional- un espectáculo escenificado, con baile, luces y vestuario, sucesión de números de zarzuela y revista, a modo de antología de la zarzuela, aunque sin hilo conductor. Sobre el escenario, la presencia de la afamada y muy experimentada mezzosoprano María José Montiel, que desde 2019 es Catedrática de Canto de la Universität der Künste, en Berlin. Por su lado, el barítono -nacido en Úbeda- Damián del Castillo, que se encuentra en un buen momento expansivo en su carrera con múltiples e interesantes compromisos.
Dado que la zarzuela es teatro lírico -cantado y hablado, no lo olvidemos-, y para hacer más creíbles las escenas, todos los integrantes mencionados en la cabecera realizaron -para darle un mayor realismo y personalidad a los roles- cambios de vestuario en cada número. A ello se unieron, para enriquecer dicha componente teatral -sobre todo en escenas de conjunto o sólo orquestales-, los componentes de la Compañía de flamenco de Concha Casatejada. El plus, también fue el de contar con solistas del propio Coro de RTVE que además de cantar realizaron los diálogos hablados, la actuación y los movimientos escénicos correspondientes.
Por si todo esto fuera poco, el día antes de conmemorar las 15 Ciudades Patrimonio de la Humanidad que existen en España -joyas que todos deberíamos visitar al menos una vez en la vida-, se convocó para dirigir el concierto que nos ocupa al director suizo Thomas Herzog, de ya amplia trayectoria, que ha sido director de ballet en el Theatre Basel desde 2014. En 2019/20 debutó con la Staatskapelle Dresden, la Opéra National du Rhin y la Ópera Estatal de Hungría.
Además de todo ello, Herzog ha sido desde siempre un gran valedor y conocedor del género de la zarzuela, incluyéndolo en sus programas muy frecuentemente. Hemos de decir que su concepción del género es adecuadamente purista y preciosista, y conoce todos los códigos que se deben poner más allá del atril para poder llegar con fuerza al público y acompañar -con todos los triunfos en la mano- a solistas, coro o actores-cantantes, no olvidando -sobre todo- que la música de zarzuela contiene dentro de ella muchos distintos estilos, y que ha de atenderse de forma dedicada a tan diverso corpus compositivo de músicos/autores del género.
Comentábamos hace poco que quizá ahora estemos en una época de hitos de intercambio o sinergias entre los proyectos en los que la zarzuela, siendo considerada sin duda como Género Universal, se está internacionalizando realmente y por eso es bueno que tanto desde España surjan ocasiones para llevar el género allende nuestras fronteras, así como que -cada vez más- nos visiten músicos que nos consta ya llevan una cierta trayectoria interpretando zarzuela fuera de España. Por tanto, el objetivo ha de ser doble: abundar en un objetivo final claro, como es conseguir el galardón de la UNESCO (como las ciudades arriba mencionadas), y también apostar por una Zarzuela en adelante, revitalizada, protegida y defendida desde los acervos culturales de cada uno de los países a nivel mundial donde se respeta, se ejercita su escucha y se representa como teatro musical.
Por las condiciones de concierto al aire libre, éste hubo de realizarse de forma amplificada. Sabrán que no somos muy fans de este tipo de conciertos porque siempre aparecen los problemas en el momento más inesperado… En este caso, creemos que hubo de forma esporádica un problema en la mesa de mezclas, donde la persona «encargada» debía modular la cantidad de sonido a amplificar proveniente de tres fuentes distintas: Coro, orquesta y solistas. ¿Y cuál fue el problema? Pues que dicho «encargado» no debió tener la escaleta que va diciendo cuál de las tres entidades sonoras tiene el protagonismo en cada momento o si había de mezclar el sonido tal cual sin dar preeminencia a una u a otra… Resultado: Hubo veces que se amplificó de forma muy desequilibrada entre las mencionadas fuentes de sonido desmereciendo el espectáculo.
Por la parte de los cantantes solistas, el barítono Damián del Castillo interpretó muy apropiadamente, y de inicio, la salida de Lamparilla de El barberillo de Lavapiés, acompañado por un coro cuyos miembros interactuaron entre sí, pieza que por su fuerza y rotundidad por parte de todos, dirigidos con metronómico pulso por parte de Herzog, iniciaría el devenir exitoso del concierto. En la romanza «Luche la fe por el triunfo…», de Luisa Fernanda, mostró unos muy redondos medios vocales de barítono lírico, enfocando adecuadamente los sonidos más oscuros que también requiere la pieza, aunque echamos en falta unas dosis más de expresividad, mordiente y pasión, que reflejaran más a las claras lo que estaba cantando -y no hablamos de la dicción, que fue espléndida, pero el texto es en realidad descarnado, a nuestro entender-, y unos cuantos puntos menos de envaramiento/estatismo actoral.
María José Montiel lució en todo lo que cantó con su inigualable y jovial presencia escénica. Comenzó con la contrastada -alegre, agria- y compleja, racial en suma, en texto y rítmica «Yo he nacido muy chiquita» de El dúo de «La africana», arropada magníficamente por el Coro de RTVE. Su otro gran momento fue el «Chotis del Eliseo madrileño», de La Gran Vía, mostrando desparpajo al son del chulesco chotis, al estilo de Madrid y con una primera octava primorosa, gran línea de canto y una belleza vocal personalísima. Por el contrario, no sabemos la causa, se eliminó del programa la pieza de «¡Qué te importa que no venga!», que nos hubiera encantado escuchar.
Aunque solos, dúos y tutti se entremezclaron, el concierto subió de temperatura sobre todo en los dúos. En el dúo de Felipe y Mari Pepa, de La Revoltosa, y el correspondiente de La del manojo de rosas («Que está esto muy bajo…» fueron interpretados con gran interacción entre ambos cantantes, realizando las escenas propiamente dichas -como si de una función teatral se tratara-, aunque con más fruición y credibilidad por parte de María José Montiel.
En cuanto a las piezas de solo orquesta, quedó muy lucida y transparente la versión de Herzog -a la hora de mostrar toda la orquestación de Sorozábal y Luna, respectivamente- en el fandango de Los burladores y en la «Danza del fuego», de Benamor, ejecutada con vibrante ensoñación, riqueza en las dinámicas y ampulosa y rítmica cuando correspondió. Como decíamos, gran conocedor de este repertorio, y siempre pendiente en todo momento estuvo el maestro, al que vimos disfrutar y decir el texto de todo lo que se interpretaba durante todo el concierto. La Orquesta de RTVE siempre supo responder perfectamente a lo demandado por la mano firme y muy clara en el gesto de Herzog, cuidándose sobre todo el empaste de las cuerdas y la templanza de los metales, como pudo escucharse en el preludio de La Verbena de la Paloma. Lamentablemente, la sección de percusión quedó perdida en algunas de las piezas por el desvarío de la mala amplificación comentada. Especial fue -y seguramente una sorpresa para muchos de los asistentes- la introducción, entrada de barítono (Damián del Castillo) ensalzando el vino de Pedralba, y coro de pescadores de La bien amada, de José Padilla, con la música de la muy famosa -aunque con otra letra- «Valencia, es la tierra de las flores…».
Respecto de las partes de solo coro o acompañando a los solistas, aquel destacó por la brillantez, elegancia y contundencia en los números que intervino, como en el citado Barberillo de Lavapiés y en el pasacalle de Agua, azucarillos y aguardiente, en el que el coro dobló a los cuatro protagonistas que cantan aquello de «Andando vamos pronto a la verbena, ‘pa’ que digan ahí viene, la gente buena…» o en las seguidillas de La verbena de la Paloma. Los difíciles números de «En Chiclana me crié…» y las guajiras de La Revoltosa fueron interpretados con gran esmero, presencia vocal y mucha fantasía en el canto por la mezzosoprano Esmeralda Espinosa.
De Federico Chueca se interpretó el terceto cómico de cigarreras y chulas de De París a Madrid, a cargo de las componentes del Coro de RTVE Raquel Albarrán (soprano), Carmen Ávila (soprano) y Carolina Martínez (contralto), que realizaron una muy conjuntada actuación con gran prestancia de movimientos escénicos y vis histriónica. Muy propiamente ejecutado, por parte de la soprano Sonia González, resultó el chotis de Las cariñosas, -definida en su origen como Historieta picaresca en un acto-, de Francisco Alonso. En el estreno de esta obra, el 15 de diciembre de 1928, se repitieron todos sus números musicales. El que comentamos, el «Chotis de la Lola», se cantó ese día tres veces y, en seguida, fue separado como número suelto, convirtiéndose en muy popular y permaneciendo hasta nuestros días. Asimismo, quedó con muy lucido lirismo el fado interpretado por Raquel Albarrán (soprano).
Quedaron muy elegantes y apropiados algunos números -como el fandango de Los burladores o la «Danza del fuego» de Benamor-, en los que se añade coreografía, donde la plasticidad de la música puede verse reforzada con la visual, siempre que no se repitan -como también ocurrió- algunos clichés, pasos y posturas aflamencadas independientemente del tipo de pieza musical. En esos casos, dicho enfoque aflamencado chocó frontalmente con el vestuario, que sí que se intentó adaptar a la idiosincrasia de cada pieza que se estaba interpretando.
En suma, un concierto que estuvo a la altura del lugar y los intérpretes, que nosotros interpretamos en el sentido de las ideas fuerza comentadas al inicio sobre la internacionalización cruzada que se prevé para el devenir de la zarzuela. El público aplaudió largamente a todos los participantes, por lo que se ofreció de propina la vistosísima pieza coral ¡Viva Madrid!, de Don Manolito, de Pablo Sorozábal que terminó por redondear el éxito obtenido.
Por poner un «pero», debemos mencionar el hecho de que éste sería el tercer concierto de formato muy parecido (aunque con distintos intérpretes pero casi idéntico repertorio) -después de los realizados en el Teatro Monumental (Anatomía de Zarzuela, 2019) o en la Plaza Mayor de Salamanca (Cantar de amores. Escenas de zarzuela, 15 de julio de 2022)-, ideado por la Orquesta y Coro de RTVE. Es tanto el repertorio distinto de zarzuela que se puede ejercitar -por no decir del que se puede recuperar- que invitamos a los responsables de la Orquesta y Coro de RTVE a volver a hacerlo, porque nos consta que esta Corporación sí lo hacía -poniendo más medios que actualmente- con mayor frecuencia.
Fotos: Facebook Sinfónica y Coro RTVE