Santiago Serrate dirige a la Sinfónica de RTVE en un concierto que rinde homenaje al compositor español Tomás Marco
Por siempre, Tomás Marco y su «educar, Educar, EDUCAR…»
Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 30-IX-2022. Teatro Monumental. Concierto Homenaje a Tomás Marco por su 80 Aniversario. Obras de Tomás Marco, Orquesta Sinfónica de RTVE. Santiago Serrate, director.
En el concierto que nos ocupa, la Orquesta Sinfónica de RTVE ofreció un concierto homenaje al gran compositor español Tomás Marco Aragón (Madrid, 1942), que cumplió 80 años el pasado 12 de septiembre. Actual director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el nombre de Tomás Marco siempre ha estado -y sigue estando- unido a la modernidad en la música española, dado que en las medianías del siglo pasado -conjuntamente con músicos como Luis de Pablo o Cristóbal Halffter-, se empleó a fondo en ejercitar técnicas compositivas provenientes de la riqueza vanguardista musical europea -en esos años España distaba mucho de ser un país europeo-, a la luz de creadores como Luigi Nono (1924-1990), Pierre Boulez (1925-2016), Olivier Messiaen (1908-1992), etc. El maestro Tomás Marco también fue ayudante y alumno de Karlheinz Stockhausen (1928-2007), y tuvo una gran relación de amistad con Luciano Berio (1925-2003), además de sentir -nos consta- una admiración especial por el escasamente frecuentado en los auditorios, Bruno Maderna (1920-1973).
Escribir música y escribir sobre la música siempre han sido pasiones para Tomás Marco, con numerosas publicaciones en forma de biografías, ensayos o historia de la música. El maestro siempre ha sido un intelectual de altura, de talante ejecutivo y conciso, además de un gran creador de nuevas estructuras, organizador y solucionador eficacísimo de problemas irresolubles para otros, tanto en orquestas como en muchos otros ámbitos de la gestión cultural musical pública. Marco siempre ha denunciado que la sociedad y los políticos han dimitido de la alta cultura porque, por ejemplo, ya no se educa en materias como la filosofía o el latín… No es admisible y debemos seguir denunciándolo.
En el sentir del músico -al igual que en el nuestro- está que lamentablemente, la enseñanza de los rudimentos para comprender la música de calidad, como eslabón más débil, ha desaparecido de los programas de estudios y, por tanto, no hay públicos preparados desde la infancia para entender la diferencia entre la buena y la mala música, apreciar el talento y tener criterio para diferenciar lo excelso de lo prosaico. En definitiva, se ha borrado del mapa a la denominada como música clásica a nivel mediático en detrimento de otras ofertas musicales de dudosísima calidad.
Tomás Marco es un compositor personalísimo, cuya música es perfectamente reconocible, de ingredientes que participan a menudo de la ensoñación, lo heroico, lo mágico o las fantasías inalcanzables…, logrando la participación activa del escuchante porque enseguida es captado por esos poderosos imanes. En todo caso, es fiel a la máxima de que «la música es siempre para sentir y nunca para entender». En su producción despuntan la variedad, la versatilidad y el vigor compositivo reflejo de su fuerte talento artístico interior, revelado desde cuando era casi un niño, figurando óperas, ballet, sinfonías, zarzuela -nos encontramos impacientes, a la espera del estreno de sus Policías y ladrones en el Teatro de la Zarzuela, en noviembre de este año-, música coral y de cámara, o música incidental para teatro.
Es este homenaje, dirigido por el maestro Santiago Serrate (Sabadell, 1975), considerado como director especializado en música contemporánea por su ligazón con los grupos Modus Novus y Sax Ensemble, con una dirección muy pendiente y activa, a la vez que técnica, se ha programado una suculenta síntesis de la amplia producción sinfónica de Tomás Marco. En primer lugar, se escuchó la obra Codex Calixtinus, estrenada en 2013 por la Orquesta Nacional de España y Rafael Frühbeck de Burgos, una obra encargo de la mencionada agrupación para celebrar el 80 cumpleaños del músico burgalés, que ejerce una fuerte inducción hacia el escuchante, basada en motivos minimalistas que se suceden con alternancia repetitiva -por secciones- entre la rítmica -predominando la algarabía- y la lírica -con notable colorismo y fantasía-, dándose preeminencia a la percusión -palos de agua, como símbolo de ensoñación- y a los juegos con el instrumento pianístico, utilizando la malla sonora de la cuerda como sostén del discurso sonoro que nos devuelve a la realidad. A imagen y semejanza de los Carmina Burana de Carl Orff, pero sin partes corales, los textos en los que se basa la música son himnos, milagros, textos litúrgicos y piezas musicales relacionados con el Apóstol Santiago, así como con el descubrimiento de su tumba por Carlomagno.
Con una orquesta mucho más reducida que en la primera de las obras, el violinista Miguel Borrego y el violonchelista Javier Albarés fueron los estupendos solistas dispuestos para interpretar la siguiente obra, el Doble concierto, intitulado como Ensueño y resplandor de Don Quijote. La obra, que se estrenó en el Teatro Principal de Burgos el 3 de septiembre de 2004, forma parte de un corpus de mayor entidad dedicado al Caballero de la triste figura.
No siendo una obra eminentemente virtuosista para los solistas, ambos intérpretes se sucedieron alternando entre sí escalas y pizzicati, que luego se trasladan al resto de la cuerda, o -a veces- su papel se limita a imitarse entre sí, incluso en timbre y densidad sonoras. La percusión aquí sigue siendo co-protagonista, con relevancia de instrumentos como la zambomba o la maraca (que se hace sonar invertida girándola sobre sí misma). El carácter de esta obra, aunque no en todo momento, posee una alta componente de elegante y mayestática danza, por lo que vimos al maestro Serrate entrar en ese bonito juego de «llevar y dejarse llevar».
La tercera de las obras que se ejecutó, después del descanso, fue Campo de estrellas (1989), que retrata a la vez la lluvia de estrellas que guió el descubrimiento de la tumba del Apóstol, y una recreación del Universo plagado de estrellas -esto es más bien una interpretación nuestra, un tanto más trascendente- observado desde el espacio mismo, en una infinitud de «colores, texturas y sabores» orquestales -rítmicos y tímbricos, con muy buenas trayectorias dinámicas y crecimiento de la tensión- muy bien delineados por Serrate y pergeñados admirablemente por todos los componentes de la OSRTVE.
Como colofón, la muy atractiva y envolvente página Apoteosis del fandango (1998), que contó con la solista de clavecín Silvia Márquez, que cumplió su cometido con una muy notable interpretación, siempre ajustada y encuadrada en los tempi marcados por el director. La pieza es -por así decirlo- una rescritura del fandango de Antonio Soler (o el de Boccerini) que se retoma en ciertos momentos en los que se sale de una ambientación más discreta y neutra, basada netamente en una percusión de efectos sueltos livianos. No tenemos por menos que felicitar a toda la sección de percusión de la ORTVE por su magnífico trabajo y actitud en todo el concierto. Fue en esta última obra en la que echamos de menos mayores dosis de balance entre el sonido puesto en juego por la orquesta y la poca densidad sonora inherente al clavecín, aspecto que debió cuidar el maestro Serrate, pues en algunos momentos el arcaico instrumento resultó inaudible.
En suma, un concierto muy emotivo -y emocionante, por las obras programadas-, con la presencia del propio Tomás Marco que salió repetidamente, muy sonriente y agradecido, a saludar al final de su concierto-homenaje. Es una pena que el Teatro Monumental estuviera a menos de la mitad de su aforo habitual, algo inaudito si se trataba de celebrar la onomástica de un gran compositor que, si hubiera nacido en otro lugar, su homenaje hubiera alcanzado una muchísima mayor repercusión mediática. Desde aquí, nos unimos también a la felicitación de Tomás Marco, deseando que pueda continuar tan activo como hasta ahora por muchos años más.
También la temporada del CNDM (Centro Nacional para la Difusión Musical) realizará el 3 de octubre un homenaje al compositor en el Auditorio 400 del Museo Reina Sofía de Madrid, contando con la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM), dirigida por José Ramón Encinar -que estuvo presente en el concierto comentado-, que interpretará cuatro obras distintas a las comentadas: el estreno absoluto del Concierto para marimba y orquesta (Conrado Moya, marimbista); Concierto del alma, para violín y orquesta de cuerda (Cecilia Bercovich, violín) y Concierto Guadiana, para guitarra y orquesta de cuerda (Rafael Aguirre, guitarra) y Mysteria, para orquesta de cámara. Desde aquí, nos unimos también a la felicitación de Tomás Marco, deseando que pueda continuar tan activo como hasta ahora por muchos años más.
Foto: Sinfónica RTVE