CODALARIO, la Revista de Música Clásica

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Crítica: Verónica Plata y La Danserye en el Festival Andrés de Valdelvira

13 de octubre de 2022

El XVIII Festival de Música Andrés de Vandelvira (FeMAAV) acoge un concierto de Verónica Plata y el Ensemble La Danserye

La Danserye

Polifonía de condensado esplendor

Por José Antonio Cantón
Carchelejo (Jaén), 08-X-2022. Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. XVIII Festival de Música Andrés de Vandelvira (FeMAAV). Verónica Plata y Ensemble La Danserye. Obras de Pedro de Escobar, Francisco Guerrero y Tomás Luis de Victoria.

   El programa que se ha presentado en este concierto, dirigido por el reputado investigador de música antigua así como gran instrumentista de vientos del renacimiento y del barroco, Fernando Pérez Varela, se ha simultaneado con la celebración litúrgica, teniendo como obra relevante la Missa ‘O magnum mysterium’ de Tomás Luis de Victoria fechada en 1583. Ésta se basa en un motete con el mismo nombre  compuso en 1572 y que por la extensión, mayor difusión y mejor aceptación de su contenido musical, quiso adaptar este genio de la polifonía al rito eucarístico. En este caso tres de sus cuatro voces estuvieron representadas por los instrumentos de viento activados por los hermanos Pérez Varela, originarios de Calasparra (Murcia); Fernando con cornetas, sacabuche y flautas, Luis Alfonso con sacabuche y flautas, y Juan Alberto con bajoncillos, chirimías y flautados. Acompañaban a la soprano granadina Verónica Plata que era quien llevaba el canto del texto que correspondía a las determinadas partes de la liturgia de la misa si exceptuamos el Credo que, a indicaciones del sacerdote oficiante, prefirió fuera rezado por los fieles asistentes en vez de ser interpretado por este ensemble musical.

   El concierto se inició con una anónima y corta exaltación a María recogida en el Cancionero de Palacio muy apreciada por su elevación expresiva, Ave virgo santissima, que tuvo una función diríase antifonal antes de intervenir todos en el Kyrie y el Gloria de Victoria que vertebraba el programa. Las sólidas arcadas del templo, construido a finales del siglo XVIII siguiendo un sobrio estilo neoclásico, recogían con enriquecida presencia acústica la voz de la cantante que sobresalía sobre la sonoridad del trío instrumental, lo que obligaba al oyente a adaptarse a la novedosa mixtura tímbrica del conjunto, al resultar un poco extraña a esa distinción de líneas melódicas y efectos armónicos propios con la transparencia  y homogeneidad  que se percibe en la escucha de un conjunto polifónico vocal. 

   Pasado ese momento de mínima acomodación receptiva, fue muy agradable el acompañamiento que dieron de fondo al ofertorio con el anónimo Ay Sancta Maria a tres voces que destacó por su función meditativa favoreciendo la esencia espiritual de ese particular momento litúrgico, dada la creciente expresividad imitativa aportada por el sonido de los instrumentos. En los siguientes, Sanctus, Benedictus y Agnus, se reflejaba de manera creciente el esplendor de inspiración del compositor y sacerdote abulense que supo, con una maestría sin igual, llevar la composición polifónica a un grado insuperable en la música religiosa.

   Como sublime contraste, interpretaron dos villanescas en el momento de la Comunión del no menos importante Francisco Guerrero, Pan divino y gracioso a cuatro voces, y Si tus penas no pruebo, un villancico espiritual por vez primera publicado en 1583 que, por la consumada poética de su texto favoreció el lucimiento de Verónica Plata propiciándose así uno de los instantes de mayor belleza de su actuación.

   Como colofón de esta celebración eucarística acompañada de tan interesante rico contenido polifónico, interpretaron el villancico Virgen bendita sin par del admirado compositor renacentista luso Pedro de Escobar que funcionó como alabanza a María y cuya advocación del Rosario celebró Carchelejo el día anterior al ser la patrona de esta localidad situada en el Parque Natural de Sierra Mágina, perteneciente a las estribaciones béticas del sur de la provincia de Jaén. Con la preciosa música interpretada en este concierto se enriquecían los festejos marianos, particularmente haciéndose realidad ese principio del gran pensador aragonés del siglo XVII Baltasar Gracián, ‘lo bueno, si breve, dos veces bueno’, en este caso aplicable y consecuencia de la irreprochable musicalidad de los cuatro intérpretes.

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