CODALARIO, la Revista de Música Clásica

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Thierry Fischer y  Cristina Gómez Godoy con la Sinfónica de Castilla y León

9 de noviembre de 2023

La oboísta española Cristina Gómez Godoy participa en la temporada de la Sinfónica de Castilla y León, bajo la dirección de Thierry Fischer

Cristina Gómez Godoy

Crístina Gómez Godoy: «Aunque la hayas tocado mil veces, cuando vuelves a hacerlo empiezas desde cero»

Un reportaje de Agustín Achúcarro
Una obra como el Concierto para oboe y pequeña orquesta en re mayor, TrV 292 de Richard Strauss, la obertura de Tabaré de Tomás Bretón, en el año del aniversario de su fallecimiento,  y la interpretación de una selección de ballet de Prokófiev, bajo la dirección de Thierry Fischer,  son los alicientes que la Orquesta Sinfónica de Castilla y León propone al espectador, para que acuda al Auditorio de Valladolid, los días 9 y 10 de noviembre. Bazas que tienen uno de sus puntales en la intervención de la oboísta Cristina Gómez Godoy. Ella es una de esas solistas españolas que ha conseguido triunfar en un feudo tan exigente como es la ciudad de Berlín y logrado convertirse en una de las intérpretes más relevantes del concierto de Richard Strauss. «Hablando solamente de aspectos técnicos, en mi opinión es una obra realmente muy difícil, por lo que requiere estudiarla durante años». «Yo empecé desde muy jovencita, y una vez que la tenía más o menos entendida, cómo funciona la respiración, el fraseo, empecé a trabajarla a fondo».

   Gómez Godoy no solamente considera que «el aprendizaje en profundidad dura años y años» sino que «también exige alcanzar mucha madurez». Una cuestión de tiempo, que ha llevado a la oboísta a un nivel interpretativo de la partitura muy elevado. «Digamos que yo hasta hace unos cuantos años, cuando grabé el disco, he vivido un proceso bastante largo, al que se une el que he tenido la suerte de tocar muchísimo repertorio de Richard Strauss, ópera, obras de cámara para vientos, y que eso me ha influenciado y me han hecho verla de una manera mucho más completa». «Por lo que ahora- continúa la solista- cuando la estoy interpretando más a menudo con diferentes orquestas, la preparación se basa mucho más en lo espiritual, en lo emocional, aunque siga sin perder de vista lo técnico, unido a cosas como ver qué cañas uso». En el tema de las cañas la oboe se suma a esa preocupación inherente a los oboístas. «Es una dificultad extra, pues éstas cambian la sonoridad cada día, en cada sitio, y esto puede ser un desastre, máxime en una obra en la que desde el principio estás tocando y no paras durante más de cincuenta compases».

   En esa evolución, en su manera de entender este concierto de Strauss reconoce que, desde que la grabó bajo la dirección de Daniel Barenboim con la Orquesta del Diván de Oriente y Occidente, ha habido cambios «pues es algo consustancial al arte». «Aunque la hayas tocado mil veces, cuando vuelves a hacerlo empiezas desde cero». «La música no es como una pintura o un libro que está ahí y se queda ahí, pues en cada interpretación, en diferentes salas, con diferentes músicos, descubres cosas de las que a lo mejor no te habías dado cuenta antes, y todo esto hace que sea un proceso en el que se va evolucionando de una u otra manera».

   Tras realizar el primer ensayo con la orquesta, la solista se siente satisfecha. «Ha ido maravilloso; tengo que decir que he tocado este concierto con varias orquestas, como la BBC de Escocia, las de Sevilla o Murcia, y con el debido respeto a todas, me he encontrado con que aquí el trabajo con los músicos es muy dinámico, muy rápido, al igual que con el director». «No sé si en el caso de Thierry Fischer influye el hecho de que sea flautista, pero creo que entiende superbién todo el tema de la respiración en los instrumentos de viento». Gómez Godoy insiste sobre el hecho de que «se ha sentido muy arropada y muy bien acompañada» lo que no quita para que, aun valorando mucho la labor previa a la actuación, considere que «otra cosa diferente es como salga en el concierto». 

   Antes del ensayo a la oboe le gusta puntualizar con el director ciertos aspectos técnicos y de respiración que le preocupan, y que considera vitales «pues para bien o para mal los vientos tienen que respirar, como les ocurre a los cantantes». Y en el momento del ensayo se centra en otras cosas. «Me preocupo por la música, la improvisación y porque se cree la magia y la debida interacción con los músicos y el director».

   Como ya ha reflejado la intérprete anteriormente, el Concierto para oboe y pequeña orquesta de Richard Strauss es muy importante en su carrera. «Tengo sentimientos encontrados, ya que por un lado, en una posición digamos metafóricamente egoísta, hay momentos en que le odio, por su dificultad técnica, pero luego se impone su maravilloso lenguaje». «Aunque lo compuso al final de su vida, es en realidad una obra romántica, fresca, que revive algunas de sus creaciones anteriores, de cuando era más joven, como El caballero de la rosa o Ariadna of Naxos, por lo que pienso que se sentía un poco nostálgico». «Intento destacar los contrastes entre melodías maravillosas, enormemente largas, que nos hacen morir, y pasajes muy virtuosos, sobre todo en el último movimiento». Y antes de terminar con los comentarios relativos a la obra de Strauss, Gómez Godoy no deja de afirmar lo siguiente: «El hecho de que la obra esté concebida en tres movimientos, no quiere decir que estén separados, pues posee un sentido de unidad que pocas otras partituras para oboe tienen».

   Es hora de dirigir un poco la mirada a saber cómo vive Cristina Gómez Godoy los momentos antes de iniciar el concierto y una vez que pisa el escenario. «Puedo decir que no tengo manías, pero sí que realizo algún ritual». «He tenido covid recientemente y me ha hecho polvo la respiración, por lo que hago unos pocos ejercicios respiratorios, que son bastante duros, pero que me están viniendo muy bien». Esto le ayuda no solo con ese tema, sino que también le sirve de preparación ante una actuación, como si fuera un ejercicio de meditación. «La verdad es que antes de subir al escenario, soy un manojo de nervios, cada artista funcionamos de una manera diferente». «Creo que el tema del que ya he hablado de las cañas, de no saber exactamente cómo van a funcionar, pues no suenan igual que en el camerino cuando estás probando, también me afecta». Lo paradójico es que el público le comenta que «no se dan cuenta de sus nervios», pues «la ven muy tranquila sobre el escenario». Algo que en cierta manera tiene para la instrumentista una explicación. «Cuando entro en el escenario y me pongo en mi sitio para tocar se caen todos esos nervios y es el momento de disfrutar, de dar todo lo que pueda». «Soy una persona muy perfeccionista y estoy intentando relajarme un poco y disfrutar todavía más de la música, porque de antemano sé que no existe la interpretación perfecta».

   Lo cierto es que Gómez Godoy pasa por una época que ella valora muy positivamente. «Creo que puedo estar ante uno de los momentos álgidos de mi carrera, quizá haya influido la grabación del disco, por lo que tengo ganas de seguir haciendo cosas, y seguramente van a venir proyectos muy interesantes». «Me siento muy feliz e intentando asimilar y disfrutar todo mucho, pues soy consciente de que en la vida hay muchas fases, y no sé si podré seguir a este ritmo». De momento disfruta «compaginando su labor como solista, su plaza como oboe principal en la Staatskapelle Berlin, desde la que interviene en la ópera berlinesa, una orquesta de la que no duda en confesar que «adora». A esto suma su faceta como docente, da clase en la Universidad de las Artes de Berlín. «Por ahora no quiero renunciar a nada, porque todo me llena muchísimo», exclama la intérprete al tiempo que deja una reflexión al respecto. «Soy consciente de que son como tres vidas profesionales en una y que puede llegar un momento en el que tenga que parar algo el ritmo o dar prioridad a unas cosas sobre otras, pero por ahora estoy bien así». 

   Pero no solamente sustentan este programa la obra de Richard Strauss y la participación de Cristina Gómez Godoy, porque también hay que reseñar el guiño al salmantino Tomás Breton, del que se conmemora el centenario de su fallecimiento con la Obertura de Tabaré, drama lírico en tres actos, y una selección del ballet Cenicienta de Prokófiev, que según indica el programa general de la temporada de la OSCyL, ha sido realizada por el propio Thierry Fischer. Una obra muy compleja que, mientras preparaba el programa anterior, llevó al solista de la flauta de la OSCyL, Ignacio de Nicolás, a comentar que «ya estaba pensando en el concierto de la semana siguiente», y en particular «en la Cenicienta porque es una obra dificilísima».

Foto: Felix Broede

Cristina Gómez Godoy Thierry Fischer Orquesta Sinfónica de Castilla y León