CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas

Crítica: Tercia Realidad en el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza

17 de diciembre de 2023

Crítica del concierto de Tercia Realidad en el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza

Tercia Realidad en el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza

Descubriendo en el violín la voz de Farinelli 

Por José Antonio Cantón
Baeza, 9-XII-2023. Auditorio de San Francisco.  XXVII Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza (FeMAUB). Tercia Realidad. Director y violinista: Jorge Jiménez. Obras de Riccardo Broschi, Georg Friedrich Händel, José de Herrando, Nicola Porpora y Domenico Scarlatti.

   Con la clara intención de generar la sensación de una existencia nueva a través de la música, el violinista Jorge Jiménez Campos, versátil músico con su instrumento, director e inquieto programador, ha presentado con su grupo Tercia Realidad para el concierto de clausura del FeMAUB un ilusionante programa que ha tenido como inspiración la figura del gran castrato del barroco en Europa como fue Carlo Broschi, más conocido con el sobrenombre de Farinelli, llevando al violín la línea melódica de una serie de arias que se hicieron famosas en la voz de dicho cantante. La intención de Jiménez es dar una orientación diferente a tales piezas, poniendo al descubierto su valor intrínseco musical al realzar la belleza de sus compases de una manera estrictamente instrumental, que así adquieren otro aliciente para que el escuchante los disfrute.

   Para la exposición del programa, este violinista, que ya sorprendió el año 2019 con la adaptación para su instrumento de las paradigmáticas Variaciones Goldberg de J. S. Bach, ha determinado como hilo conductor la Sonata à Solo Yntitulada el Jardín de Aranjez en Tiempo de Primavera que compuso alrededor de 1754 José de Herrando con Farinelli como dedicatario. En su Allegro inicial se pudieron admirar los sonidos imitativos de los instrumentos que los músicos accionaban con especial regodeo y gracia, haciendo identificables, en especial, los cantos de pájaros.

   Se sucedieron las dos más conocidas arias de la ópera Idaspe (‘Ombra fedela anch´io’ y ‘Qual guerreiro in campo armato’) que el hermano de Farinelli, Riccardo, compuso en 1730, habiendo pervivido desde entonces en las salas de conciertos por ser ejemplo de la mágica agilidad vocal de este contratenor, uno de los más célebres de la historia. Después del segundo movimiento, Andante, de la sonata de Herrando que se iba intercalando, una pequeña pieza de Nicola Porpora, su aria Or la nube procellosa, perteneciente a su ópera Artaserse de 1734, llevaba al oyente a imaginar el prodigio de articulación y precisa ornamentación que podía desarrollar la voz de aquel genio canoro admirado por todas las cortes europeas del siglo XVIII.  El último tiempo de la sonata arancetana, Allegro moderato, daba lugar el comienzo de una teórica segunda parte de la velada dejando la extraña sensación de no haber sido escuchados sus movimientos continuadamente, lo que hubiera favorecido un mayor disfrute de esta más que interesante composición.

   Una curiosidad significó la versión para guitarra barroca que tocó Pablo Zapico de la famosa aria «Lascia ch’io pianga» de la ópera Rinaldo de George Friedrich Händel con un rasgueo, manteniendo los bloque armónicos, que quería aproximarse al legato cantabile que embellece esta noble pieza, lo que deslucía de alguna manera su impronta emocional. Después de dos arias, «Nell’attendere mio bene» y «Alto Giove», del drama lírico en tres actos, Polifemo, del admirado Porpora, obra que Farinelli estrenó en el londinense King’s Theatre el 1 de febrero de 1735, un fandango anónimo siguiendo los patrones de Domenico Scarlatti se intercaló entre ellas para regocijo del público por el ritmo vivo, cadencioso y apasionado que el grupo dio a su ejecución, bien implementada por el destacado pulso del percusionista Daniel Garay, intérprete dotado de rica y variada creatividad.

   Terminaba el concierto y el Festival con el aria Son qual nave de la ópera Artaserse de Riccardo Broschi en la que el sonar del oleaje marino se hizo patente a través de la música con relevante acento descriptivo, para concluir el concierto con otros fandangos que alegraron el ambiente de un auditorio repleto de aficionados, que encuentran en el FeMAUB una de las referencias culturales más importantes en su clase que se pueden ofrecer cada año dentro del panorama musical patrio.

Foto: Jesús Delgado Martínez

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