CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas

Crítica: «Doña Francisquita» en el Gran Teatro de Córdoba

4 de marzo de 2024

Crítica de  Doña Francisquita de Amadeo Vives en el Gran Teatro de Córdoba

«Doña Francisquita» en el Gran Teatro de Córdoba

Doña Francisquita o la alegría de vivir

Por José Antonio Cantón
Córdoba, 25-II-2024. Gran Teatro de Córdoba.  Doña Francisquita de Amadeo Vives. Natividad Andújar, Alejandro del Cerro, Manuel de Diego, Sandra Ferrández, Palmiro Ferrer, Enric Martínez-Castignani, César San Martín y Auxiliadora Toledano. Coro de Ópera de Córdoba. Director de escena: Francisco López. Director musical: Miquel Ortega.

   Dentro del centenario de esta referencial comedia lírica que se estrenó en el Teatro Apolo de Madrid el 17 de octubre de 1923, el Instituto Municipal de Artes Escénicas de Córdoba (IMAE) ha programado en su principal escenario una producción compartida con el Teatro Villamarta de Jerez que ha provocado gran expectación en el público, dado el éxito que ha tenido tanto en Jerez como en el Teatro Cervantes de Málaga. Se presentaba en la ciudad califal bajo la dirección musical de uno de los directores más sólidos de espectáculos líricos como es el barcelonés Miquel Ortega, que significa siempre toda una garantía para los teatros que cuentan con su intervención.

   Conocedor de los secretos instrumentales de la rica partitura de esta obra, ha centrado su atención en hacer que las voces estén a su altura, cuidando al máximo a cada cantante desde la aparición del lañador al principio de la historia que encarnaba el tenor Antonio Rojas, significando ya una llamada de atención sobre la vitalidad que iba a desprender esta realización en todo momento, y que tuvo su confirmación en el primer trío, Pero por un hombre madre, que no me quiere, donde la protagonista, Francisquita, manifestó ya su importancia central dentro del argumento, personificada en la voz de la soprano cordobesa Auxiliadora Toledano, desde su aparición con su madre, Doña Francisca, al salir de un servicio religioso ante las miradas de los amigos Fernando y Cardona, el primero enamorado de Francisquita y el segundo, su primordial consejero. La fluidez de diálogo entre estos personajes al que se incorporaba la participación de la mezzo-soprano Sandra Ferrández en su papel de Aurora, «La Beltrana», cantante de comedia enamorada de Fernando, dejaba claro la importancia que ha tenido este aspecto en la realización de esta zarzuela por parte de ambos directores, que se han entendido a la perfección a lo largo de todo su desarrollo.

«Doña Francisquita» en el Gran Teatro de Córdoba

   La claridad vocal de ambos tenores, Alejandro del Cerro (Fernando) y Manuel de Diego (Cardona) ha favorecido, desde el punto de vista de la dicción, la exposición del papel de cada uno, como alternancia al canto de la protagonista, dejándose querer, y otro tanto «La Beltrana», seduciendo con su atractivo porte realzado por su canto, siempre adecuadamente impostado, lo que representó un contraste canoro bien equilibrado ante el registro agudo de Doña Francisquita.

   Mención destacada merece la aparición en la quinta escena del primer acto del barítono catalán Enric Martínez-Castignani, uno de los valores más reconocidos en el panorama lírico español de las tres últimas décadas, haciendo el papel de Don Matías, padre de Fernando. La vis cómica de este cantante y la expresiva espontaneidad natural de su voz hicieron que convergiera en él toda la atención, dentro y fuera del escenario. Su manera de mostrar su intención amorosa por la protagonista, a su vez pretendida por su hijo, generaba ese sentimiento de inquietante humor en el espectador muy acertadamente urdido desde el libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, artífices literarios de esta gran comedia lírica, referente absoluto del género grande de zarzuela en la que, basada en la trama de La discreta enamorada de Lope de Vega, se alcanza una muy vital visión costumbrista del Madrid de mediados del siglo XIX, idea fundamental en la que se ha centrado esta representación por parte del dramaturgo Francisco López, reforzado por el diseño de escenografía y logrado vestuario del siempre certero figurinista cordobés Jesús Ruiz.

«Doña Francisquita» en el Gran Teatro de Córdoba

   Su respuesta desde el determinante ámbito musical ha tenido en la figura de Miquel Ortega a un excelente traductor del pensamiento de Amadeo Vives, como se pudo apreciar desde el preludio del primer acto y su consecuente primera escena, dejando esa sensación de corte clásico en la sonoridad de la orquesta, aderezada con variada percusión y otros instrumentos adicionales, que derivó en una cuidada presencia de los personajes centrando siempre la personalidad vocal de cada uno de ellos, aspecto técnico que mantuvo a lo largo de la representación con la eficaz maestría que le caracteriza, como quedó perfectamente reflejada en el dúo entre Francisquita y Fernando, ¡Le va a oír!, recogido en la escena tercera del segundo acto, donde ella incita a los celos del pretendiente, pasaje llevado por el maestro con gran musicalidad al resaltar la hábil armonización que propone el compositor así como su particular rítmica de sutiles giros de inspiración “pucciniana”. 

   De igual manera destacó en la intensidad dramática del dúo de Aurora y Fernando del segundo acto, realzado por los envites de fandango de su discurso sin perderse esa sensación de un subsumido vals. Tales sutilezas demostraban el sentido artístico y personalidad lirico-dramática del maestro Ortega, que en el número anterior permitió el lucimiento de Alejandro del Cerro en la famosa romanza «Por el humo se sabe dónde está el fuego», tratada con un sentimiento no exento de fantasía. En el ámbito de conjunto, fue chispeante cómo condujo el coro final, «Canto alegre de la juventud», que sirvió como muestra de la bondad, autenticidad y belleza de este espectáculo en el que el casticismo, como popular cauce de expresión de la alegría de vivir, alcanzó una muy relevante categoría estética.

Fotos: Rafael Alcaide

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