Crítica del recital de la mezzosoprano Vivica Genaux en el Teatro de la Zarzuela, dentro del ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]
Decepcionante y desenfocada velada
Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 9-IV-2024. Teatro de la Zarzuela. Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]. XXX Ciclo de Lied, Recital 9. Obras de Franz Joseph Haydn (1732-1809), Robert Schumann (1810-1856), Carl Loewe (1796-1869), Gioacchino Rossini (1792-1868). Vivica Genaux (mezzosoprano), Marcos Madrigal (piano).
La mezzosoprano nacida en Alaska, Vivica Genaux (1969), se presenta de nuevo en el Ciclo de Lied con el debutante pianista, el cubano Marcos Madrigal (1984), con el trasfondo de un sobreentendido y muy adecuado homenaje a la mujer: tanto a la mítica Pauline Viardot García (1821-1910) como a nuestra llorada Teresa Berganza (1933-2022), por afinidades en el repertorio, así como a las protagonistas históricas, Arianna y Juana de Arco, o a las mujeres normales que aman cotidianamente.
La mezzosoprano nos ofreció un programa un tanto alejado de sus coordenadas habituales -el barroco, la coloratura, el canto más staccato- en formato de dos cantatas, muy distintas entre sí: La Arianna a Naxos, en italiano, de Haydn y Giovanna d’Arco, de Rossini. Entre medias, Frauenliebe, una colección poco conocida del imaginativo y sensible compositor alemán Carl Loewe. Para complementar el Rossini, se ofrecieron la famosa Canzonetta spagnuola y las dos canciones -interpretadas en un muy mejorable español, en cuanto a la necesidad de una dicción mucho más clara-, Deux nouvelles compositions: «La viuda andaluza» y «A Granada».
Como es sabido, y desde su debut en 1994, son el oratorio y la ópera -especialmente la antigua y la barroca- los géneros que más han sido ejercitados por nuestra protagonista, alternando con óperas señeras de Rossini como Il barbiere di Siviglia, L'italiana en Algeri, o La Cenerentola. Quizá pueda denominarse como «clamoroso» el fallo de haber diseñado un programa basado en repertorios que exigen un canto amoroso, delineado y muy matizado -como la Arianna de Haydn-, o necesitan del intimismo y la alta emotividad, basada en el legato -las canciones sobre amores de mujer de Loewe-, o precisan del arrojo canoro y guerrero -en Juana de Arco-.
¿Y por qué decimos esto? Pues porque esta cantante, con un instrumento no especialmente bello, ni con gran extensión, ha basado o especializado su técnica en repertorios donde se ejercita ampliamente la coloratura, los trinos, las florituras más complejas y alambicadas de la tradición, subiendo y bajando escalas con virtuosismo metronómico. El problema radica en que su técnica utiliza en exceso las agilidades -de la parte física- apoyándose en el propio instrumento fonador (boca incluida) y no en la agilidad -también física- que debe obtenerse desde el apoyo más profundo.
Todo eso la ha llevado, en el transcurso del tiempo -lamentablemente-, a «viciar» su emisión de forma que ahora «sólo queda» en todo momento un muy acusado vibrato, feas muecas y holguras en la barbilla y una tendencia acusada de vibrar/oscilar toda la línea de canto, comprometiendo, por tanto, el carácter y la expresividad de muchas de las piezas del recital. Como es lógico pensar, estos defectos se «notan menos» cuando hay una orquesta que arropa al cantante, pero son muy evidentes cuando la voz se enfrenta «desnuda» al piano.
De esta forma, resultaron muy obvias las malas prestaciones estilísticas y de carácter en las dos parejas de recitativo/aria de la Arianna de Haydn: «Teseo mio ben, dove sei? Dove sei tu?», «Dove sei, mio bel tesoro»; «Ma, a chi parlo? Gli accenti Eco ripete sol», «Ah che morir vorrei in sì fatal momento», con muchos momentos de engolamiento, afectamiento, feos sonidos vibrados u oscilados y canto fuera del estilo.
Algo más entonada estuvo la cantante en las 9 canciones de Loewe, sobre poemas del romántico alemán -de origen francés- Adelbert von Chamisso (1781-1838), sobre todo a partir de la cuarta. La quinta, Helft mir, ihr Schwestern [Ayúdenme, hermanas], resaltó a las claras unas dinámicas bien pergeñadas. La sexta, Süsser Freund [Dulce amigo], que es muy bella, fue cantada en un muy valorable mezzo-piano. La última, Traum der eignen Tage [Sueña con tus vivencias], refleja la amada que sobrevive al amado con sentimientos bien reflejados por Genaux. En el piano estuvo excelente Madrigal, ya que estas canciones albergan un universo propio en la escritura pianística y él supo resaltar muy apropiadamente ese hecho.
De hecho, Marcos Madrigal tuvo su propio espacio o micro recital interpretando sin solución de continuidad cuatro Lieder de Schumann («Er Ist’s» [Él es eso], «Frühlingsnacht» [Noche de primavera], «Frühlings Ankunft» [La llegada de la primavera], «Widmung» [Dedicación]) en los que se integra la voz y la escritura pianística del genio alemán, de la mano de las transcripciones que realizó otro genio, Franz Liszt (1811-1886). En ellas, destacamos una interpretación solventísima, plagada de momentos de virtuosismo en los trinos y de complicados arpegios, de compleja simultaneidad de ambas manos y destreza en el pedalier, para conseguir potencia -incisivos y percutivos fueron sus ataques- y expresividad en el mensaje, rico empaque sonoro y gran capacidad en el fraseo.
En la segunda parte, el universo de Rossini ya comentado, que le va mejor a esta cantante por la coloratura puesta en juego, que ella aprovechó y explotó con más acierto. Aun así, en algunos casos hubo falta de precisión y ajustes rítmicos en la Canzonetta spagnuola. En cuanto a la Giovanna D’Arco, forzó en exceso los graves y hubo un momento en el cuál casi se quedó «enganchada» abajo. En la parte más aguerrida, en la mitad y al final de la pieza, que también tiene coloratura, donde se atacan las frases de la heroína «la vittoria con me», cercanas a su sacrificio, y aun teniendo en cuenta que se trata de Rossini, faltó mucha fuerza interpretativa, volumen e intención.
Si bien es verdad que hubo bastante deserciones de público en el descanso, entendemos que no por ser el recital excesivamente largo -50 minutos, pausa, 30 minutos-, el público sí agradeció el esfuerzo con aplausos, obteniendo del binomio Genaux-Madrigal la esperada propina, que fue la famosísima «Cruda sorte» de L'italiana en Algeri, donde fue innegable el lucimiento de las agilidades y la coloratura, si bien ya ciertamente «desgastadas».
Alguna vez ya hemos comentado este tipo de casuísticas, las de voces con problemas, en este caso de difícil solución para revertir los daños producidos por el paso del tiempo y las malas técnicas. El requisito innegociable para poder disfrutar de un recital es contar con una voz que no tenga problemas técnicos o desgaste manifiesto. No basta con esforzarse en sonar emotiva o sensible, o buscar una emisión adecuada para expresar lo que quieres comunicar con tu canto… Se necesita que el instrumento responda, que se encuentre sano. Esperamos que éste sea el estado al que vuelva el instrumento de Vivica Genaux.
Como última cosa, diremos que últimamente -ya van dos veces- se está escatimando en el Ciclo de Lied la calidad de los programas de mano, donde se han reducido mucho los comentarios y la puesta en contexto del concierto (de varias páginas a una cara), se han eliminado totalmente los textos cantados (con sus traducciones y el nombre de los poetas), el histórico de cantantes y el número de veces que las obras se han interpretado en anteriores ediciones.
Fotos: Rafa Martín / CNDM