En la segunda parte del concierto y contra lo que suele ser habitual, el director colombiano se dirigió al público, y en su intervención, aparte de sumar su apoyo a la agrupación en su difícil situación laboral, presentó el resto del programa de una manera amena y desenfadada para suplir la carencia de notas al programa. Se trataba de dos obras orquestales basadas en argumentos literarios que a su vez beben de la historia: la rapsodia para orquesta Taras Bulba de Janacek (1918) y Macbeth opus 23 (1888) de Richard Strauss (uno de los poemas sinfónicos del bávaro menos interpretados y por ende, divulgados). Ambas, de una poderosa estética expresionista y gran componente narrativo, exigen de la orquesta un colosal virtuosismo y una vigorosidad fuera de toda duda.
      De un lado, la suite descriptiva del checo basada en la novela histórica de Gogol, caracterizada por unas sonoridades agresivas y ásperas (de acentos cuasi primitivos en ocasiones), cuya nutrida y colorida paleta orquestal, plagada de solos instrumentales, exige presencia notable de viento metal, campanas y un órgano preparado que sólo aparece en el primer movimiento, La muerte de Andrei. Por su parte, el poema sinfónico straussiano inspirado en la obra teatral de Shakespeare que retrata la ambición desmesurada del rey de Escocia arrastrado por su mujer a la traición y el asesinato de sus rivales, revela un complejo cromatismo de influencia wagneriana, mucho más acusado y con menor dosis de lirismo, así como de variedad temática, que en su obra programática precedente, de mayor genialidad y popularidad: Don Juan opus 20. La orquesta de RTVE brindó sendas interpretaciones soberbias y arrebatadoras de dos obras audaces en el tratamiento orquestal a las órdenes de un Orozco-Estrada cuya batuta, desatada y enérgica, imprimió a las obras trazos épicos y trágicos. Especialmente copiosas para llevarlo a efecto las secciones de viento metal y de percusión, que de manera incisiva y con suma vehemencia, consiguieron desplegar toda su majestuosidad.