CODALARIO, la Revista de Música Clásica

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CRÍTICA: MARTIN LEHMANN DIRIGE LA 'PASIÓN SEGÚN SAN JUAN' DE BACH EN EL AUDITORIO NACIONAL. Por Arian Ortega

16 de abril de 2013
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Foto: Mila Pavan
LA DOS CARAS DE UN MISMO BACH
Miércoles 10 de abril del 2013, Auditorio Nacional de Música de Madrid (Sala Sinfónica. La Filarmónica. Sociedad de Conciertos.

       Johann Sebastian Bach (1685-1750) instauró a comienzos del siglo XVIII una forma compositiva totalmente inusual hasta la fecha. La temática religiosa permanecía aún arraigada en la manera de hacer de los músicos más destacados de su tiempo, aunque nunca se recurrió a la monumentalidad que el músico alemán imprimió en sus obras. Siempre tuvo en cuenta la música sacra a la hora de entender su profesión y es precisamente "La Pasión Según san Juan" la que mejor da muestra de esto. Destinada- y estrenada- para representarse en enclaves religiosos, durante un tiempo se establecería como seña la noche de Viernes Santo, por lo que a priori no parecería tener cabida en un tipo de construcción distinta a la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig.
       La orquesta Kammer-Virtuosen de Berlín nació con el firme propósito de ahondar en el universo bachiano, aun cuando mantienen ciertos instrumentos del todo modernos. Su estudio de la amplia obra de Bach les ha permitido conocer a la perfección todos los entresijos y particularidades de la partitura, como sucede con muchas reputadas orquestas de la zona austriaco-alemana. Los cuerpos estables, que se renuevan paulatinamente todos los años gozan de un buenísimo estado de salud que les ha permitido hacer incursiones en un amplio abanico de estilos, desde el barroco hasta la música contemporánea, encontrando en la pieza que nos ocupa, su caballo de batalla.

      Su actual director musical Martin Lehmann denota tener un gran conocimiento de la partitura así como de sus músicos, a los que cuida en cada movimiento. Se entiende por ello que apenas requisara de batuta y que marcara perfectamente todas las anacrusas y anotaciones de la partitura, permitiendo hacer juegos de intensidades y rubatos en toda la primera parte con mano experta. Sonó especialmente bien toda la sección de la cuerda- ¡esos violines acompañantes en las arias femeninas!, dominada en todo momento por su mano izquierda, mientras con la derecha obtenía un límpido sonido del viento. El otro gran lujo fue el Coro de voces blancas de Windsbach. Sus componentes, que nuevamente prescindieron de ayuda, mostraron una profesionalidad y madurez inusual en gente de su edad. La complicidad con el director, que les dio todas y cada una de  las entradas en cada momento, les permitió lucirse sobre todo en el coro inicial "Herr, unserHerrscher". Las voces estuvieron perfectamente empastadas y coordinadas, sonando especialmente bien las más agudas, como dejaron constancia en un intenso "WirhabeneinGesetz" y en "DurchdeinGefängnis, Gottessohn".
       El motivo principal por el que el concierto no fue a más, e incluso invitara al tedio en la última media hora fueron unos solistas a todas luces monótonos y de escaso relieve en sus partes. Apegados -estos sí- a la partitura, se abonaron a una mediocridad palpable, especialmente la soprano Jutta Maria Böhnhert, quien acusó asperezas y nasalidades en su timbre además de graves problemas para hacer pasar la voz al agudo, de ahí que nos resulte sorprendente ver que piensa debutar el papel de la Condesa en Le nozze di Figaro en París. Mejor estuvo la mezzosoprano Rebecca Martin, poseedora de una voz de indudable belleza y muy musical en el decir. Los cantantes masculinos mostraron mayor compostura y seriedad, con algunas reservas. El tenor Markus Schäfer, insigne cantante mozartiano en aquellas grabaciones de Brillant del siglo pasado, demostró saber cantar con gusto y ciertas intenciones, como pudo demostrar en el da capo del aria "Erwäge, wie sein blutgefärbler Rücken" y el recitativo previo, en el que hizo un buen uso del legato y de la dosificación del fiato. Peca por el contrario de un color en exceso blanquecino. El bajo Thomas Laske pareció estar más cómodo en los recitativos como Jesús que en sus arias, mientras que el barítono Henryk Böhm ofreció honradez y profesionalidad sustituyendo a su compañero Rudolf Rosen, aquejado de una fuerte laringitis.
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