Un cartel de primera, como en los viejos tiempos, presidido por dos nombres de incuestionable reconocimiento, Roberto Alagna y Elina Garanca, preludiaba el éxito en la primera de las representaciones de Werther que ha previsto la Staatsoper de Viena durante el mes de abril. Ciertamente, ambos han respondido a las expectativas, aunque el triunfo más evidente ha correspondido a la Charlotte de Garanca, frente al Werther algo mermado de Alagna.
Garanca posee los medios ideales para este repertorio. La seducción del timbre es absoluta e inmediata. De una textura densa y aterciopelada, el instrumento es asimismo dúctil y la oscuridad de algunas notas nunca es impostada sino más bien un regalo bien administrado a la hora de colorear las frases. El instrumento ha ganado solidez en los graves y el agudo sigue siendo amplísimo, timbrado y bello. La emisión es siempre natural, sin esfuerzo muscular alguno y ofrece un sonido siempre homogéneo y perfectamente sostenido sul fiato. Y amén de una emisión limpia y de un instrumento fresco, Garanca ofrece también unas dotes actorales a menudo poco valoradas, tildado su canto como frío y distante. Nada de eso encontramos en su Charlotte, aquí llevada además por un esforzado trabajo de dirección actoral a cargo de A. Serban. La crispación, incluso la violencia, con la que reacciona su Charlotte en el tercer acto, fueron impactantes y dignas de elogio. Y toda esa expresividad la consigue Garanca sin descuidar un instante la ortodoxia absoluta en la emisión y recurriendo a un fraseo pleno de modulaciones y rico en colores e inflexiones. Cualquier cosa menos un canto distante o plano. Por ultimo, nada no sabido ya diremos acerca de la arrebatadora figura de la mezzo letona, que sirve estupendamente al retrato de una Charlotte que ejerce de involuntaria seductora, primero, y de obediente esposa después, y que en ningún instante deja entrever a una joven pusilánime sino que retrata más bien a la protagonista auténtica de la obra, el eje sobre el que realmente gira el conflicto, que no es tal en el caso de Werther. Vocalmente, Garanca ofreció una recreación impecable del 'Va! laisse couler mes larmes' así como una sobresaliente recreación del aria de las cartas.
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