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SIR ANDRÁS SCHIFF: «Debemos ser músicos completos e integrales»

1 de septiembre de 2024

El magistral pianista húngaro András Schiff, entrevista de portada de Codalario en septiembre de 2024

András Schiff

Sir András Schiff: «Debemos ser músicos completos e integrales»

Una entrevista de Enrique Montesdeoca | Foto: Nadja Sjöström
La trascendencia de Sir András Schiff en el mundo musical del presente no es fácil de enmarcar. Es muy difícil hacer algo bien, con maestría, y Schiff es excelente en todas las actividades en las que se ha involucrado. Su importancia como músico es indiscutible, siendo referencia en la aproximación pianística a los compositores que ama. Además, es un magnífico pedagogo cuyas clases magistrales acumulan millones de reproducciones. Como extensión de su gran proyecto pedagógico, Schiff se ha adentrado también en el terreno de la conferencia, regalando al mundo interesantísimas explicaciones de las Sonatas para piano de Beethoven y algunas de las obras más complejas para tecla de J. S. Bach, entre otras. El artista ha confesado que siempre encuentra un hueco para escuchar a los jóvenes músicos que lo solicitan, y que jamás ha cobrado por una clase, como Liszt. La voluntad de este artista por compartir su conocimiento es verdaderamente especial, y su compromiso con las generaciones venideras tan singular como emocionante. Esta entrevista es la continuación de una conversación mantenida tras una visita al Museo del Prado, uno de los lugares favoritos de Schiff, en la que el pianista mostró un ápice del abismal pozo que es su mente: «El manto es del color del lapislázuli, que se extrae principalmente en Afganistán», decía mirando un cuadro. Unos días más tarde, en su camerino del Auditorio Nacional de Música, hablamos de conocimiento, humanidades y las carencias de la educación musical.

¿Podría guiarme brevemente por sus primeros recuerdos de España?

Mis primeros recuerdos son de Madrid, sin duda, cuando vinimos a tocar los Conciertos para clave de Bach con Zoltán Kocsis y la orquesta de mi escuela de Budapest, dirigida por Albert Simon. Tocamos dos conciertos en el Teatro de la Zarzuela en presencia de la Reina. Fue entonces cuando fui al Prado por primera vez. Un año después tuve el placer de ir a las Islas Canarias: a Gran Canaria y a Tenerife. Estamos hablando de mediados de los setenta.

Sé que el Prado tiene una gran importancia para usted, y cada vez que visita Madrid saca algo de tiempo para visitarlo. ¿Podría explicar por qué?

Conozco la mayoría de los grandes museos del mundo, pero éste es el que más me gusta. Aún hoy. Esto se debe a la altísima y concentrada calidad de las obras que alberga y también al tipo de arte en el que se centra, que no es sólo el arte español (que no tiene parangón), sino el arte flamenco y holandés, que me son muy preciados y, por supuesto, también el gran arte italiano. Mientras tanto, Goya se ha convertido en uno de mis héroes y, como te comentaba en nuestro encuentro hace unos días, siendo evidente que no se conocieron, creo que Schubert y él están muy conectados. Los temas que tratan y sus estéticas me parecen increíblemente similares.

Usted es un hombre que siempre siente curiosidad por las artes y defiende al músico como figura interdisciplinar.

Desde luego.

¿Qué aporta a un músico estar en contacto con las humanidades?

Se trata de cultura, en general. Vivimos en un mundo cada vez más especializado. En medicina equivaldría a ser oftalmólogo y no saber dónde está la nariz. O un cardiólogo que no sabe dónde está el riñón. Por supuesto, hay que aprender anatomía. Si eres médico generalista o de familia, tienes que saber un poco de todas las disciplinas de la medicina para que, cuando haya un problema concreto, sepas redirigir al paciente al especialista adecuado.

En la música también sucede. En el gremio de la música antigua hay intérpretes especializándose en las obras francesas entre 1660 y 1675, y esto no es sano. Debemos ser músicos completos e integrales, aunque también con sentido de la autocrítica: nadie puede hacerlo todo bien. Incluso como pianista, tienes que saber dónde están tus puntos fuertes y débiles. La música de Scriabin es maravillosa, pero no la tocaría bien. Algunos pianistas intentan tocar todo, desde William Byrd hasta Stockhausen.

«Conozco la mayoría de los grandes museos del mundo, pero El Museo del Prado es el que más me gusta»

«Goya se ha convertido en uno de mis héroes»

«En el gremio de la música antigua hay intérpretes especializándose en las obras francesas entre 1660 y 1675, y esto no es sano»

Y siempre en un Steinway.

Sólo en un Steinway, sí, y los resultados no son muy convincentes. Si eres otro instrumentista, como un violonchelista, no puedes decir «toco las Suites de Bach, pero no toco el Concierto de Dvorak» (riendo). Tienes que tocar todo lo que hay para violonchelo, pero hay tanto para piano que es imposible hacerlo. 

Cuando hablo de cultura general quiero decir que hay que ser una persona civilizada, abierta, que lee, que vive en este mundo y no en una torre de marfil. Una persona con los ojos abiertos, que mira al presente, a la sociedad y participa, y no dice «la música no tiene nada que ver con la vida real». ¡Tiene todo que ver con la vida real! Hay que cultivar la curiosidad, leer literatura, ir a museos, ir a ver películas, ir al teatro. Incluso intentar estudiar historia y filosofía, las ciencias… Conozco a muchos científicos maravillosos, matemáticos, físicos y químicos a los que les encanta la música y saben mucho de música. No podría decir lo mismo de los músicos y su interés por esas disciplinas, salvo excepciones.

Me encuentro frecuentemente en situaciones en las que alguien toca para mí «una» sonata de Beethoven y no conoce las otras treinta y una. No digamos ya si le pregunto «¿conoces los cuartetos de cuerda de Beethoven?» y me responde «¿qué es un cuarteto de cuerda? ¿Por qué tengo que saberlo?» Si se hacen esas preguntas, hay un caso perdido.

Hablábamos del conocimiento...

¡Conocimiento! Ha habido pianistas maravillosos que no salían del campo del piano.  Michelangeli es un buen ejemplo. Tocaba el piano –esas veinte piezas que tocaba- maravillosamente, pero no estoy seguro de que fuera un músico completo en los términos que comentaba antes. Y luego tenemos a un pianista que para mí era mucho más interesante, alguien como Sviatoslav Richter, que vivió una vida riquísima en esos parámetros. A Richter se le podía preguntar por cualquier libro, película u obra de teatro, era increíble. Como oyente, me interesa mucho más lo que tiene que contarme un artista como Richter que lo que tiene que contarme Michelangeli, por maravilloso que sea.

«Hay que ser una persona civilizada, abierta, que lee, que vive en este mundo y no en una torre de marfil»

«¿Qué es un cuarteto de cuerda? ¿Por qué tengo que saberlo?» Si se hacen esas preguntas, hay un caso perdido»

«Mucha gente dice que «el nivel de los pianistas es muy alto hoy en día». Lo siento, pero no estoy de acuerdo, el nivel mecánico es muy alto, pero el artístico e incluso el técnico no lo es»

De alguna manera, todo ese conocimiento, ese bagaje, ¿cree que se refleja en la interpretación?

Se refleja, desde luego. Por ejemplo, un músico que sólo habla inglés (y hay muchos) ya está muy alejado. Muchos anglosajones suelen pensar que sólo existe un idioma en este mundo: el inglés, y no se necesita nada más. Esto ya es limitante, porque ninguno de los grandes compositores pensaba en inglés. Incluso los pocos que hablaban inglés –Haydn lo hablaba porque iba mucho allí y Mozart tenía un talento general para todo- no pensaban en esta lengua. Beethoven no hablaba ni una palabra de inglés, ni Schubert, ni Schumann…

Por ejemplo, ¿cómo se traduce algo como 'innig'?

Exacto. La música está conectada con el lenguaje, así que tenemos que ser multilingües. Tú lo sabes muy bien, hemos hablado de la música de Béla Bartók, la has estudiado y no te has quedado en la superficie, pero mira la cantidad de músicos que tocan a Béla Bartók sin conocer las grabaciones de los campesinos y sus melodías, las letras, el idioma, las grabaciones de Bartók… Desde luego, no hace falta hablar un húngaro perfecto, y ciertamente conozco a muchos húngaros que tocan Bartók muy mal: un pasaporte no es ninguna garantía. 

Otro gran ejemplo es Janáček. Antes de tocar su música, no está de más estudiar la prosodia, la declamación, la retórica del idioma y cómo se refleja en su música. Esto se aplica a prácticamente cualquier compositor.

¿Cree que se nos enseña a los jóvenes músicos a pensar de forma holística en las artes?

En absoluto, con pocas excepciones. Yo tuve mucha suerte de tener profesores que enseñaban de esta forma, pero cuando paso por los conservatorios del mundo y veo cómo tocan los alumnos y cómo se les enseña, esto es lo que falta. Mucha gente dice que «el nivel de los pianistas es muy alto hoy en día». Lo siento, pero no estoy de acuerdo, el nivel mecánico es muy alto, pero el artístico e incluso el técnico no lo es, si incluimos la producción de tonos, la fantasía de colores y su realización. Eso también forma parte de la técnica. Si comparo a los pianistas actuales con Cortot, Joseph Hoffman, Ignaz Friedman o Schnabel, están muy, muy lejos. Aunque todas estas personas, quizá con la excepción de Joseph Hoffman, hoy no ganarían un concurso. Ni siquiera dejarían entrar a Alfred Cortot en la primera ronda, pero eso diría más sobre los concursos que sobre Cortot.

Usted planteó una distinción, que incluso Horowitz y otros pianistas hicieron, entre la técnica y la mecánica. En su opinión Cortot tiene una gran técnica, aunque haya cientos de notas falsas porque la técnica incluye todos los demás elementos, ¿cierto?

Creo que Cortot tiene la mejor técnica, porque incluso en aquellas viejas grabaciones –nunca le escuché en directo- el sonido es increíble. ¡Los colores, los millones de colores y la ligereza que emanan! No sé cómo lo hacía, de verdad.

«Ninguno de los grandes compositores pensaba en inglés»

«La música está conectada con el lenguaje, así que tenemos que ser multilingües»

«Cortot, Joseph Hoffman, Ignaz Friedman o Schnabel están muy, muy lejos. Quizá con la excepción de Joseph Hoffman, hoy no ganarían un concurso»

«Creo que Cortot tiene la mejor técnica»

Es un poeta del piano. Podríamos hablar también de la relación entre poesía y música, que es multiforme. ¿Cómo percibe esta conexión?

La palabra: lenguaje y música. Algunas obras usan rimas y son poesía y otras son prosa: Shakespeare, recitativos, retórica. La música de Haydn es un gran ejemplo de prosa, como un texto de filosofía: es narrada, no siempre en verso. La de Mozart se nos presenta casi siempre en términos poéticos. Beethoven a veces uno y a veces el otro. Schubert tiene mucho de poeta, naturalmente.

¿Cree que la curiosidad se puede enseñar y que hay una solución al imperio de la ignorancia?

(Riendo) No conozco la solución contra la ignorancia, ¡ojalá la conociera! Pero recordemos que no todas las personas padecen esa falta de conocimiento y nunca debemos subestimarlas. Cuando me dirijo a un público, no voy al mínimo común denominador, sino que deposito una confianza en ellos, sabiendo que muchos son muy inteligentes y esperando que traigan consigo el resto de información.

En una ocasión, un brillante alumno de un distinguido conservatorio me dijo que el número K de Scarlatti es Kochel. Es una lástima. Quienquiera que enseñe allí debería haberle enseñado que la K de Scarlatti es Kirkpatrick. No sólo eso, sino que ninguno de los presentes en la sala había leído el libro de Kirkpatrick, que es uno de los mejores libros sobre música. Incluso hoy en día, la gente toca Scarlatti sin saber que muchas sonatas fueron concebidas por parejas, como un preludio y una fuga de Bach. Nadie separaría el preludio de una fuga (riendo). Bueno, hoy todo es posible, pero espero que no… A veces me asombran mucho los jóvenes pianistas, pero más aún sus profesores, ¡porque el deber de un profesor es guiar!

Creo que esto estaba muy presente en su propia educación. Si no recuerdo mal, si usted tocaba Bartók para György Kurtág, él le decía «esto es una cita de El castillo de Barbazul», y si usted no lo sabía, corría a la biblioteca para averiguarlo, ¡porque uno se avergonzaba de ser ignorante!

Sí. Incluso a los 14 años pensé: «no conozco Così fan tutte». No mucha gente conoce esa ópera a los 14 años, pero Kurtág se aseguró de que yo la conociera.

Hoy es casi al revés…

Sí (en este momento Sir András Schiff se levanta y toca en el piano algunos compases del desarrollo del primer movimiento del Concierto núm. 4 de Beethoven). Un joven pianista que ha ganado no sé cuántos concursos nunca había oído hablar de un acorde de sexta napolitana. Esto es escandaloso, lo siento. ¿Cómo puedes tocar música si no sabes armonía, historia, teoría...? ¿Qué es lo que sabes? ¿Notas?

«¿Cómo puedes tocar música si no sabes armonía, historia, teoría...? ¿Qué es lo que sabes? ¿Notas?»

András Schiff portadas