Josetxu Obregón es una de las más rutilantes figuras del panorama de la música antigua española. Fundador del conjunto La Ritirata, Obregón mantiene una brillante trayectoria como intérprete de violoncello barroco, instrumento en el que se ha convertido en una referencia a nivel internacional.
¿Por qué el violonchelo?
Mi padre es pianista y tenía un trío de violín, violoncelo y piano, que de vez en cuando venían a ensayar a mi casa. Yo esto no lo recuerdo -me lo han contado-, pero se ve que ya desde pequeño me quedaba siempre atontado mirando al violonchelo, como si este me gustase más que el resto de instrumentos. De todos modos, empecé el conservatorio estudiando también piano, porque mis padres consideraron que era muy importante como base tener también piano, y estudié piano y violoncelo hasta que en un momento de mi vida, más o menos con catorce o quince años, decidí que lo me llamaba era el violonchelo y dejé el piano -de lo cual me arrepiento mucho hoy día, porque me hubiera aportado mucho haber seguido la carrera hasta el final.
¿A qué se debió el salto del violoncelo moderno al barroco?
Es un proceso bastante gradual y bastante lento. La música antigua me empieza a llamar la atención desde bastante pronto, siempre me ha gustado mucho. Recuerdo en los proyectos de orquesta, siendo estudiante, que tocar sinfonías de Mahler me encantaba, pero cuando teníamos un programa de Las cuatro estaciones, por ejemplo, era algo que me gustaba todavía más. Dentro de que me han gustado muchos tipos de música, digamos que siempre he tenido una cierta sensibilidad y predilección hacia el Barroco y el Clasicismo. Fue muy poco a poco. Como violonchelista moderno empezaba a sentir curiosidad, y antes de irme a estudiar a Holanda -ya en España y mientras acababa mis estudios superiores- ya le había puesto cuerdas de tripa a otro violoncelo; para tocarlo más como amateur, practicando el cello barroco sin haber dado clase para ello -como tanta gente hace, aproximándose un poco. Posteriormente decidí dar el paso de tomarlo en serio y me fui a Holanda, pero con la idea de compaginarlo con el cello moderno, de hecho, allí cursé un máster en violoncelo moderno que fui compaginando con los estudios del Bachelor en el cello barroco. Fue ahí, trabajando con fantásticos músicos -porque en el Real Conservatorio de La Haya hay unos profesores de "alucine"; tienen a los mejores de los mejores, y fue increíble para mí conocer a toda esta gente-, cuando me empecé a centrar en eso, y aún mi camino sigue. Todavía conservo mi violoncelo moderno, pero cada vez le hago menos caso, metido cada vez más en la interpretación del Barroco.
Aviso: el comentario no será publicado hasta que no sea validado.