A falta de las últimas funciones de Madama Butterfly (ya escenificada en marzo) que cerrarán este julio la agenda del Liceo, el teatro de las Ramblas cerraba con Lucio Silla su oferta de títulos para la temporada 2012/2013. Estamos ante una indudable obra maestra. Una partitura extensa, sí, menos ágil que otros títulos mozartianos posteriores, por su constante estructura en torno al núcleo de recitativo y aria. Pero alberga una continua sucesión de melodias y concertantes de inspiración apabullante, hasta tal punto que en ocasiones parece preludiar el belcantismo de un Bellini o la profundidad de un Beethoven (uno casi escucha Fidelio con la música que abre la última escena del primer acto).
Nadie diría que una música tan madura y espléndida pudiera haber salido de la mano de un jovencísimo Mozart de 16 años de edad.Estamos ante una ópera seria con todas las de la ley, digna de reponerse con más frecuencia. El Liceo acertaba programando esta tanda de funciones, además con una producción, una dirección musical y un equipo de cantantes muy bien concertados, dando lugar a un espectáculo muy satisfactorio en su conjunto. Seguramente no hubiera hecho falta un número tan alto de representaciones, con dos repartos, porque la popularidad del título, pesar de su indudable calidad, es escasa y eran evidentes los claros en el aforo.
El mayor elogio en nuestra valoración debe referirse a la estupenda dirección musical ofrecida por Harry Bicket, que ya había visitado el Liceo en anteriores ocasiones (L´arbore di Diana). Bicket llevó a la orquesta titular del Liceo a cotas de inspiración inéditas a lo largo de esta temporada, logrando además una ejecución de una seguridad y firmeza elogiables. Su batuta inspiró un sonido siempre teatral, con una variada gradación de dinámicas y con un sonido, por tiempos, por énfasis y por fraseo, en el equilibrio justo entre el historicismo más radical y los criterios más clásicos.
Silvia Tro Santafé es una profesional intachable y una cantante de gran interés. No diremos que su colocación sea todo lo ortodoxa que cabe desear, pero ofrece una línea de canto de un legato ejemplar, con una coloratura generalmente precisa, diciendo el texto con gran elocuencia. Su Cecilio fue, junto a la Giunia de Petibon, lo mejor de la noche en términos puramente musicales. Ojalá podamos verla más a menudo por España; un acierto de cast sin duda alguna. No cabe decir lo mismo del Lucio Cinna de Inga Kalna, esmeradísima, sí, con una más que notable línea de canto, pero con una coloratura dificultosa, siempre esforzada, con un sobreagudo desabrido, con un timbre a veces ingrato y con unos modos escénicos algo toscos. Tanto Ofelia Sala como Antonio Lozano cubrieron muy bien sus papeles, Celia y Aufidio, respectivamente, redondeando un reparto compacto, muy musical y escénicamente implicado. La dirección de Bicket, ya antes elogiada, elevó muchos enteros su prestación musical, dando lugar a uno de los espectáculos más redondos de cuantos se han puesto en escena esta temporada en el Liceo.
Queremos aprovechar esta ocasión para valorar el estupendo programa mano que viene confeccionado el Liceo al hilo de sus representaciones. El de este Lucio Silla se nos antojó ejemplar, con una detallada síntesis del argumento a cargo de Teresa Lloret y con un profuso análisis y comentario a cargo de Jaume Radigales, además de un artículo complementario firmado por Rony Dietrich.
Foto: Armin Bardel
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