CODALARIO, la Revista de Música Clásica

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CRÍTICA: FALTÓ EMOCIÓN EN LA 'MADAMA BUTTERFLY' DEL TEATRO DEL LICEO DE BARCELONA. Por Alejandro Martínez

4 de agosto de 2013
Foto: Antoni Bofill

  SIN EMOCIÓN BAJO EL CALOR DE LAS RAMBLAS

 Madama Butterfly (Puccini). Gran Teatro del Liceo, 26/07/2013

 

      El Liceo de Barcelona cerraba su presente temporada retomando las representaciones de Madama Butterfly que ya tuvieran lugar en el pasado mes de marzo y de las que aquí dimos cuenta ya entonces. En esta ocasión, en julio, se proponía una nueva tanda de representaciones con tres repartos, con las siguientes parejas protagonistas: Racette/Secco, Nizza/Aronica, Jaho/De León. La presente crítica se ocupa del primero de ellos, con Patricia Racette como Butterfly y Stefano Secco como Pinkerton. En conjunto fue una representación falta de emoción y con un interés musical apenas epidérmico.
      Sin duda el mayor inconveniente de la representación, hasta el punto de lastrarla toda ella, vino de la mano del foso, comandado por Danielle Callegari. No es que la orquesta sonase a un nivel inaceptable, sino que el director italiano abundó en una dirección absolutamente falta de fantasía, variedad, matices y, sobre todo, emoción. Se nos antojó una batuta pesante, densa, de trazo grueso, buscando más el sonido vigoroso que el melodrama intenso. Esta falta de emotividad se contagió de modo inevitable a la escena, donde asistimos, por ejemplo, a un dúo totalmente descafeinado al final del primer acto, entre la Butterfly de Racette y el Pinkerton de Secco, sin feeling alguno, ni entre ellos ni con el foso. Y lo mismo sucedió con el aria principal de Butterfly, "Un bel di vedremo". Algo mejor fueron las cosas en el tramo final de la representación, con la escena "Tu, tu, piccolo iddio", pero el tono general de la representación fue tedioso y sin atisbo alguno de auténtica emoción teatral.
      Patricia Racette llegaba al Liceo con el aval de ser la gran Butterfly de los teatros norteamericanos, desde el Met a la Ópera de San Francisco pasando por Chicago o Seattle. Y lo cierto es que su labor actoral, su empeño dramático, es digno de elogio, aunque no llegue a ser arrebatador. Sin embargo su instrumento no es precisamente el que uno asociaría con el repertorio de una soprano pucciniana, el de una lírico spinto con igual dosis de ímpetu que de lirismo. En su caso estamos casi sin matices ante la voz de una lírica pura, con presencia y proyección solventes aunque no desbordantes, y con un color un tanto genérico, si bien carnosa y con acentos melodramáticos bastante naturales. Racette viene interpretando no sólo a Butterfly sino a todo el catálogo de sopranos del repertorio de Puccini: Tosca, Manon Lescaut, Suor Angelica, Giorgietta... y tiene Fanciulla en su agenda de futuros compromisos.
      Insistimos en la sensación de que echamos de menos ese aliento propio de una spinto, sin que eso empañase en demasía su Butterfly, que se presta desde luego a un retrato más lírico que dramático. Racette compone una Butterfly rica en acentos, escénicamente muy intensa, pero vocalmente quedó algo corta.

 

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      Secco es un tenor de general solvencia, entusiasta, entregado, pero rara vez emociona, no levanta pasiones. Vocalmente caben escasos reproches, pero tampoco su labor se presta a mayores elogios. El barítono italiano Fabio Capitanucci encarnaba en esta ocasión al cónsul Sharpless. Al inicio de la representación se indicó que cantaría aunque bajo una cierta indisposición. Lo cierto es que no apreciamos una singular inconveniencia en su fonación. Es un profesional competente, con un timbre puro de barítono italiano, aunque con una fonación de colocación algo retrasada a veces, para nuestro gusto. Mostró al menos un fraseo comprometido y superó con creces a Meoni, el Sharpless de marzo. Por su parte, la mezzo Marie-Nicole Lemieux encarnaba a Suzuki. Estamos ante una intérprete interesante, pero no desde luego para este repertorio, donde su vocalidad se antoja inconveniente, merced sobre todo a una fonación llena de trucos e irregularidades, un tanto ventrílocua, ora con sonidos guturales, ora con sonidos nasales. Esperábamos algo más redondo y logrado en su caso con la parte de Suzuki.
      De la propuesta escénica de Leiser y Caurier ya hablamos en su día, en marzo, con motivo de la primera tanda de representaciones de esta Butterfly, con Hui He y Alagna como protagonistas. Nada que añadir a lo dicho entonces: una producción tremendamente conservadora, de un clasicismo caduco. Apenas decorativa, adolece de una ausencia casi total de dramaturgia y dirección de actores.
      El Liceo retomará su actividad a la vuelta del verano, con los conciertos verdianos que abren la temporada 2013/2014, cuyo programa ya se conoce y está disponible en la web del teatro. El comienzo de temporada quedará inevitablemente empañado, no obstante, por el ERE previsto para el mes de septiembre.
 
Fotografía: Antoni Bofill
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