CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas 2014

Crítica: Kent Nagano dirige la 'Quinta sinfonía' de Mahler en la temporada de la ONE

31 de marzo de 2014

ACABADO MUSICAL SIN EMOCIÓN

Por Raúl Chamorro Mena

28-3-2014. Madrid, Auditorio Nacional de Música. Ciclo OCNE. Obras de Arnaldo de Felice y Gustav Mahler. Yves Savary, Violonchelo. Orquesta Nacional de España. Director: Kent Nagano

   El 17º programa del ciclo sinfónico de la Orquesta Nacional de España tenía como protagonista al prestigioso director de orquesta californiano de origen japonés Kent Nagano, que se hará cargo en 2015 de la dirección musical de la Opera Estatal de Hamburgo y de la Orquesta Filarmónica de la gran ciudad hanseática. En primer lugar, se interpretó una obra encargo de la OCNE, prevista expresamente para completar el programa junto a la Quinta sinfonía de Mahler. Titulada "Al di là degli alberi" ("Más allá de los árboles") para violonchelo y orquesta compuesta por el oboista y compositor florentino Arnaldo de Felice, dedicada al chelista Ives Savary y al referido director musical. La composición cuenta con dos movimientos conectados por una cadenza central del violonchelo, del cual pudo apreciarse un sonido pobretón, opaco y de escasa presencia en manos de Savary, en una obra que fue expuesta con la habitual claridad por Nagano y que obtuvo tibios aplausos del público. El propio compositor subió al escenario a recibirlos. No se puede dudar su valentía al medirse en un mismo concierto con una de las más grandiosas, populares y apreciadas obras de la historia del sinfonismo.

   Efectivamente, la Quinta sinfonía ocupó gran parte de la vida de Mahler, toda vez que a pesar de finalizarla en 1902, volvió constantemente sobre esta colosal obra jalonada por una gran variedad de sentimientos: amor, apasionamiento, pesimismo, ironía, muerte y también alegría, especialmente en el Rondò-finale del último movimiento. Nagano, que dejó en 2013 la titularidad de la Opera Estatal de Baviera donde el que suscribe le ha podido ver algunas funciones de ópera incluido un Anillo wagneriano completo, volvió a demostrar que es un gran organizador, un músico refinado y elegante, que ofreció un trabajo muy bien planificado y musicalmente intachable. Tempi coherentes, exposición diáfana de los temas, todos ellos bien construidos, transiciones delicadas, sonido pulido en una orquesta que respondió disciplinada y a buen nivel con unos metales brillantes, que fueron especialmente ovacionados y en los que destacó la trompa  y trompeta solistas, unas maderas notables y una cuerda tersa, capaz de buenas gradaciones dinámicas, pero a la que faltó algo de enjundia, densidad, redondez y dimensión sonora, quedando un tanto desequilibrada frente a los metales.

   Una labor musical muy apreciable, qué duda cabe, pero insuficiente cuando se echa en falta emoción, sentido del pathos tan importante en Mahler. Si a la marcha fúnebre le faltó sobrecogimiento, un ejemplo que simboliza bien lo expresado lo encontramos en la interpretación del archifamoso y no por ello menos sublime adagietto del cuarto movimiento que Luchino Visconti inmortalizara en su cinta "Muerte en Venecia". Bellamente tocado, expuesto con gran pulcritud y sentido del rubato, pero falto de esa suprema emoción, de esa conmoción, que provoca el desasosiego, el coloquialmente llamado "dolor de estómago"en el oyente. Una interpretación, pues la escuchada, muy estimable, coherente, bien planificada, de gran finura y alto nivel musical, pero falta de contrastes, de puntas de tensión y, en definitiva, de trascendencia.

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