Hoy sábado, 20 de febrero, a las 12 h. en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) ofrecerá un Concierto en Familia cuya recaudación se destinará a la ONG "Save the children", para ayudar a los niños afectados por el terremoto que ha devastado Haití. Alumnos de centros educativos de la región pudieron asistir el jueves y viernes al mismo concierto de manera gratuita, dentro de las actividades pedagógicas diseñadas por la orquesta. El concierto está acompañado de un espectáculo de títeres elaborado por la compañía catalana Per Poc, con la música de fondo del "Romeo y Julieta" de Prokofiev, bajo la dirección del alicantino Jordi Bernácer, desde hace años asistente de Lorin Maazel en el Palau de les Arts de Valencia.
- ¿Cómo está siendo su experiencia con la OSPA?
- Me he llevado una gratísima sorpresa. Primero, porque la obra de Prokofiev tiene momentos de verdadera exigencia orquestal ante los que los músicos han respondido muy bien, y segundo, por la acogida tan cálida que me han dispensado. En los ensayos se han mostrado muy participativos.
- ¿Qué aspecto es imprescindible para que un director llegue a los músicos?
- La pasión es fundamental. Personalmente, es una sensación que comienza desde la propia preparación de la obra, cuando todavía no conozco bien la partitura y me pongo a desentrañar sus secretos. Muchas veces, cuando ya la conozco bien, decido volver a comprar la misma partitura pero en blanco, sin las anotaciones que haya podido hacer al estudiarla, aunque al final llegue a las mismas conclusiones. Como en todo, pero en la música en particular, sin pasión no se puede obtener un resultado artístico atractivo. La rutina y la corrección son los enemigos del arte.
- ¿No cree que se ha perdido el interés por hacer de un concierto algo único?
- Quizás porque vivimos en una sociedad en la que todo funciona muy rápido, y la rapidez está enfrentada con la profundidad. Es un aspecto que todos debemos ayudar a mejorar. La primera vez que dirigí una orquesta tenía 18 años. Ya ha pasado mucho tiempo y lo que no ha cambiado es mi convicción de que es necesario ser totalmente sincero con la partitura, y que cada concierto sea de verdad un acontecimiento único e importante para quien lo comparta contigo. En el caso de la obra de Prokofiev, mi intención no es convertirla en la interpretación del siglo, sino conseguir que sea la mejor versión que yo y la OSPA podamos conseguir en este preciso momento.
- ¿No sería mejor que hubiera menos conciertos y de más calidad?
- Que haya muchos conciertos nunca es un aspecto negativo, porque da la oportunidad al público de perfeccionar su capacidad crítica.
- Existe tan poca capacidad crítica
- Una cierta preparación, una cierta cultura, es necesaria para disfrutar de un concierto con objetividad. Es fundamental que, por ejemplo, los niños que han venido a nuestros conciertos, tengan la oportunidad de oír una obra maestra como el "Romeo y Julieta" de Prokofiev. Realmente es un privilegio poder oír una orquesta tan grande interpretando esta obra para ellos. Este tipo de experiencias son un primer paso para construir una auténtica actitud crítica.
- Es difícil competir con internet y las televisiones como modo de entretenimiento
- Yo creo en la importancia del aquí y ahora. En este aspecto, un concierto en sí mismo, con su inmediatez y capacidad de llegar al público directamente, nunca podrá ser sustituido por internet y las tecnologías. Es cierto que la música clásica o el teatro cumplen hoy en día una función muy diferente que la que cumplían, por ejemplo, en el siglo XIX, donde eran productos artísticos de primera necesidad. Ahora esa función la cumplen elementos como la televisión o internet. No obstante, no me parecería acertado ver en la música clásica un espectáculo elitista, porque en realidad es accesible a todo aquel que quiera acercarse a ella. Pero sí es cierto que para asistir a un concierto se necesita una determinada preparación.
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