La Voz de Asturias (Jueves, 24/6/2010)
Lugar: Auditorio de Oviedo; Fecha: 21 de junio de 2010; Día Europeo de la Música
CONTRAPARTIDO SINFÓNICO
A la misma hora que España jugaba su segundo partido en el mundial de fútbol, el Auditorio Príncipe Felipe contraprogramaba con un interesante concierto que, con Óliver Díaz al frente de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias y un prometedor conjunto de jóvenes solistas de la región como especial aliciente, convirtieron la cita en un gran éxito organizativo y artístico, habida cuenta de la gran cantidad de público asistente y de su calidad artística. Comenzó la velada con el "Triple concierto" de Beethoven, obra muy difícil de tocar y concertar, que dejó ver la notable calidad técnica de Dmitri Atapine, chelista de energía desbordante que ofreció una versión más exuberante que refinada. Su admirable despliegue técnico podría haber sido más templado pero, desde luego, no más apasionado y vibrante. Su fuerza y prestancia escénica resultaron tan llamativas como preciosa la musicalidad de Tatevik Khachatryan al violín, de quien llamó la atención su gusto por cuidar el sonido. Su versión resultó cálida y comprometida, de exquisita solvencia. Juan Barahona sorprende día tras día por la naturalidad con que se sube a un escenario, y por esa calidad y libertad, un tanto desconcertante en alguien tan joven -20 años-, que se aprecia cuando, de repente, aparece un fraseo o un toque tan personal como especial. De propina, un segundo movimiento del "Trío nº 1 en re menor op. 63" de Schumann notablemente conseguido. Pero lo mejor llegó en la segunda parte, de la mano de Óliver Díaz, que cosechó un rotundo éxito con su versión de la Sinfonía nº 9 "Del nuevo mundo" de Dvorak. Pocas veces hemos visto al público de la OSPA tan entregado ante una interpretación realmente reconfortante, muy personal, técnicamente impoluta, equilibrada y, lo que es mejor, emotiva como pocas. La orquesta estuvo brillante y compacta, con una sonoridad llena de matices. Fue un placer observar la armonía y energía que el director consiguió de una orquesta con la que parece sentirse muy a gusto, y con la que está entablando una relación de confianza en la que hay que empezar a fijarse con más seriedad. No pareció la sinfonía "Del nuevo mundo" sino, más bien, la sinfonía de un nuevo candidato a director de la OSPA.
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