CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas 2016

Crítica: Concierto de James Feddeck y Alexandra Soumm en la temporada de la Orquesta Sinfónica de Galicia

14 de marzo de 2016

JUVENTUD Y REDENCIÓN

Por Beatriz Cancela
Santiago de Compostela. 10/III/16. Auditorio de Galicia. Temporada de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: James Feddeck. Violín: Alexandra Soumm. Obras de Sibelius, Haydn y Shostakovich.

   Difícil decisión la que tuvieron que tomar los seguidores de la música sinfónica en Galicia este pasado jueves, debatiéndose entre acudir a Vigo, donde una Real Filharmonía cautivaba con el estreno absoluto de "Grandes sao os desertos" de Joan Trillo, o presenciar la atractiva propuesta de la Orquesta Sinfónica de Galicia en Compostela, pese a que esta segunda repetiría al día siguiente en A Coruña.

   Aire fresco era lo que se respiraba en aquel Auditorio de Galicia: en primer lugar la orquesta, que ya cerca de cumplir su cuarto de siglo, se encuentra en un momento de gran vitalidad; al igual que su conductor, con el hándicap de que el joven británico Nicholas Collon -en un primer momento encargado de asir la batuta- se vio impedido por motivos personales, recayendo finalmente la responsabilidad en su coetáneo, el neoyorkino James Feddeck; y finalmente con respecto a la solista, Alexandra Soumm, que a punto de cumplir los 27 años, hizo alarde de un absoluto dominio del violín.

   Y por otra parte, el repertorio. Tres autores, bastiones imprescindibles en la historia de la música, bajo un mismo criterio: la liberación del músico maduro y experto, que se resarce y rompe sus cadenas.

   El único concierto que compuso Sibelius para violín y orquesta en re menor, op. 47, requiere un gran dominio técnico y expresivo del instrumento, que Alexandra Soumm sin duda demostró. Segura y flexible desde el momento en el que se inician las primeras notas, ejecutó pasajes complejos con gran pulcritud, agilidad y gran expresividad, destacando por encima de todo el último movimiento, plagado de contrastes, donde notas agudas y graves, cambios de ritmo o intensidades, discurrían con total naturalidad. Esta gran promesa del violín respondió a la gran ovación del público con la interpretación de una sutil Siciliana de Telemann; momento sublime en el que aquel violín de 1785 que portaba exhalaba aquella melodía con absoluto ardor.

   Y aunque la solista brilló por méritos propios, a ello también coadyuvó la labor de Feddeck, que optó por una sonoridad desapercibida. Nos referimos a la ejecución de tenues pianos en la orquesta y la elección de un tempo lento, cuasi pesado, tanto en el concierto como en la primera de las sinfonías londinenses de Haydn, la Sinfonía número 93 en re mayor. Este estatismo se vería reforzado por la incisiva separación entre episodios, puede que pretendiendo cierta expectación. En cambio en los momentos de mayor intensidad, la orquesta resplandecía y llenaba el auditorio, alcanzando momentos de gran lirismo.

   Por su parte, la Sinfonía número 9 en mi bemol mayor, op. 70, de Shostakovich fue un auténtico ejercicio de agilidad y dinamismo contrastada con movimientos más dramáticos y expresivos. Este carácter inherente de la obra fue magníficamente captado por la orquesta, que mostró total maestría. Destacaron las maderas, sobre todo en la realización de los solos por parte de la flauta, el oboe, el clarinete y el fagot, con absoluta destreza; al igual que los metales, donde las incisivas trompetas ejecutaron con gran precisión los pasajes más agitados, los trombones, que junto a timbales y maderas alcanzaron una magnífica y homogénea sonoridad, y sin olvidarnos de las trompas o la tuba. En fin, la OSG defendió esta versátil y colorista obra con gran pericia y esmero.

Sinfónica de Galicia Alexandra Soumm James Feddeck
0 Comentarios
Insertar comentario

Para confirmar que usted es una persona y evitar sistemas de spam, conteste la siguiente pregunta:

* campos obligatorios

Aviso: el comentario no será publicado hasta que no sea validado.