CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas 2016

Crítica: Guy Braunstein dirige a la Orquesta Sinfónica de Galicia en Vigo

17 de octubre de 2016

GUY BRAUNSTEIN: ARQUITECTO DE LA SONORIDAD

   Por Roberto Relova Quinteiro
Vigo. Teatro Afundación Abanca. 13/10/2016. Temporada Sociedad Filarmónica de Vigo. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director musical y violín solista: Guy Braunstein.    Obras de: Ralph Vaughan-Williams, Camille Saint-Saëns, Anton Webern y Johannes Brahms.

   Un año antes de la muerte de Schönberg (1951) se publico el libro El estilo y la idea, en el cual se recogían diferentes textos del compositor, entre ellos Brahms, el progresivo en el que Schönberg expone qué  “El propósito de este ensayo es probar que Brahms, el clásico, el académico, fue un gran innovador en el dominio del lenguaje musical y que, en efecto, fue en gran manera progresista”. Escribo esta referencia para corroborar que, a priori, no es frecuente asistir a un concierto en que haya tanta coherencia en la planificación sonora, en buscar un arco invisible hasta que te sientas en tu butaca y comienzas a escuchar y a descubrir. Fue perfecta la división entre los dos bloques, la parte en que la sinfónica de Galicia rindió cuentas dejando  prácticamente sola a la cuerda y la segunda, en la cual  Brahms fue protagonista triunfal y absoluto. Pero claro, conociendo la trayectoria musical de Guy Braunstein todo encajaba y se posicionó como director musical y como solista, una ocasión única para escuchar y observar a uno de los más brillantes violinistas de la actualidad.  

   Los tiempos han cambiado, y tanto, la escucha y actitud por parte del público fue de absoluta comunión con la propuesta sonora. El vuelo comenzó con la visión magnética de la naturaleza que Ralph Vaughan-Williams propone en su obra The Lark Ascending, una romanza inspirada en el poema de novelista y poeta inglés George Meredith. Escrita en 1914 para violín y piano fue orquestada en 1920 y estrenada al año siguiente. La nostálgica mirada de su creador le lleva a los territorios de la más pura tradición lírica, expresiva, afianzando un estilo genuino, su deuda con las canciones inglesas tradicionales queda en evidencia ante la factura de una obra sencillamente modélica. Braunstein se puso al servicio de las cadencias iniciales de la obra que presenta la escala pentatónica evocando el vuelo y el propio sentido de la reflexión acerca de la tradición. El director solista contagió a la orquesta un estado mágico a través de un sonido irrepetible, cálido y lumínico. Ofreció maestría interpretativa con su precioso tesoro, un violín construido por Francesco Roggieri en 1679 y por supuesto, un control absoluto de la orquesta.

   Este clima de contención se volvió a repetir en la obra de Camille Saint-Saëns Havanaise, op. 83 (1887) arreglada para orquesta por David Walter y en la cual Guy Braunstein volvió a ejercer  una ejemplar poética  bajo el dominio de los matices, cuestión que llevó hasta la exasperación en la partitura de Anton Webern. El cuarteto versionado para orquesta por Christoph Poppen fue conducido por la compleja dificultad en la búsqueda de un sonido en el que se procuraba un extremo cuidado por el timbre y la dinámica. Brutal ejercicio de concentración que acabó construyendo una enigmática arquitectura, en la que, en efecto, se vislumbraba la influencia de Brahms y la idea de un fluctuante expresionismo. Guy Braunstein manejó los tiempos y las sonoridades, creó una tensión entre orquesta y público muy difícil de lograr y de explicar, el resultado fue un deseo de que aquello que escuchábamos no se acabara nunca.  

   El otro bloque o propuesta sonora tenía que ser el arreglo realizado por el fascinante Ohad Ben-Ari del Trío op.8 de Brahms. Director y orquesta  se volcaron en asombrar  al público desde  la belleza de la creación y recreación modernas: sin dramas y extendiendo un largo y explicito acto de fe sobre la permanencia de lo clásico, sin fisuras, con la poética de las diferentes visiones y fronteras de los universos sonoros que asoman desde las cantatas de Bach. Los espectadores asumieron por igual tan poderosas propuestas.

Sinfónica de Galicia Crítica Guy Braunstein